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Sábado, 1 de junio 2019, 01:19
Fue a principios de siglo XX cuando la Compañía Siderúrgica del Mediterráneo (CSM) comenzó su actividad en Puerto de Sagunto y convirtió en una 'ciudad-factoría' lo que hasta entonces era un poblado inexistente. Un entorno pensado por y para la empresa, donde los directivos tenían una zona residencial exclusiva, la Ciudad-Jardín de los Ingenieros, dentro del conjunto de prestaciones urbanísticas y sociales que abarcaba la Gerencia. Una burbuja industrial compuesta por 22 mansiones de la que ahora solo quedan ruinas y fachadas pintadas que simulan, en un tapiado espejismo, su imagen original.
TAMARA VILLENAFue a principios de siglo XX cuando la Compañía Siderúrgica del Mediterráneo (CSM) comenzó su actividad en Puerto de Sagunto y convirtió en una 'ciudad-factoría' lo que hasta entonces era un poblado inexistente. Un entorno pensado por y para la empresa, donde los directivos tenían una zona residencial exclusiva, la Ciudad-Jardín de los Ingenieros, dentro del conjunto de prestaciones urbanísticas y sociales que abarcaba la Gerencia. Una burbuja industrial compuesta por 22 mansiones de la que ahora solo quedan ruinas y fachadas pintadas que simulan, en un tapiado espejismo, su imagen original.
TAMARA VILLENAFue a principios de siglo XX cuando la Compañía Siderúrgica del Mediterráneo (CSM) comenzó su actividad en Puerto de Sagunto y convirtió en una 'ciudad-factoría' lo que hasta entonces era un poblado inexistente. Un entorno pensado por y para la empresa, donde los directivos tenían una zona residencial exclusiva, la Ciudad-Jardín de los Ingenieros, dentro del conjunto de prestaciones urbanísticas y sociales que abarcaba la Gerencia. Una burbuja industrial compuesta por 22 mansiones de la que ahora solo quedan ruinas y fachadas pintadas que simulan, en un tapiado espejismo, su imagen original.
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