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Julio Arrieta
Viernes, 11 de abril 2025, 00:22
Por su ubicación en el Mediterráneo, el archipiélago maltés tiene una prehistoria rica y única. Como en todas las islas remotas habitadas desde el pasado ... más lejano, saber cómo y cuándo llegaron los seres humanos a Malta es objeto de estudio y debate. Hasta ahora, se daba por cierto que los primeros pobladores no pudieron alcanzarla antes de la aparición de la agricultura y el cambio tecnológico que acompañó a esta transición. Pero una nueva investigación, publicada este miércoles en 'Nature', demuestra que hace unos 8.500 años unos cazadores recolectores navegaron unos 100 kilómetros por aguas abiertas para alcanzar la isla mayor del archipiélago y establecerse en ella, más de mil años antes de la llegada de los primeros agricultores. «Una hazaña asombrosa para unos cazadores recolectores que probablemente utilizaban simples piraguas», dicen los investigadores.
«La aparición de la navegación de larga distancia varía considerablemente en todo el planeta, con una aparición temprana en el Sudeste Asiático y el continente australiano que al parecer no se reprodujo hasta más tarde en otras regiones, como las islas de la costa africana», dicen los científicos en su artículo. «Con una travesía marítima de unos 100 kilómetros desde Sicilia, y unas tres veces más hasta el Magreb, el archipiélago maltés se encuentra entre los grupos de islas más remotos del Mediterráneo, el mayor mar interior del mundo».
La subida del nivel del mar sumergió rápidamente hace unos 13.000 años el hipotético puente terrestre que pudo unir en algún momento Malta a Sicilia, de escasa altitud y ahora a unos 95 metros de profundidad. Después, tanto Sicilia como las islas maltesas alcanzaron sus configuraciones actuales, con una masa terrestre combinada de sólo 316 kilómetros cuadrados. Al igual que otras islas pequeñas del Mediterráneo, y sobre todo debido a su clima semiárido, «Malta era demasiado pequeña y remota para albergar poblaciones humanas antes de la adopción de la agricultura y de una tecnología marítima más avanzada».
Pero este nuevo estudio documenta «la navegación de larga distancia más antigua del Mediterráneo», antes de la aparición de las primeras formas rudimentarias del uso de la a vela hace entre 7.000 y 5.000 años, posiblemente en las costas orientales del Mediterráneo, el Nilo y el Golfo Pérsico.
«Dependiendo de las corrientes de la superficie del mar y de los vientos dominantes, así como del uso de puntos de referencia, estrellas y otros modos de orientación, es posible una travesía de unos 100 kilómetros, con una velocidad de unos 4 kilómetros por hora» en algún tipo de canoa o piragua sobre cuya forma, por ahora, solo se puede especular. Incluso en las épocas del año con más horas de luz de día, «estos navegantes tuvieron que pasar varias horas de oscuridad en aguas abiertas», explica el profesor Nicholas Vella, de la Universidad de Malta, uno de los firmantes del estudio, realizados por un equipo científico dirigido por la profesora Eleanor Scerri, del Instituto Max Planck de Geoantropología (MPI-GEA) y la Universidad de Malta.
Las pruebas arqueológicas en las que se basa esta nueva investigación son el resultado de las excavaciones de la cueva de Latnija, también conocida como Ghar il-Latnija y Ghar-Tuta (nombre con el que aparece en Google Maps). Es una cavidad natural que se encuentra muy cerca de la costa en la península de Ahrax, en el noroeste de la isla de Malta, la mayor del archipiélago. Se trata de un sumidero natural formado por el colapso de una estructura geológica, lo que le da una apariencia de cráter abierto con paredes empinadas, un tipo de formación común en Malta debido a su geología kárstica, dominada por la piedra caliza.
Por su profundidad y paredes escarpadas es muy popular entre los escaladores modernos por su dificultad y es uno de los atractivos turísticos de la zona. Pero para los arqueólogos era un sitio que había sido relacionado hasta ahora con el Neolítico temprano, ya que la zona en la que se encuentra ha mostrado evidencia de ocupación humana desde esa época. La región fue objeto de interés arqueológico durante todo el siglo XX, con exploraciones más intensivas a partir de las décadas de 1960 y 1970.
En las excavaciones en la cueva los investigadores han encontrado huellas de ocupación muy anteriores al Neolítico en forma de herramientas de piedra propias del periodo anterior, el Mesolítico, hogueras+ y restos de comida cocinada. «Encontramos abundantes pruebas de la presencia de diversos animales salvajes, como el ciervo rojo, que se creía extinguido a estas alturas», explica la profesora Scerri. «Cazaban y cocinaban estos ciervos junto a tortugas y aves, incluidas algunas de gran tamaño y hoy extintas».
Además, el equipo de investigadores identificó pruebas claras de la explotación de los recursos marinos. «Encontramos restos de foca, varios peces, incluido el mero, y miles de gasterópodos marinos comestibles, cangrejos y erizos de mar, todos indiscutiblemente cocinados», añade el doctor James Blinkhorn, de la Universidad de Liverpool y MPI-GEA, otro de los autores del estudio.
Destacan también los investigadores que estos descubrimientos plantean nuevas preguntas sobre la extinción de animales endémicos en Malta y otras islas pequeñas y remotas del Mediterráneo, y sobre la posibilidad de que comunidades mesolíticas distantes estuvieran vinculadas a través de la navegación marítima. Esto apunta a Sicilia, a 85 kilómetros de Malta y donde hay evidencias abundantes de ocupación durante el Mesolítico, como lugar de origen de estos primeros navegantes. En todo caso, «las distancias recorridas por los cazadores recolectores hasta Malta podrían haber sido considerablemente mayores», de hasta 100 kilómetros, pues «cualquier travesía de Sicilia a Malta habría tenido que enfrentarse a la dinámica de las corrientes oceánicas en el Canal de Malta», explican los investigadores en su artículo.
Esta relación de Malta con Sicilia no es sorprendente porque antes de estos nuevos descubrimientos algunos expertos ya habían especulado con la posibilidad de que grupos de cazadores recolectores sicilianos podían haber visitado Malta de forma esporádica. Sugerían que la economía basada en recursos marinos y terrestres que mostraba el análisis de útiles líticos y restos de fauna en yacimientos sicilianos como el de la cueva Uzzo podría haberse extendido a Malta en travesías ocasionales. El estudio de Scerri y sus colaboradores convierte esta especulación en un hecho comprobado.
«Estos resultados añaden mil años a la prehistoria maltesa y obligan a reevaluar las capacidades marineras de los últimos cazadores-recolectores de Europa, así como sus conexiones e impactos en los ecosistemas», concluye Scerri.
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