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F. P. PUCHE
Viernes, 19 de noviembre 2021, 23:46
Se han cumplido 80 años de su regreso a España y el verano próximo se cumplirán 125 de su descubrimiento. Pero, una vez más, la Dama de Elche -la popular 'Reina Mora'- se ha convertido en objeto de polémica y controversia. Con ribetes políticos, que es lo peor. En el ministerio de Cultura, dirigido por el catalán Miquel Iceta, los que se niegan a un traslado temporal a Elche de la famosa pieza arqueológica han vencido de nuevo a los que se muestran más propicios a un viaje con exposición. Como secuela, la directora general de Bellas Artes, Lola Jiménez-Blanco, ha presentado la dimisión esta misma semana: catedrática de Bellas Artes, era proclive a que esta y otras obras maestras del patrimonio nacional puedan viajar a sus regiones de origen.
En Elche, la opinión tiene pocas fisuras; y la compartimos miles de valencianos. Si se encontró en Elche ¿por qué no ha de volver a su lugar de origen donde hoy en día, con los medios modernos, puede ser tan bien custodiada como en Madrid? ¿No se está hablando de descentralizar? Empecemos por el principio... El debate sobre las piezas de gran interés cultural se reaviva: deben conservarse en las mejores condiciones, sin duda; pero no pocas podrían regresar a sus puntos originarios y dejar los museos de Madrid.
A la Dama de Elche se le estiman unos 2.500 años de antigüedad. Pero se van a cumplir 125 de su descubrimiento por Manolico, un bracero del doctor Campello que trabajaba en los huertos de la Alcudia de Elche y dio con ella casualmente. Pero la insondable dama apenas pasó un mes en España: descubierta el 4 de agosto de 1897, el 30 salió embarcada rumbo a Marsella y con destino al museo del Louvre, que la había adquirido. Hasta 1941 ya no regresó a España; para ser instalada en el Museo del Prado, primero, y desde 1972 en el Museo Arqueológico Nacional. En Elche solo ha estado dos veces, en 1965 y en 2006.
«Haciendo ayer un excavación en una finca del doctor Campello, en Elche, con objeto de igualar parte del terreno, vieron los trabajadores que las herramientas chocaban con un cuerpo duro, y habiéndose fijado, observaron con sorpresa que estaban palanqueando para sacarla de debajo de tierra, tenía rasgos completos de una hermosa cara de mujer». La historia de la Dama de Elche empieza en nuestro periódico un 10 de agosto con esta escueta noticia, tomada de un diario de Alicante.
La escultura, seguramente se salvó porque cayó en manos de conocedores: la esposa del doctor Campello, Asunción Ibarra, era hija de un arqueólogo aficionado, Aureliano Ibarra, fallecido años antes, que había dejado en herencia una extensa colección de objetos de origen ibero localizados en la zona de Elche. Cuando la Dama se unió a la colección, hacía años que se estaba negociando la venta de todo el patrimonio a la Real Academia de la Historia; pero no había acuerdo con el montante y sus plazos de pago. En esos días de agosto, con Elche en fiestas, la figura que la gente llamaba 'La Reina Mora' estuvo expuesta a la admiración general en el balcón de la casa familiar y su imagen aparecía por primera vez en 'La Ilustración Española y Americana'.
El hermano del difunto coleccionista, Pedro Ibarra, era archivero municipal y buen conocedor del valor de la escultura hallada. De modo que invitó a la fiesta del Misteri a Pierre Paris, un reputado arqueólogo francés, que no dudó en cerrar la operación de compra de la Dama por 4.000 francos. En pocos días, la escultura estuvo instalada en el Louvre.
La II Guerra Mundial propició el regreso de la Dama de Elche a España. Ocupada media Francia por los alemanes, el gobierno de Petain concentró en zonas seguras de Montauban no pocas piezas de gran valor histórico y arqueológico. Fue la admiración que Franco sentía por el mariscal francés la que hizo posible el retorno de la Dama y de otras obras maestras de la pintura y la orfebrería, algunas expoliadas durante la guerra de la Independencia. Franco se entrevistó con Hitler en Hendaya (1940) y con Petain en Montpellier, el 13 de febrero de 1941.
Cinco días antes, a bordo de un tren y fuertemente custodiados, los tesoros devueltos a España habían llegado a la frontera, desde donde fueron transferidos a otro tren para llegar a Madrid vía Barcelona. Fue instalada en 1941 en el Museo del Prado, donde Franco le hizo visita de cortesía en junio; después, la Gran Dama estuvo expuesta hasta el año 1972, en que fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional, donde hoy se custodia.
En las inmediaciones hay otras muchas piezas iberas y romanas de gran valor: mosaicos, tesoros, aras, la bicha de Balazote, la Dama de Baza... No pocas autonomías tienen peticiones de devolución o préstamo. En Lliriadarían lo que fuera por recobrar el mosaico de los Trabajos de Hércules, cuyo préstamo también se ha denegado... En 2017 ya se quiso celebrar con una exposición el centenario del descubrimiento, pero el ministerio de Cultura lo deniega.Las grandes pinturas de Goya han viajado a Japón. De Velázquez se ha movido casi todo, menos Las Meninas, que viajaron a Valencia durante la guerra civil. ¿Y qué es más frágil, un lienzo de Ribera pintado hace 400 años o una estatua de piedra de 60 kilos que ha resistido 2.500? El debate entre especialistas es antiguo: unos son partidarios de que las grandes piezas de la cultura viajen por el mundo y otros no lo son. Del mismo modo, unos son partidarios de concentrar en grandes museos los muchos materiales disponibles --aunque luego no se puede mostrar ni la mitad de la mitad-- y otros se inclinan por hacer préstamos temporales para exposiciones o cesiones de exhibición. E
Muchos expertos opinan que Elche debería tener durante largas temporadas su Dama. O mejor aún, tenerla para siempre. Las medidas de seguridad en Elche serían tan buenas, si no mejores, que las de Madrid, donde la escultura, por cierto, percibe las vibraciones del metro que circula a menos de 50 metros por el subsuelo de la calle de Serrano.
La Dama de Elche solo ha hecho dos viajes desde su llegada a Madrid, en 1965 y en 2006. En el primer caso se permitió el traslado con motivo de la conmemoración del VII centenario del Misteri d'Elx. El ministro de Educación (y de Cultura) de entonces, Manuel Lora Tamayo, dio el visto bueno.
En ese viaje memorable, Manolico, el zagal que descubrió la estatua cuando tenía 14 años, fue llevado hasta el museo para un reencuentro en el que no faltaron las lágrimas. El bracero, calado con una gorra, tenía 82 años.
El segundo viaje se intentó en 1997, con motivo del centenario del hallazgo y los técnicos que asesoraban a la ministra Esperanza Aguirre denegaron el viaje y frustraron las aspiraciones de Elche. Pero siguieron los intentos hasta que el alcalde Diego Maciá consiguió convencer a la ministra Carmen Calvo. Como era de esperar, hubo polémica. También hubo una secuela de peticiones de devolución de piezas.
Pero Carmen Calvo pudo viajar a Elche y ver la escultura en su emplazamiento. La Dama viajó en mayo con un seguro de 15 millones de euros y estuvo expuesta desde la primavera al otoño para animar el verano turístico. Pero, sobre todo, demostró que los viajes de las grandes piezas de la cultura son posibles y necesarios si se hacen con las medidas de seguridad exigibles.
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