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M. J. CARCHANO
Sábado, 28 de marzo 2015, 00:18
En marzo de 1949, un cura recién llegado, Eduardo Ballester, se decepcionó al enterarse de que en Benetússer no se realizaba ninguna celebración exterior sobre la Semana Santa aparte de los oficios en el interior del templo parroquial. El delegado local de la obra sindical de Educación y Descanso, Antonio Martín Pareja, recogió el guante lanzado por el cura, y le prometió que habría incluso vestas.
Pero el problema era que no había experiencia, ni dinero, no había cofradías, ni siquiera pasos, pero la idea y el entusiasmo cuajaron entre la población, que adaptó una imagen de un Cristo crucificado como Cristo yacente. De esta forma decidieron al menos que se celebrara una procesión del Santo Entierro. Además, en un municipio dedicado a la madera, en pocos días tenían lista una urna hecha con unas tablas y unos listones, decorado con purpurinas para imitar el oro y la plata. La parroquia contaba además con una imagen de la Virgen Dolorosa, y se improvisó otro paso, la Vera Cruz, con una sencilla cruz de madera, en cuyos brazos se colgaría un lienzo.
Se alquilaron siete vestas -túnicas y capirotes negros- a la ropería Insa de Valencia, y parte de la directiva del Hogar del Productor usó estas vestimentas, Aquel año crearon la primera cofradía, a la que pusieron por nombre del Santo Sepulcro, mientras que el resto de directivos iban vestidos de particular detrás del paso de la Vera Cruz. Un grupo de mujeres procesionaba tras el paso de la Dolorosa.
La iniciativa llegó a oídos de una anciana enferma, que recordó cómo hacía muchos años, cuando ella era solo una niña, en Benetússer se celebró una Semana Santa viviente, y relató cómo Cristo iba cargado con una cruz. Sin embargo, lo que más recordaba era el acto del Descendimiento del Señor. Cuando Martín Pareja se enteró de los recuerdos de la anciana, la idea de representar teatralmente los misterios cogió fuerza. Por expreso deseo de la anciana, su nieta, una niña de doce años llamada Elvirín, se vistió de Dolorosa para representar a la madre de Cristo durante el descendimiento de la Cruz, mientras una joven llamada Beatriz Lorenzo interpretó a la Samaritana. Un empleado de banca, Vicente Luis Pascual, fue el primer Cristo que recorrió las calles de Benetússer cargando con una cruz a cuestas. Así, el 15 de abril de 1949, Viernes Santo, ha pasado a la historia de Benetússer como el día en que se inició la tradición más importante de la población, y que perdura hasta la actualidad, cuando se ha transformado en una fiesta de interés turístico provincial, después de más de 50 años de celebraciones ininterrumpidas.
Al año siguiente, en 1950, se decidió incorporar a otras entidades en la organización del evento y se fueron añadiendo actos, como un Vía Crucis penitencial o una procesión del Encuentro, además del día de Pascua de Resurrección, con un glorioso Encuentro entre las dos imágenes de Cristo resucitado y su madre la Virgen. Ese mismo año ya había más de 40 penitentes encapuchados. El éxito fue tal que tras la Semana Santa de 1950 comenzaron a gestarse las primeras cofradías y en 1951 se representó el Desclavamiento en un escenario en la plaza del Ayuntamiento, siempre con la mirada atenta del Arzobispado. Llegado el siglo XXI la agrupación La Pasión, donde se integran los actores que representan la Pasión, tiene más de cien colaboradores.
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