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El acto de inauguración de la casa cuartel que trataron de frustar los maquis en 1947.:: LP
El atentado frustrado que pudo cambiar  la historia de Villar

El atentado frustrado que pudo cambiar la historia de Villar

Los maquis intentaron matar al gobernador civil antes de inaugurar un cuartel en 1947, pero la comitiva evitó la emboscada en la antigua CV-35

BEATRIZ LLEDÓ

Sábado, 28 de marzo 2015, 00:17

La historia contemporánea de Villar del Arzobispo está marcada por lo que pudo ser y no fue. Por un atentado organizado por los maquis que, de haberse perpretado, habría cambiado la historia del pueblo y quizá de toda la provincia de Valencia. Lo cierto es que la operación de la guerrilla antifranquista fracasó.

La fecha elegida fue el 24 de enero de 1947. El objetivo de los guerrilleros: acabar con la vida del gobernador civil de Valencia, Ramón Laporta Girón. Coincidiendo con la fiesta patronal de la Virgen de la Paz, el mandatario iba a inaugurar la nueva casa cuartel de la Guardia Civil en Villar del Arzobispo. «Los maquis tenían información precisa de aquel acto y aprovecharon para preparar cuidadosamente un atentado en la carretera, unos seis kilómetros antes de entrar en la población», detalla el historiador Manuel Mínguez.

Era una más de las acciones que la Guerrillera del Levante y Aragón (AGLA) quería llevar a cabo para exhibir su fuerza y demostrar que podían llevar a cabo actuaciones que desgastasen al nuevo régimen.

Los guerrilleros prepararon la operación concienzudamente. En ella participaron 24 personas, comandados por el jefe de la Agrupación Guerrillera del Levante del 11 sector, Florián García Velasco, 'el Grande', y entre los participantes estaba Francisco Mariano, 'Chatillo de Sisantes'; 'Pepito el Gafas', y Antonio Gan, 'Cubano'. El lugar escogido fue «la antigua venta deshabitada situada junto al puente de La Aceña, junto a la actual CV-35 en término de Villar del Arzobispo, en el kilómetro 44 y muy cerca del término de Casinos», concreta Mínguez.

La noche del 23 de enero de 1947 dispusieron los parapetos en una curva e instalaron las ametralladoras a ambos lados de la carretera. Durante el día, para evitar ser vistos, puesto que era una vía transitada por vehículos y agricultores en sus trayectos de trabajo, estaban ocultos en una noria deshabitada próxima al lugar de actuación donde tenían víveres y armamento. Aunque lo hicieron con la máxima discreción, un pastor vio a dos maquis armados cerca del puente, aunque no informó a las autoridades el mismo día.

La arriesgada operación fracasó cuando la comitiva que debía llegar a Villar del Arzobispo desde Valencia y que estaba encabezada por Laporta tomó otra ruta. «Después de llegar a Casinos existen dos carreteras para acceder a Villar: la actual CV-35 por la que los guerrilleros esperaban que fuera la comitiva puesto que es la más recta y acondicionada, y la actual CV-345 de Casinos-Titaguas, que fue la que tomó, no se sabe si por error o casualidad, en lugar de la que tenían prevista», cuenta Mínguez. Además de muchas autoridades civiles también iban cargos militares como el jefe de zona de la Guardia Civil, jefes y oficiales.

Los guerrilleros aguardaron varias horas para perpetrar el deseado golpe. Pero, llegado el mediodía, desistieron de su decisión. «Fue una suerte para los vecinos de la población serrana, puesto que la represión gubernamental posterior al atentado hubiera sido muy férrea», opina el experto.

Dos días después, y por medio de unos enlaces, los maquis decidieron entrar por sorpresa en la población de Losa del Obispo y asaltar su pequeño cuartel. En la tarde del domingo 26 de enero, los mismos guerrilleros que prepararon el fallido atentado de Villar del Arzobispo, tomaron aquel pueblo. El objetivo era incautarse de provisiones y armas. También «demostrar que eran capaces de enfrentarse con la Guardia Civil en una acción militar», puesto que iban a por el cabo-comandante Rafael Borrego. Este se encontraba tomando café en el bar cuando entró el guerrillero Chato con una ametralladora y se produjo el tiroteo, como relata el historiador Fernández Cava.

Aquel acto sí acabó en un baño de sangre con ocho vecinos muertos, además de numerosos heridos. La prensa de la época, dominada por la censura, fue muy escueta. Tan sólo LAS PROVINCIAS se hizo eco del asalto de Losa del Obispo, ya que los actos guerrilleros se declararon como materia reservada.

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