J. A. MARRAHÍ
Viernes, 7 de abril 2017, 20:07
19.30 horas. 6 de abril de 2015. Un estruendo pone en alerta a los vecinos de Cortes de Pallás. Cientos de toneladas de rocas se desploman sobre la CV-428 y sepultan el principal acceso al pueblo, que queda aislado. La tragedia se roza para un vigilante de seguridad de la central hidroeléctrica. Cuando se cumplen dos años del accidente geológico más grave de la historia reciente de la Comunitat, otros desplomes o corrimientos de tierra persisten en varios puntos del municipio y la ladera que se vino abajo sigue a la espera de los primeros controles técnicos de deformaciones. El puente sobre el embalse con el que el pueblo anhela evitar este punto es hoy un proyecto en el aire del que sólo se conoce su precio aproximado: 24 millones de euros.
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El alcalde de Cortes, Fernando Navarro, no alberga dudas de que la ladera «seguirá escupiendo piedras como ha ocurrido toda la vida, antes incluso de la construcción de La Muela II». Desde aquel complicado 6 de abril se han producido «tres desprendimientos sobre la carretera de menor gravedad», entre ellos el que destrozó mallas de seguridad y obligó a cortar otra vez la vía por las lluvias de diciembre.
Pero la inestabilidad geológica en la zona no sólo afecta a este punto crítico. Dos de las cuatro vías de evacuación ante emergencia nuclear en la cercana Cofrentes están cortadas, como denuncia Navarro: la que discurre hacia la pedanía de Otonel, por riesgo de hundimiento del lecho de la carretera, y la que enlaza con Cofrentes, por un movimiento del terreno que ha dejado el asfalto impracticable. Cortes ya ha presentado sus quejas ante Delegación del Gobierno.
Pero hay más. Los últimos temporales han causado otros desprendimientos de rocas en cuatro puntos diferentes de la carretera que enlaza la pedanía de Otonel (Cortes de Pallás) con Millares. El martes, las piedras todavía obstaculizaban parcialmente el paso. En este caso, detalla Navarro, la responsabilidad es municipal, y se comprometió a retirar «lo antes posible» los bloques de piedra que afecten a su término municipal.
Otro frente abierto es el de los controles técnicos de deformaciones en la ladera que fue reparada tras el gran desplome de 2015, bajo impulso de la Diputación de Valencia y con un presupuesto de casi 75.000 euros. Tras retrasos administrativos en el concurso público se acaba de asignar la labor a un grupo de expertos de la Universitat Politécnica.
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Sin embargo, las campañas de medición previstas no se han iniciado, como confirmaron fuentes del departamento de Carreteras. La Diputación prevé que arranquen después de Semana Santa. El objetivo es medir hasta el más mínimo desplazamiento de la ladera con una serie de dispositivos de escaneado láser y así evaluar riesgos. El plan dispuesto pasa por una campaña anual de recogida de datos y otras dos adicionales para estudiar el comportamiento de la ladera en época de lluvias o en periodos secos.
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