El juez procesa al director del Desert de les Palmes por la muerte de diez burros en un proyecto para limpiar montes

El proyecto estrella de la Conselleria de Medio Ambiente en el Desert de les Palmes -convertir a los burros en grandes aliados en la prevención de incendios forestales- ha terminado con el director del enclave natural, Antonio Luis García, y el ganadero Juan Lebrián al borde del banquillo de los acusados.

El juzgado que investigaba la muerte de diez animales considera que existen suficientes indicios de criminalidad para continuar con el procedimiento. Ahora, con la última resolución, da traslado a la Fiscalía para que califique los hechos si considera que son constitutivos de delito. Fue la gran polémica del mandato de Mirea Mollà, cesada unos meses más tarde por discrepancias con la nueva vicepresidenta, Aitana Mas.

La Conselleria de Medio Ambiente ha acordado apartar cautelarmente de sus funciones al director conservador hasta que se resuelva el procedimiento. En un comunicado, aboga por el «absoluto respeto de la presunción de inocencia del funcionario».

El programa consistía en recuperar a animales como los burros e introducirlos en el parque natural para que contribuyeran a la eliminación de vegetal y limpiar de combustible el paraje para prevenir incendios. La idea inicial era la de introducir cerca de 60 cabezas de asno, según consta en la resolución judicial. Fue el director del parque quien contactó directamente con el ganadero.

La iniciativa arrancó en agosto de 2021. Fueron 50 ejemplares de asnos (46 adultos y 4 crías). En la zona habilitada se instalaron cuatro depósitos de agua como bebederos de animales. Además, se indicó que no iban a tener alimentación suplementaria aparte de la pastura existente en las parcelas, recoge el auto. Pero estas condiciones -continúa la resolución- ponían en peligro su vida e integridad. En realidad, la vegetación presentaba bajo valor nutritivo. «No se hizo ningún estudio previo de la carga trófica de la parcelas ni de la adecuación de las parcelas a la recepción de los animales».

Se dio la circunstancia, además, de que los ejemplares se alimentaron de especies leñosas con características antiherbívoras que desincentivaban el consumo. Finalmente fallecieron diez asnos por la falta de ingesta de nutrientes suficientes. Tampoco se hizo un seguimiento de los animales por parte de un veterinario. El proyecto se abortó en octubre.

La idea, tal y como se desprende de la lectura del auto, fue un absoluto despropósito. Aparte del problema de la alimentación, no se pensó en un refugio para las inclemencias meteorológicas ni tampoco en establecer un periodo de adaptación. Además, se registraron «anomalías en el control del proyecto» que indicaban falta de vigilancia sobre los animales. Algunos de los asnos participaron en la iniciativa «pese a su mala condición física».

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