BEATRIZ LLEDÓ
Sábado, 28 de marzo 2015, 00:18
Cuando uno alza la vista y contempla el imponente castillo de Alaquàs, piensa que ha lucido así de impertérrito desde su construcción a finales del siglo XVI. Pero nada más lejos de la realidad. Esta joya renacentista, levantada para demostrar el poder económico y prestigio social de sus nobles dueños, cayó en el olvido y fue abandonada a partir del siglo XVIII. A principios del XX sufrió dos intentos de derribo. Las diferentes campañas de movilización iniciadas por Teodoro Llorente y sus artículos en LAS PROVINCIAS para despertar la atención sobre este edificio permitieron recuperarlo. Hoy es un referente cultural para l'Horta.
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La fortificación, mandada construir 1582, fue entonces un símbolo de prosperidad. Pero su poderío se fue evaporando con el paso del tiempo y a partir del siglo XVIII y, sobre todo, en el XIX es saqueado y amenaza ruina. La visita en diciembre de 1880 de 16 miembros del Centro Excursionista de Lo Rat Penat, entre los que figuraba Teodoro Llorente, les permite descubrir el edificio. Arranca una época de reivindicación por parte de la intelectualidad valenciana. Esta sociedad cultural valencianista elabora una primera valoración pública del monumento. Además, vuelven a visitarlo en tres ocasiones más: en 1897, 1898 y 1907.
«El papel de LAS PROVINCIAS y de su fundador, Teodoro Llorente, así como después de su hijo, Teodoro Llorente Falcó es clave. Primero al descubrir el castillo y después llamando la atención sobre lo que estaba sucediendo y los intentos de derribo. Sin su intervención hoy habría desaparecido», asevera el profesor de la Universitat de València Rafael Roca.
El momento más oscuro y controvertido de la historia del edificio se concentra en solo una década. Primero en el año 1918 cuando su entonces dueño, el industrial Vicente Gil Roca, quiere echarlo abajo para vender sus maderas y otros elementos arquitectónicos como el pavimento cerámico, del que se han identificado 275 tipologías diferentes.
Oposición a su destrucción
De nuevo, una movilización de la prensa, liderada por LAS PROVINCIAS, y de los intelectuales alertan sobre la atrocidad que se pretenden hacer y logran paralizar el primer intento de derribo. Tal y como aseguraba Llorente Falcó, «el presidente de Lo Rat Penat, enterado de los propósitos de demolición de la antigua construcción, con gran celo, ha comenzado a realizar patrióticas gestiones encaminadas a evitar que aquella se consume, para lo cual se ha dirigido a un valenciano muy amante de nuestros monumentos, a don Mariano Benlliure, que ocupa el importante cargo de director general de Bellas Artes».
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Los miembros de Lo Rat Penat, que 40 años antes habían descubierto y puesto en valor el castillo-palacio de Alaquàs, volvían a defenderlo. La intermediación del escultor Benlliure resulta determinante para que el rey Alfonso XIII lo declare edificio artístico y con ello, se paralice el derribo. El diario decano celebra la noticia a través de un artículo en el que Vicent Ferran Salvador califica el castillo como «un poema de piedra cuyas estrofas cantan muy alto algo muy bello de nuestra historia regional».
Pero la amenaza de derribo seguía latente. Tanto que en 1928 llega a derruirse una torre. «Se produce una agresión real al edificio. Según cuenta un vecino, Carmel Baixauli, la tumban de noche. Y es él quien da la voz de alarma», explica Roca. Al parecer, Vicente Gil aprovecha un requerimiento del ayuntamiento para que repare la torre noroeste, que estaba en peligro de venirse abajo, y decide destruirla. De nuevo, el resto del castillo se logra mantener en pie gracias a la prensa. Durante el franquismo, diversos historiadores y valencianistas dan a conocer de nuevo esta joya arquitectónica y en los años 40 lo adquiere la familia Lassala, que vela por su conservación. En la década de 1960 el castillo domina, no solo Alaquàs, sino todo su paisaje. Hasta entonces se puede contemplar casi desde cualquier punto de la comarca.
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La historia más reciente es la de la apertura del emblemático monumento a todos los ciudadanos. El 3 de enero de 2003, tras siglos de propiedad privada, el Ayuntamiento consigue la ocupación del monumento. El 28 de febrero se abren las puertas al público por primera vez. En 2007 concluye su restauración, que permite recuperar, por ejemplo, el claustro superior, los pavimentos cerámicos y la torre noroeste derruida en 1928. Hoy es uno de los principales centros culturales de la Comunitat.
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