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Sábado, 28 de marzo 2015, 00:17
Esta roca calcárea de 332 metros de altura y un kilómetro de longitud es uno de los símbolos de la Costa Blanca. Gracias a sus condiciones naturales, fue ya un hábitat idóneo para las comunidades prehistóricas. En época íbera se levantó un asentamiento muy importante. En tiempos de los romanos, sus habitantes bajaron hasta el istmo que une el peñón con la costa y en la Edad Media volvieron a habitar sus laderas. Pero los ataques de piratas y corsarios obligaron a sus pobladores a descender a Calpe y asegurar la zona ante las incursiones.
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