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M. J. C.
Sábado, 28 de marzo 2015, 00:17
El siglo XX está repleto de acontecimientos que han modernizado la vida de los ciudadanos. Uno de ellos es sin duda la llegada del agua potable, que en Alfafar se vivió como un algo histórico. En 2012 se conmemoró el primer centenario, y se editó un libro para recordar que estos hechos cambiaron a mejor el día a día de los vecinos. Y en aquellas fotos ahora publicadas se puede ver cómo el pueblo entero se reunió, el dos de septiembre de 1912, en la plaza donde empezó a brotar el agua.
Concluidos los trabajos de aterramiento del marjal y alcanzado un bienestar económico para gran parte de la población, Alfafar buscaba además el bienestar social. Así lo contaba el cronista oficial del municipio, José Francisco Catalá. Entonces la vida era dura, poco tenía que ver con la actual. El calendario agrícola marcaba la actividad. Los habitantes de entonces satisfacían las necesidades de agua obteniéndola de los pozos excavados en las casas y de las fuentes del término. Pero a menudo las aguas de los pozos se veían contaminadas por las fosas sépticas que entonces existían en cada casa. Además, los manantiales no eran potables y el agua se tenía que hervir. Por este motivo se propagaban enfermedades, y para darle a los enfermos agua de mejor calidad tenían que traerla en tren de otras poblaciones.
Así que el alcalde en aquel entonces, un labrador y empresario acomodado, decidió dotar en el presupuesto del ayuntamiento de 1911 «la cantidad de novecientas pesetas para dar principio a los trabajos preliminares de dicho pozo». Además, se hicieron dos cuestaciones populares para poder completar la cantidad necesaria para las excavaciones. Se consiguieron 3.568 pesetas, pero se acabaron pronto y hubo que pedir al Ministerio, que en vista del interés que ya habían demostrado los vecinos y el Ayuntamiento, que había consignado otra partida presupuestaria, aprobó una ayuda, que tardó en llegar. El alcalde decidió incluso adelantar el dinero para que los trabajos de excavación pudieran continuar y no se paralizaran mientras se esperaba la subvención que tenía que llegar de Madrid. Según cuenta el cronista, no pudo recuperarlo todo. Finalmente, cuando las máquinas que perforaban llegaron a los 178 metros de profundidad apareció el agua. Puede decirse que el 2 de septiembre de 1912 marca el inicio de la Edad Contemporánea actual.
Las campanas voltearon anunciando la buena noticia y se acercaron centenares de vecinos a comprobar con sus propios ojos cómo el agua brotaba. La alegría fue inmensa, tanto que se decidió que en el mismo lugar donde se perforó el pozo se construyera un monumento, que todavía preside la plaza del Ayuntamiento de Alfafar, y que es uno de los mayores orgullos de los vecinos.
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