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Fachada principal del convento. Irene Marsilla

El resurgir de la cuna franciscana de España

La Fundación María Antonia Clavel ha mejorado el histórico convento de Chelva, que albergará actos culturales y encuentros universitarios

Manuel García

Chelva

Martes, 3 de septiembre 2024, 00:59

Paz y bien. Esto es lo que se encuentra quien se acerque hasta el convento de San Francisco de Asís en Chelva, todo un tesoro ... histórico que ahora va a revivir para intentar convertirse en referente cultural y albergar actos culturales y encuentros de expertos de diferentes áreas.

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El lema franciscano va como anillo al dedo al caminar por sus históricas estancias, tanto la iglesia como las modestas estancias en que reposaban los franciscanos. De las primitivas cuevas, en las que se agradece entrar para calmar el calor exterior, a las modestas habitaciones del edificio contiguo. Todo ello invita, a quien desee desconectarse del mundo durante un tiempo, a quedarse algunos días en el convento. El único 'pero' es que las instalaciones cuentan con Wifi, necesarias para los profesiona

La Fundación María Antonia Clavel ha firmado un convenio con la Provincia de la Inmaculada Concepción de la Orden de Frailes Menores, OFM, Franciscanos para la gestión del espacio durante un periodo de diez años renovable.

Gustavo Fombuena y Juan José Ruiz, presidente y arqueólogo de la Fundación respectivamente, armados con un manojo de llaves cual guardianes, guían por las diferentes estancias del convento.

Y es que es un edificio de suma importancia, ya que es el primer convento de la Observancia Franciscana que se crea en España en el año 1390, y que gracias a este convenio se convertirá en un atractivo cultural para la sociedad chelvana y el público en general. Con este hecho la Fundación cumple con uno de sus fines que es la recuperación del patrimonio chelvano.

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Este convenio se selló el pasado 10 de abril con la firma entre las dos instituciones en el Palacio Vizcondal. Desde ese mismo momento, la Fundación ha querido involucrar y hacer partícipes en esta nueva etapa del convento a la Fraternidad de Chelva, ya que ellos han mantenido el edificio desde que los franciscanos dejasen Chelva en el año 2000.

Después de una reunión con la fraternidad el 27 de abril, durante el mes de mayo la Fundación llevó a cargo tareas de mejoras en el convento como la reparación de las instalaciones de luz y agua, se colocó un sistema de seguridad con alarma (para evitar robos y actos de vandalismo), desbroce del perímetro o mejora de las celdas de los frailes, además de una amplia limpieza y desinfección.

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Como ejemplo del fin al que se quiere destinar el edificio, desde el día 2 al 29 de junio tuvo lugar en Chelva un curso de Arqueología forense, que reunió a estudiantes de antropología de diversas partes del planeta como Estados Unidos, Canadá o Australia, usando las instalaciones del convento y palacio. Esta enseñanza se logró realizar en Chelva gracias a este convenio, ya que sin las instalaciones del convento no se hubiera podido llevar a cabo. Este curso ha dejado importantes ingresos económicos en los negocios locales y ha dado una proyección internacional a Chelva.

Desde la Fundación han agradecido tanto a la Orden de Frailes Menores las ventajas para poder firmar este convenio tan importante para Chelva, así como a la Fraternidad por las muestras de cariño, ilusión e interés por este hecho que asegura mantener el espíritu franciscano en Chelva, instalado aquí desde hace más de 700 años. La Fundación además, ya está realizando visitas culturales guiadas al convento para mostrar su historia y arquitectura. Quienes estén interesados, y la ocasión lo merece, se puede consultar la web de la Fundación María Antonia Clavel, donde se informa de las visitas a éste y a otros espacios culturales.

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Una historia de más de seis siglos

El complejo comprende todo un recinto amurallado junto al Camino Real que contiene el primitivo convento situado en unas cuevas, un cementerio, una pinada, huertos, una balsa de riego y las nuevas dependencias con la iglesia gótica, y el claustro, celdas y refectorio de principios del siglo XX. Ocupa una superficie total de cinco hectáreas.

También destaca la iglesia de estilo gótico tardío, construida por los vizcondes de Chelva, don Francisco Ladrón y doña Inés Manrique. Sus obras se llevaron a cabo entre los años 1551 y 1558.

Pero la historia empieza antes, en 1390, cuando el Papa Clemente VII aprobó la creación de estos dos conventos, siendo el de Chelva el más antiguo de la observancia en toda España y el quinto de la orden en el Reino de Valencia. Este primitivo convento, en sus orígenes, albergaría una comunidad de no más de seis franciscanos.

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La tranquilidad y el recogimiento son los sentimientos principales en el claustro gótico. Y es que aún se conservan restos del claustro primitivo que fue construido en 1505, de estilo ojival, y costeado por el obispo de Segorbe, fray Gilaberto Martí.

Uno de los personajes históricos de los que se tiene constancia ejerció su labor en el convento entre 1557 y 1559 es el beato Nicolás Factor, quien ejerció como guardián del mismo (el franciscano que más poder tiene y manda en el convento). Fue escritor y pintor y se tiene constancia de dos obras suyas conservadas en este convento (perdidas en la exclaustración) un Señor atado a la columna y una Virgen con el niño en brazos.

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Además se le atribuyen dos milagros realizados en Chelva, uno, multiplicar el trigo del granero para dárselo a los pobres, y otro más famoso, el cual tuvo lugar en la procesión del Corpus Christi, en la cual levitó con la custodia desde la calle de la Parra hasta la calle Virgen del Remedio donde se conserva un panel de azulejos alusivo a este milagro.

Gracias a ello, fue beatificado en 1786 por el Papa Pío VI, y de inmediato, se construyó anexionada a la iglesia una capilla en su honor, con planta oval y estilo neoclásico y restaurada en 1916 tras la exclaustración, aunque actualmente se encuentra con el tejado derrumbado y el acceso tapiado.

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También hay constancia de que el inventor Juan de la Cierva se desplazó hasta el corazón de la Serranía para visitar al fraile Alejandro Calbo, inventor como él.

La importancia del edificio fue variable a lo largo de su historia. En el siglo XVI este convento albergaría una comunidad de entre 25 a 27 frailes y funcionó hasta la exclaustración como colegio de estudios de filosofía y teología. Ya en el siglo XVII se sabe que habría una comunidad de hasta 50 franciscanos.

La etapa más complicada del convento comienza en el siglo XIX. Todo arranca con la invasión napoleónica, en la que los franciscanos, ante la inminente invasión, abandonan el convento y se refugian en Bercuta y Benagéber. Solo se quedaron en el convento dos ancianos, a los que les fue robado el chocolate y los pañuelos pero no fueron molestados por las tropas francesas. En 1812 el delegado francés de Chelva los expulsó y puso a subasta todos sus bienes, a la que ningún chelvano acudió y que fueron adquiridos por fray José Chorro para asegurarlos.

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En 1908 los franciscanos vuelven al convento, donde se realizan reformas neogóticas, que perduran hasta el año 1977 y después se trasladan al Calvario de Chelva hasta el año 2000. Luego se marchan ya al convento de Santo Espíritu. El episodio más negro en el siglo XX, sin embargo, se produjo el 9 de agosto de 1936. Tras el estallido de la Guerra Civil fueron asesinados en la carretera de Valencia los seis franciscanos que pertenecían a este convento.

Ahora, en pleno siglo XXI, los espacios del convento volverán a llenarse de vida cultural.

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