Tesoros bajo el asfalto de Valencia

LA VALENCIA ENTERRADA ·

Las excavaciones arqueológicas todavía deparan sorpresas en un cap i casal que no se acaba nunca

Álex Serrano

Valencia

Sábado, 5 de junio 2021

Una arqueóloga se asoma a una zanja recién excavada en una ciudad arrasada por el sol. Cuando el polvo se asienta, le inunda algo parecido a lo que vio Howard Carter cuando abrió aquella tumba. «¿Qué ves?», le preguntaron. «Cosas maravillosas», contestó él. Y contesta ... ella. No se esperaba encontrar una acequia árabe, o una necrópolis romana, o un antiguo pozo íbero, pero ahí está. Esa sensación de sorpresa y admiración se puede dar en Egipto o en Valencia, casi cada vez que un taladro hidráulico perfora el asfalto. La imagen relatada hace unas líneas no ha ocurrido, pero podría ocurrir perfectamente. «Aún hay espacio para la sorpresa», dice Marisa Serrano, una de las arqueólogas más reputadas de la ciudad y responsable de varias excavaciones. Ella encontró los restos más antiguos de la ciudad en la calle Ruaya, unos pozos íberos, y atiende a este diario a pie de zanja en la plaza de la Reina. Con estos trabajos y con los de la plaza de Brujas se abren, literalmente, nuevas oportunidades para echar un vistazo a veinte siglos de historia. Nadie sabe qué se va a encontrar bajo el asfalto. El Servicio de Arqueología Municipal (SIAM), eso sí, tiene una ligera idea. Harán tres catas en la plaza de la Reina, donde creen que hallarán desde restos del antiguo trazado urbano del entorno de la calle Zaragoza hasta vestigios del antiguo molino de Rovella. Pero lo que desvelen estas catas será una gota en un océano de descubrimientos. Explica Serrano, que ha trabajado en excavaciones como la de la calle Almazora, donde encontró un arrabal islámico del siglo XIII, o en Blanquerías, donde descubrió buena parte de la muralla medieval y hasta dos puertas de la misma, que en Valencia queda trabajo por hacer. «Muchos edificios no tienen siquiera aparcamiento», comenta.

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La realidad es que el trabajo arqueológico se hace de forma exhaustiva. «Desde el año 85 tiene que haber arqueólogos en cualquier obra», comenta Serrano. Queda trecho por recorrer, es verdad, pero las catas han permitido encontrar decenas de vestigios de la ciudad que fue. Por ejemplo, en las obras de reurbanización de la plaza del Ayuntamiento apareció parte del viejo asfalto y de las vías del tranvía. Esta misma semana, sin ir más lejos, se encontró lo mismo en la plaza del Mercado. Los comerciantes han pedido que se conserven las vías, aunque César Guardeño, del Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural y uno de los 'vigilantes' cuando se abre una zanja, asegura que el Consistorio «ya las ha retirado, cortándolas». Estos hallazgos se dan a profundidades reducidas y no siempre se protegen. «El Casino del Americano, la Alquería de la Torre, las casas del conjunto rural de la alquería dels Moros, la de Falcó, la de la calle Olbà, la de Serra, la Ceramo... hay infinidad de bienes que todavía faltan por poner en valor», indica Guardeño.

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Imagen. Cimientos, adoquinado y raíles del tranvía. J. Signes

Los hay menos optimistas respecto a lo que quede por descubrir o a los secretos que oculte la ciudad. Uno de ellos es Francisco Pérez-Puche, cronista oficial de la ciudad. «Técnicamente no hay novedades que esperar. Se sabe dónde está todo», dice el también exdirector de LAS PROVINCIAS, que sí señala que le gustaría que se bajara la altura de la plaza del Mercado porque cree «que a la Lonja le faltan uno o dos escalones». Además, desea que en las catas de Brujas aparezcan «los fundamentos del cadalso» que estuvo en la plaza del Mercado durante mucho tiempo. Pérez-Puche pide a los arqueólogos «que divulguen sus descubrimientos en publicaciones» si no se pueden llevar a un museo, lo que Serrano reconoce que no siempre es posible. «En esos casos, lo catalogamos y cubrimos con telas especiales, madera o corcho y con grava antes de colocar hormigón encima», indica.

Restos de la muralla islámica. SIAM

Queda por tocar un palo: los residentes de los barrios que viven en entornos en los que adentrarse veinte centímetros en el suelo es viajar al pasado. Lluís Mira, portavoz de la Associació de Veïns Amics del Carme, explica que, en su opinión, el Consistorio no tiene interés en poner en valor los restos arqueológicos que se encuentran en Ciutat Vella, donde es complicado meter en pico en una calle sin que aparezca una terma romana, un adoquín árabe o un asfalto del siglo XVIII. «Dejar pequeñas ventanas desde donde se puedan ver adoquines o raíles es crear una atracción turística, más que un criterio patrimonial o científico, que es lo que debería primar», explica Mira. Pone como ejemplo el solar frente al Micalet, donde está la casa del relojero. «Se pretende construir un nuevo edificio que no armoniza con los de alrededor», lamenta Mira, que indica que al Ayutamiento «no le interesa excavar en dicho solar: no tienen previsto explicar la historia de Valencia que se pueda encontrar ahí». «Es una zona de alto valor arqueológico en la que podrían encontrarse grandes descubrimientos sobre la fundación de Valencia que complementarían los de la Almoina, al otro lado de la Catedral», lamenta el dirigente vecinal.

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