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Situado en la provincia de Castellón, y perteneciente a la comarca del Alcalatén, se encuentra el municipio de Chodos, o Xodos, según se quiera escribir en castellano o valenciano. Esta localidad tiene un censo de unas 109 personas este curso, aunque actualmente viven unas 60. Además, tan sólo unas 20 del total tienen menos de 60 años. Este pueblo se nutre de agua gracias al manantial de 'Els Fontanals' situado en el Parque Natural del Penyagolosa. El agua del manantial circula hasta unas cubas donde se almacena, se trata, y se distribuye a todos los hogares del municipio.
Sin embargo, a causa de la sequía, y durante los meses de verano de los últimos años, no circula la suficiente agua para que estas cubas sean capaces de abastecer a los vecinos. Es por ello que, durante la temporada estival, un camión cisterna acudía hasta los depósitos de Chodos para aportar los litros restantes necesarios que el manantial, de forma natural, no era capaz de proporcionar. Por desgracia, tras pasar el peor año de los últimos 33 en cuanto a escasez de precipitaciones, Chodos abrió en 2023 el apoyo del camión cisterna durante el verano y ya nunca lo cerró. Este mes cumplen un año entero sin el agua suficiente para poder vivir el día a día.
Miguel Ferrer, alcalde de la localidad, explica a LAS PROVINCIAS cómo se organizan para poder abrir el grifo cualquier día de la semana y que salga agua que poder consumir. «Actualmente el manantial nos abastece de unos 3000 litros al día, pero en el pueblo se necesitan unos 8000. Por eso, el camión viene y llena nuestros depósitos tres veces a la semana para poder tener el agua necesaria», explica Ferrer. Tras pasar varios años con esa problemática sólo en verano, en 2022 la Diputación de Castellón instaló un depósito de 500.000 litros que sirviese para almacenar agua en periodos de escasez, que se unía a las dos cubas tradicionales del pueblo, las cuales juntas suman otros 500.000. Sin embargo, en los dos últimos años ha circulado tan poca agua que el pueblo jamás ha podido llenar los tres depósitos de los que dispone.
«Desde que se inauguró el nuevo depósito, prácticamente no ha servido por cómo nos golpea la sequía», afirma el alcalde. Estos depósitos cuentan con un contador digital que se puede revisar desde el Ayuntamiento, y así controlar los niveles de agua que se almacenan en las cubas. Aunque eso sí, existe un sistema mucho más rudimentario con el que los vecinos saben si están faltos de agua: «los depósitos se encuentran a mayor altura que las casas, por lo que el agua llega por presión natural. Cuando en las casas más altas la presión es débil, sabemos que los depósitos están al mínimo».
Ante esta situación, los vecinos viven concienciados con el uso que e dan al agua. María del Mar, residente en Chodos, sabe perfectamene cuantos segundos tarda su ducha en calentar el agua: «Pongo un cubo en la ducha, cuando pasan unos nueve segundos ya sé que puedo entrar. El agua que he acumulado en el cubo luego la utilizo para fregar después». La vecina afirma que los vecinos saben de muchos «trucos» para saber gestionar el agua. Sin embargo, cuando llega la temporada de verano también aparecen muchos visitantes, y éstos no están acostumbrados a racionar su consumo. «Algunos senderistas se duchan por las mañanas después de andar, y luego por la noche les vuelve a apetecer el agua caliente. Con ellos debemos continuar las tareas de concienciación», afirma María del Mar.
Igual que ella, Miguel Ferrer también recicla el agua que utiliza: «yo cuando lavo los platos, almaceno el agua que uso, y así la puedo utilizar de cisterna para el baño». Además, el alcalde añade que en la fuente de la plaza principal del pueblo siempre caía agua, de manera constante, del manantial del Marinet. La que emana de la fuente es agua no tratada, pero los vecinos del pueblo la utilizaban para el riego, los animales o para tareas del hogar. Después de más de 25 años, el agua ha dejado de correr en la plaza: «los últimos tres meses veías un hilo caer. El manantial hoy está completamente seco». La fuente se ha convertido así en un símbolo de buenas o malas épocas. «Cuando llueve, la fuente vuelve a funcionar. Así sentimos que hemos tenido suerte», explica Ferrer.
Además, el sistema puede tener fallos. En caso de fuga, cada día que pasa sin encontrar por dónde se pierde agua de todo el recorrido desde los depósitos hasta los hogares, se puede llegar a perder la cantidad de agua que utilizan varias personas en un día entero. Por ello, la idea es poner un contabilizador en cada casa, y así interceptar cuanto antes la pérdida, ya que no se puede desperdiciar ni una gota.
Ya no sólo peligra el consumo de los vecinos a diario. El municipio, rodeado de bosque, ve como la vegetación a su alrededor ha pasado de tonos verdosos y coloridos a un marrón seco que alerta de uno de los mayores peligros para las zonas rurales: los incendios forestales. Dentro del plan de prevención de incendios municipal, Chodos dispone de una balsa a la que pueden acceder los helicópteros de emergencias para luchar contra las llamas en caso de algún conato por la zona. Sin embargo, a raíz de la severa sequía que sufre el área municipal, las escasas precipitaciones ofrecen una visual de la balsa prácticamente seca. En caso de emergencia, el helicóptero no tendrá lugar cercano al que acudir para llenar su tanque de agua.
Jorge, trabajador del bar del pueblo, se siente muy preocupado por la situación. «Nuestro mayor tesoro es la naturaleza que nos rodea», explica emocionado, y añade, «es cierto que la sequía nos afecta en el consumo, pero más afecta al entorno, El día que tengamos un susto no habrá forma de parar al fuego». El último fuego que vivieron en Chodos fue hace algo más de dos años. Por suerte, uno de los vecinos se dio cuenta cuando recién nacieron las llamas, y varios de los habitantes de la localidad fueron capaces de apagarlo antes de que se extendiera. hoy en día, los vecinos viven con ese miedo de no tener la misma suerte la próxima vez.
Pese a que durante el último año han sabido racionar bien el agua de la que disponen, cada verano en Chodos habían contado con las reservas que se acumulan en sus depósitos además del refuerzo del camión cisterna. Sin embargo, tras una campaña donde el agua transportada ya ha sido necesaria, el reto de abastecer a todos los visitantes del verano preocupa a los residentes. «Si durante el año somos 60 en verano lo habitual es que seamos unos 200, y en la semana de fiestas podemos llegar a los 500», explica el alcalde. Con estos números se calcula que, si una semana del año ellos pueden gastar casi 60.000 litros de agua, se calcula que durante la semana de fiestas se pueden llegar a consumir hasta 500.000 litros.
Por ello la acción de los vecinos cada día para ahorrar, el apoyo del camión cisterna, y sobre todo, que vuelvan las precipitaciones y la nieve en las épocas en las que tradicionalmente caían sobre la comarca del Alcalatén, son puntos necesarios para que en la época de verano, con más afluencia, haya agua para todos. «Menos mal que he limpiado la piscina y sirve el agua del año pasado, si no los vecinos me echan del pueblo», comenta entre risas Miguel Ferrer mientras se despide.
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