Érase una vez la historia de un socavón en el que una noche de invierno cayó un camión de la basura. El agujero sigue al aire desde hace meses y hoy se ha convertido en un expediente X que es la comidilla del pueblo. Y en el cuento no hay final feliz sino una historia de desidia y desafección de un ayuntamiento que parece que no está por la labor. Estas cosas sólo pueden pasar en un sitio, en Chiva, donde últimamente ocurren los sucesos más raros del mundo. Sólo la fiesta del Torico de la Cuerda, que está a la vuelta de la esquina, parece que va a paliar el desastre.
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En Chiva hay una calle que se llama Doctor Lanuza aunque popularmente, en su tramo final, se le conoce como 'la cuesta del lavadero', porque allí antiguamente se iba a 'rentar' sobre las piedras. Ahora, porque llevan meses sin ponerle remedio, corre el riesgo de quedarse como la cuesta del socavón.
Ayer por la mañana, antes de que el sol hiciera justicia, una vecina adecentaba la puerta de su casa. En los pueblos todavía hay costumbre de pasar la escoba y mojar la calle a primera hora. «Mira cómo huele de mal, y son las diez de la mañana. Imagina estos días que ha hecho calor», apuntaba resignada. «Y las casas de ahí abajo están llenas de humedad. Esto no puede ser. Es una vergüenza. Llevamos meses así y aquí nadie hace nada», lamenta mientras seguía a lo suyo.
La historia comenzó de noche. El camión de la basura vio como la tierra se abrió bajo sus ruedas una madrugada de invierno. Y allí se quedó encajado, hasta que pudieron sacarlo con una grúa. La calle, que es acceso principal a Cheste, quedó cortada durante días y técnicos y políticos se acercaron al lugar de los hechos a estudiar con detenimiento aquel enorme hueco. No era raro ver al alcalde de Chiva, Emilio Morales, darse una vuelta de vez en cuando por allí para analizar el agujero del demonio.
Y la historia cogió vuelo en el pueblo, porque casi todo padre e hijo de vecino se ha acercado al sitio, al inicio de la cuesta del lavadero, a ver el boquete y preguntarse por qué nadie ha hecho nada durante meses. Con el tiempo abrieron la calle y los coches pasaron por donde pudieron. Y ahora, el socavón ya es carne de 'meme'. Por los móviles de Chiva circulan coches tragados por el agujero y otros que ponen al alcalde con algún técnico en el que éste le dice apuntando al socavón: «¿Lo ves, Emilio?, ahí está nuestro futuro» .
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El último fenómeno paranormal en Chiva, que incluso mereció un ninot en la única falla que se planta en el pueblo, fue cuando Pascual, un vecino de la localidad, hizo viral su protesta porque en una calle había una alcantarilla que ponía Cheste. Un hecho que no hizo más que acrecentar la sana rivalidad entre las dos poblaciones.
Asomarse a la perforación ahora mismo es mirar de frente al abismo, por la profundidad y por la falta de soluciones. En su día se recogió el escombro y ahora se pueden ver unos puntales que soportan a duras penas el resto de la calle. Hay quien incluso piensa que si se siguen abriendo la brecha, Chiva será engullida por ahí hasta su desaparición total del mapa, como si se fuera a ir por el desagüe.
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Al tocar la puerta del Ayuntamiento y pedir explicaciones, la respuesta siempre es muy política. Que si el interventor decía que lo tenía que arreglar la empresa del agua, que si los del agua dicen que es cosa del Ayuntamiento, que si el contrato debe de ser por vía de urgencia, que si no, que si patatín y que si patatán.
Al final, como casi siempre pasa en Chiva, la solución la tienen las fiestas del Torico de la Cuerda, que para eso están, para disfrutar y solucionar problemas. Y como el toro pasa por la cuesta del lavadero y los recorridos son sagrados, pues el Ayuntamiento se ha puesto manos a la obra meses después para arreglar con un parche el socavón.
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Y ahora, semanas después de que la tierra se tragara al camión de la basura, ya se ven un par de máquinas para tratar de parchear el desastre. Y hay un contenedor con tierra y escombro, donde alguien que pasaba por allí ha decidido tirar también un televisor.
Las carreras del Torico de la Cuerda empiezan el 17 de agosto, y la de la tarde pasa por la cuesta del lavadero. Es el tiempo límite que tienen los operarios y el Ayuntamiento para tapar un agujero que ha estado al aire tantos meses. Lo importante es que el remiendo no esté tierno, porque se corre el riesgo de que el boquete se trague a corredores, cuerda y toro. La solución es de urgencia, porque en un futuro hay que levantar la calle entera.
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En los pueblos se conoce casi todo el mundo, por cercanía o de oídas. «Sácalo en el periódico, a ver si solucionan esto de una vez, que es una vergüenza. A ver si hacen algo, que somos el hazmerreír de la comarca», suplicó un vecino que iba cuesta abajo.
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