Reuters / AFP
Jueves, 26 de septiembre 2024, 16:11
Tuvalu y sus 11.000 habitantes, que viven en nueve atolones repartidos por el Pacífico, se están quedando sin tiempo. Este país de la Polinesia situado en el Océano Pacífico, cuya elevación media es de sólo 2 m (6,56 pies), ha experimentado un aumento del nivel del mar de 15 cm (5,91 pulgadas) en las últimas tres décadas, una vez y media el promedio mundial.
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Los científicos de la NASA proyectan que para 2050 las mareas diarias sumergirán la mitad del atolón principal de Funafuti, hogar del 60% de los residentes de Tuvalu, donde las aldeas se aferran a una franja de tierra tan estrecha como 20 m en algunos lugares.
«Creo que estamos a punto de hundirnos», explica Fukanoe Laafai, empleado de oficina de 29 años. A él le gustaría formar una familia, pero le cuesta conciliar sus planes con el aumento del nivel del mar, que según los científicos sumergirá gran parte de su tierra natal cuando sus hijos lleguen a la edad adulta.
Tuvalu pretende cambiar la ley del mar para conservar el control de una vasta zona marítima con lucrativos derechos de pesca, y ve dos vías para lograrlo: un caso de prueba en el tribunal marítimo internacional o una resolución de las Naciones Unidas.
El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, advirtió a finales de septiembre que el aumento del nivel del mar a causa del cambio climático amenaza con crear «una marea de infortunios», para los 900 millones de personas que viven en zonas costeras del mundo.
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Fue en la misma Asamblea General de la ONU en la que una coalición de pequeños países insulares, en la que está Tuvalu, pidieron que su soberanía sea respetada si sus naciones acaban sumergidas por las aguas.
Según un estudio citado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, cinco naciones -las Maldivas, Tuvalu, las Islas Marshall, Nauru y Kiribati- podrían volverse inhabitables en 2100, creando 600.000 refugiados climáticos apátridas. Por ese motivo las naciones insulares también están presionando para obtener protecciones legales que salvaguarden los derechos humanos de los desplazados forzosos, garanticen el apoyo financiero a los esfuerzos de adaptación y establezcan programas que preserven su cultura.
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Los científicos alertan que el nivel del mar está subiendo más rápidamente que en cualquier momento de los últimos 3.000 años, debido a la fundición de los cascotes de hielo de Groenlandia y la Antártida. Entre 1901 y 2018, el nivel del mar aumentó en torno a los 20 cm, casi la mitad de esto solo entre 1993-2018. El ritmo de aumento alcanzó casi medio metro en los últimos años. Los gases de efecto invernadero, producidos mayoritariamente por la combustión de combustibles fósiles, son los principales culpables
El territorio de Tuvalu tiene apenas 26 kilómetros cuadrados, pero está disperso en un archipiélago muy extenso, lo que crea una zona económica exclusiva de unos 900.000 kilómetros cuadrados, más del doble del tamaño de California. En esta sociedad unida y profundamente cristiana, los residentes dijeron a Reuters que temían que la reubicación significara la pérdida de su cultura. «Algunos tendrán que irse y otros querrán quedarse aquí», dijo Maani Maani, de 32 años, un trabajador de informática en la ciudad principal de Fongafale.
«Es una decisión muy difícil de tomar», añadió. «Dejar un país significa abandonar la cultura con la que naciste, y la cultura lo es todo: la familia, tu hermana, tu hermano. Lo es todo».
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La frustración por la respuesta global a la difícil situación de Tuvalu , incluso después del acuerdo decisivo con Australia, llevó a los diplomáticos de Tuvalu a cambiar de táctica este año, según explicaron dos funcionarios.
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Por ahora, Tuvalu está intentando ganar tiempo. En Funafuti, que tiene 400 m de ancho en su punto más ancho, se están construyendo diques y barreras para protegerse contra las mareas de tormenta. Tuvalu ha construido 7 hectáreas (17,3 acres) de tierra artificial y está planeando construir más, con la esperanza de que permanezcan por encima de las mareas hasta el año 2100.
Para entonces, la NASA proyecta un aumento del nivel del mar de 1 m en Tuvalu , o el doble en el peor de los casos, lo que dejaría el 90% de Funafuti bajo el agua.
La vida ya está cambiando: los habitantes de Tuvalu dependen de tanques de agua de lluvia y de un huerto elevado central para cultivar verduras, porque las inundaciones de agua salada han arruinado las aguas subterráneas, afectando a los cultivos. Un tratado histórico sobre clima y seguridad con Australia anunciado en 2023 ofrece una vía para que 280 habitantes de Tuvalu emigren anualmente a Australia, a partir del año próximo.
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Las aguas de Tuvalu , ricas en atún, son explotadas por flotas pesqueras extranjeras que pagan al país unos 30 millones de dólares en derechos de licencia al año, su mayor fuente de ingresos. Tuvalu también obtiene al menos 10 millones de dólares al año por la venta de su dominio de Internet .tv.
Si la comunidad internacional reconociera las fronteras marítimas de Tuvalu como permanentes, esto representaría un salvavidas económico, dijo el viceprimer ministro Panapasi Nelesone en una entrevista.
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Los vecinos de Tuvalu -los 18 miembros del Foro de las Islas del Pacífico- están de acuerdo. Han declarado que los límites marítimos de la región están fijados. Y el tratado con Australia dice que «la condición de Estado y la soberanía de Tuvalu continuarán».
Quince gobiernos, incluidos algunos de Asia y Europa, también han firmado comunicados bilaterales con Tuvalu acordando que sus límites no se modificarán por el aumento del nivel del mar, dicen funcionarios y legisladores de Tuvalu .
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Pero de las jurisdicciones extranjeras que operan flotas pesqueras en el Pacífico, sólo Taiwán, aliado diplomático de Tuvalu , y Fiji, su vecino, han firmado comunicados de ese tipo. Los funcionarios de Tuvalu dicen que esto los inquieta; les preocupa la pesca ilegal en el futuro y la consiguiente pérdida de ingresos.
Otros países ya han empezado a sufrir las consecuencias del aumento del nivel del mar. Es el caso de Panamá, donde cientos de familias isleñas fueron reubicadas en el continente o Bangladesh, donde el agua salada contamina el agua potable, destruye cultivos y amenaza la salud de la población.
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El aumento del nivel del mar también recrudece las tempestades, la erosión costera y las inundaciones, destruye la biodiversidad y actividades como la pesca, la agricultura y el turismo. «Si no actuamos pronto, la situación será mucho peor», también por la presión migratoria.
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