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Vista general de El Poble Nou de Benitatxell .:: vicente ferrer
Una apuesta por conservar la esencia rural y costera

Una apuesta por conservar la esencia rural y costera

El Poble Nou de Benitatxell, una localidad que aúna costumbres y modernidad, mantiene durante el último siglo y medio sus tradiciones agrícolas, pesqueras y artesanales

NIEVES MARCOS

Sábado, 28 de marzo 2015, 00:17

La playa del Moraig, el Morro Falquí, la Cova del Moraig, la ruta dels Testos o la ruta dels Penya-segats son algunos de los atractivos turísticos que mantiene El Poble Nou de Benitatxell, localidad ubicada en pleno corazón de la Marina Alta que trata de conservar su esencia rural, costera y su respeto por las tradiciones, y que a la vez apuesta por la recuperación de su paisaje agrícola y el cultivo artesano de su principal producto autóctono: la uva de moscatel. La localidad posee una estratégica ubicación, ya que desde sus montes y acantilados se pueden contemplar algunas de las vistas panorámicas más espectaculares de toda la Costa Blanca alicantina.

Remontándonos a la historia de esta singular localidad, apenas quedan testigos documentales de los hechos acontecidos antes de principios del siglo XX, ya que el archivo municipal sufrió un incendio durante la Guerra Civil. Sin embargo, se sabe que sobre el año 1870 la población contaba con alrededor de 1.300 habitantes, llegando a casi 2000 en el año 1900, crecimiento que se relacionó con la expansión de la agricultura, concretamente con el cultivo de la uva moscatel y la exportación de pasas.

Con la expansión del turismo y el aumento de residentes extranjeros, el padrón municipal llegó en el año 2013 hasta los 5.720 habitantes, aunque actualmente ha vuelto a bajar el número de vecinos hasta los 4.659, según datos oficiales. Este descenso se debe, posiblemente, al retorno de población inmigrante a sus respectivos países y a la propia situación económica en España, que ha provocado que habitantes de la localidad también hayan emigrado.

Pero, aunque el turismo es muy importante para la población, El Poble Nou de Benitatxell sigue manteniendo un relevante componente agrícola. De hecho, el sector primario sigue siendo principal fuente de recursos, centrado aún en el cultivo de uva de moscatel. A principios del siglo XX, la mayoría de los vecinos eran jornaleros que incluso iban a la Ribera en los meses de la plantación y la siega del arroz y viajaban hasta Orán en la temporada de la poda. Una emigración que se repitió en la posguerra. El empuje migratorio también llegó hasta Estados Unidos, Argentina y Venezuela.

El comercio internacional de la pasa centró la economía entre finales del siglo XIX y principios del XX con un gran crecimiento de la superficie cultivada. La pasa vivió sus mejores años hasta principios de la I Guerra Mundial, cuando las fuertes ventas a ambos bandos contendientes logró alcanzar precios máximos, hasta el punto de que ese periodo se denominó popularmente como el de los años de la 'pansa cara' (uva pasa cara). De aquella data el importante legado cultural y arquitectónico de los riuraus, construcciones con típicas arcadas para proteger las pasas de la lluvia y el sol directo durante su proceso de secado.

No hay que olvidar que El Poble Nou de Benitatxell es una localidad costera; de ahí la importancia que también tiene el mar como fuente de recursos para los habitantes del municipio. La escarpada fachada litoral provocó el surgimiento de una técnica de pesca típica de algunos pueblos de la Marina, 'les pesqueres del cingle'. Era una modalidad de captura nocturna en la que los pescadores bajaban hasta el acantilado y se situaban en plataformas artesanas, desde las que atraían al pescado mediante la luz de carburo u otros materiales incandescentes. Una arriesgada forma de pesca que actualmente ya no se practica. En los años 1950-1960 también apareció la llamada industria del plástico, centrada sobre todo en la fabricación de bolsas y bolsos, lo que provocó que las economías familiares ya no dependieran únicamente del campo o del mar y que paulatinamente se produjera una transformación social y económica del pueblo.

A principios de los 70, el ayuntamiento vendió gran parte de los terrenos de la montaña Puig Llorença, operación económica que sirvió para construir la red de agua potable y asfaltar las calles del núcleo urbano, lo que ayudó a la modernización del municipio.

Hoy son muy diferentes las inquietudes culturales y de ocio, naturalmente, pero entre la población se siguen recordando con gran cariño aquellos momentos lejanos y entrañables de la inauguración del cine, a mitad de los años 50, y la posterior apertura del Teleclub, todo un acontecimiento en los 60, con la llegada de la televisión. Alrededor de aquel Teleclub se formaron diversos grupos juveniles con importantes inquietudes, que después fueron embrión de otras iniciativas culturales, como la fundación de la banda de música local, y también sociales y políticas que se entroncan hasta hoy mismo en las estructuras del pueblo.

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