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Custodia.Espectacular colección de librosen una de las salas del Palacio deCervelló. DAMIÁN TORRES
Serrano Morales: un regalo de 15.000 libros

Serrano Morales: un regalo de 15.000 libros

El mejor bibliófilo. Su colección de obras antiguas y primeras ediciones fue donada a Valencia y se custodia en el Palacio de Cervelló

FF. P. PUCHE

Sábado, 18 de febrero 2023, 23:49

Coleccionar libros, y más si son antiguos y raros, puede llegar a ser una pasión desmedida. De José Enrique Serrano Morales se decía que los tenía todos: al menos, todos los libros de historia, arte, filosofía y ciencias que cualquier investigador exigente de la ciudad pudiera desear en un momento de consulta. Tan buena era su biblioteca, que cuando Menéndez y Pelayo venía a Valencia, dormía en su casa. Era un hogar literalmente atestado de libros de gran interés que la Universidad le envidiaba. Y que él seguía atesorando. Cuando murió, en 1908, toda su colección se convirtió en un legado testamentario destinado a la ciudad de Valencia. Que hoy conserva todos sus libros, como un tesoro, en el Archivo Municipal del palacio de Cervelló, en la plaza de Tetuán.

A los 56 años, José Enrique Serrano Morales desplegaba una notable actividad como delegado regio de Instrucción Pública en la ciudad. Esa figura le hacía responsable en Valencia de los departamentos del Gobierno que se ocupaban de la educación, la cultura, los monumentos y la Universidad. Y eso era reunir muchas inquietudes a la vez. El periódico cuenta que el 1 de febrero de 1908 acompañó a las esposas de los embajadores de Inglaterra y Francia a visitar el Colegio del Patriarca, las hilaturas de seda de Llombart, la fábrica La Ceramo y los Silos de Burjassot. Las damas quedaron encantadas, sin duda.

Junto con Serrano Morales completó el cortejo de guías lo más erudito de la ciudad: el concejal e investigador Martínez Aloy, el canónigo Roque Chabás, historiador, y el secretario de la Academia de Bellas Artes, Luis Tramoyeres. Pero el 4 de febrero salió su nombre citado en el periódico otra vez, porque atendió la visita de un delegado especial del Gobierno, desplazado a Valencia para investigar los disturbios de la Universidad. Y el día 14 presidió la comisión que estudiaba cómo consolidar el edificio de la Audiencia, maltrecho tras el incendio de 1897.

Teodoro Llorente fue íntimo amigo del mecenas, lo mismo que Federico Domenech, quien llevó su ataúd

Sin embargo, repentinamente, le falló el corazón en la madrugada del día 17. «No tardó en llenarse de gente la casa del que fue queridísimo amigo nuestro», escribió el periódico en su portada, bajo una enorme esquela. «Todos acudían a ella presuroso, no dando crédito a la terrible noticia, con la esperanza de no haber sido bien informados. Desgraciadamente, la noticia era cierta: el alma de aquel ilustre patricio había volado de su cuerpo y allí solo yacía su cadáver».

La casa de los libros, la casa de Serrano Morales, estaba en el número 19 de la calle Corona. Tras un funeral multitudinario en San Nicolás, cientos de personas llenaron la calle, desde el Asilo de Campo al mercado de Mosén Sorell, para nutrir un cortejo fúnebre como pocas veces sr había visto en Valencia. Federico Domenech, el propietario de nuestro periódico, fue uno de los amigos íntimos llamados a bajar a la calle el ataúd; la amistad entre ambos venía de muy lejos y se había forjado siempre sobre el amor a los libros. El principal libro de Serrano Morales, la mejor historia de las históricas imprentas valencianas que nunca se ha escrito, se imprimió en 1898 en los talleres de Domenech y lleva el sello del murciélago que ampara un libro abierto.

En la iglesia y en el cortejo, mayor y achacoso ya, Teodoro Llorente Olivares, el fundador del periódico, estaba desconsolado. Tan afligido, que al día siguiente el periódico que en la práctica ya dirigía su hijo publicó esta gacetilla: «Nuestro querido Director, D. Teodoro Llorente, hondamente afectado por la muerte de su querido amigo D. José E. Serrano, ha suspendido, en señal de duelo, la tertulia que debía celebrarse hoy en su casa». La tertulia llorentina era una institución entre los intelectuales y artistas; desde la redacción de la calle del Mar, donde tuvo asiento tradicional, se trasladó con él, en 1904, a su casa particular, en la plaza que lleva su nombre y a la vista de la estatua de Ribera.

La tertulia de Serrano Morales, donde acudían los fervorosos del libro y su mundo, quedó truncada también. Muchos de los que iban en el cortejo -Chabás, Tramoyeres, Martínez Aloy, Rodrigo Pertegás, Almarche, el barón de Alcalalí y el propio Llorente- seguro que recordarían horas de erudición y placer en torno a libros curiosos e insignes, primeras ediciones y ejemplares únicos salidos de oscuras covachuelas que Serrano Morales recuperaba. Porque el bibliófilo apasionado no duda en entrar en los bajos fondos, donde aguardan escondidas las sorpresas, como no duda en reunir, con los libros, el cortejo de papel que sale de las imprentas, sea un pliego de cordel, un periódico revolucionario, o un humilde 'llibret de falla'.

Por la plaza de San Jaime, el entierro de Serrano Morales se dirigió a la calle Caballeros y pasó por la delegación regia, donde el finado tenía su despacho. De allí, pasó por la sede de Lo Rat Penat, en la plaza de Manises, y por la plaza de la Virgen fue a buscar la de la Reina y la calle San Vicente. En la plaza de San Agustín, atestada, no cabía ni una aguja cuando el duelo se despidió.

Los libros, para la ciudad

Quince mil libros, nada menos, más una multitud de manuscritos, papeles sueltos, pliegos de cordel y folletos de todo tipo, es la herencia que el mecenas José Enrique Serrano Morales dejó a la ciudad de Valencia, con el beneplácito de la viuda, María Aynat Benedito y de los sobrinos, entre los que destacaba el apellido Attard. Quince mil libros que el Ayuntamiento ha custodiado en una sala especial de su Archivo -ahora ubicada en el palacio de Cervelló- compuesta con la mejor carpintería de época. Un busto del bibliófilo, con su barba elegante, preside, en el centro, lo que es una reserva preciosa de lo mejor de nuestros autores, periodistas y poetas. Lo raro y difícil, está allí; lo curioso y las primeras ediciones, también.

Y es que el amor a Valencia de los que no han nacido en ella es una característica peculiar que ser da en este caso también. Serrano Morales procedía de una familia adinerada, radicada en Ledaña, Cuenca. Nació en 1851 en Algeciras, donde se le recuerda, pero vino pronto a Valencia donde su padre, magistrado, fue trasladado a la Audiencia. Alumno de los escolapios, estudió Derecho en nuestra universidad y echó raíces en una ciudad de imprentas que le enamoró. Hasta que se propuso rescatar del olvido, con su dinero siempre por delante, tanto el prestigio de los impresores valencianos como la calidad de los autores que se acogían a ellos. Si hay noción moderna de la imprenta de Lambert Palmart, si hay constancia de la entrada de la imprenta por Valencia, es gracias a las pesquisas, desvelos, e inversiones de tiempo y dinero de Serrano Morales.

Teodoro Llorente quizá fue el primero en descubrirlo. En su serial «Valencianos Ilustres» (27.07.1897) podemos encontrar la biografía del maduro y activo Serrano Morales, miembro de Amigos del País y activo en Lo Rat Penat y en la Academia. Con Llorente y el vizconde Bétera, publicaron 'La Revista de Valencia'. Además, fue dos veces diputado a finales del siglo XIX.

La actualidad más reciente ha traído la triste noticia de la muerte de Itziar Vilar Rey, directora de la Biblioteca Histórica Serrano Morales del Ayuntamiento de València. Ella fue la mejor estudiosa del bibliófilo valenciano y la mejor protectora de tan fabulosa colección. El hallazgo en los anaqueles del manuscrito de la Procesión el Corpus se debe a su tarea; como la edición de numerosos «pliegos de cordel» que estarían oscuramente inéditos sin la labor de tan ilustre archivera. Vaya en estas líneas un mínimo homenaje de admiración; porque en el estudio también hay mecenazgo.

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