R. González
La Vall de Gallinera
Martes, 7 de mayo 2024
Los temores de los agricultores de la Vall de Gallinera ante la débil y desigual floración de los cerezos se han confirmado. La incertidumbre en ... esta zona del interior de la Marina Alta, que muchos califican como el 'Jerte valenciano', se ha convertido en tristeza en el inicio de recolección porque, como reconoce el presidente de la Cooperativa Cerezas de la Montaña de Alicante, Ismael Cortell, este año los árboles dan pena, ya que ni están frondosos ni aparecen salpicados por el rojo intenso característico de su fruta. «Esta mañana mi mujer y yo sólo hemos cogido cinco kilos de cerezas en 17 fanegadas», cerca de 1,5 hectáreas, comenta con pesar. Agricultores de esta localidad y de Planes, en la vecina comarca del Comtat, apuntan que la campaña está siendo «un desastre».
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Tras cinco años de cosechas malas o prácticamente inexistentes, los agricultores tenían puestas sus esperanzas en esta campaña. Por desgracia, la recolección de las variedades tempranas, que empezó a finales de abril, está resultando floja una vez más.
Emilio recorre uno de sus bancales en la Vall de Gallinera y junto a Ismael observan cada árbol. Mientras repasa las ramas, comenta que la variedad Prime Giant siempre había ido bien. Ahora, en cambio, el árbol presenta flores, pequeñas cerezas que se han secado sin crecer, otras que amarillean y, con suerte, alguna roja pero de ximopequeño calibre.
Ambos coinciden en que el gran mal de esta temporada ha sido la sequía. «No hay agua suficiente en el subsuelo para que las raíces se empapen» y la poca lluvia que ha caído ha resultado insuficiente para que los cerezos recuperen su vigor y produzcan al ritmo de antaño. A eso se le suman las temperaturas, puesto que no se han registrado las horas necesarias de frío y, sobre todo, no se han producido de forma continua, sino que se han visto interrumpidas por episodios de calor. Ese cóctel poco deseado ha alterado los ciclos del árbol y sus efectos son los que en estos momentos están comprobando los agricultores. Y en algunos casos eso se agrava por los daños que causan los jabalíes y una pequeña granizada la semana pasada.
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La fruta recién recogida, una vez retirada la que no está en condiciones, la llevan a la Cooperativa Cerezas de la Montaña de Alicante, con sede en Alpatró, uno de los núcleos de la Vall de Gallinera. Allí, en cajas de dos kilos, se vende al público. En los años buenos, allí se movían entre 6.000 y 7.000 kilos diarios. Entraban en palés y después se cargaban en camiones para distribuirla por todo el país.
Hoy el almacén de recepción de fruta está prácticamente vacío. Ximo, de Planes, se encuentra allí con las diez cajas que ha recolectado hoy. «He cogido 20 kilos en unas cuatro hectáreas y ha sido uno de los días que más he hecho», explica junto a las cajas. Explica que este año ha sido un desastre porque hay poca fruta y encima «los pájaros, que saben dónde están las rojas, las pican y después los jabalíes destrozan los troncos». Según dice, resulta difícil seguir cultivando, porque la mitad de lo que cobra de jubilación lo gasta en los bancales y después la escasa cosecha no compensa mucho el esfuerzo.
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Mientras Ximo habla con Ismael en la parte del almacén, al lado, en la tienda, Puri coloca las cajas recién llegadas. Los precios para el público oscilan entre los 7 y los 12 euros por dos kilos, en función del calibre. El año pasado había tan poca fruta que la cooperativa optó tener cerrada la tienda. Ahora, aunque escasa, se ha optado por abrir desde el 22 de abril para que la gente vea que hay algo de movimiento y entre a comprar.
Cada día están llegando unas 100 cajas con un par de kilos cada una procedentes de los agricultores de la Marina Alta y el Comtat. En esta jornada se están animando las ventas. Una pareja de alemanes que reside en Onda entra para preguntar cómo están las cerezas. Tras probar algunas, el matrimonio sale con dos cajas. Ya han pasado una docena de personas.
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Después una clienta se lleva un par de cajas más y, según sale por la puerta, llega un coche con nuevos compradores. Bajo el mostrador, Puri tiene un par de cajas con las cerezas más grandes, que valen 20 euros cada una. Están reservadas. «Me han pedido cinco, pero hoy sólo hemos recibido dos de ese tamaño», aunque confía en que algún agricultor llegue a última hora con más de ese tipo. Mientras, atiende a las personas que acaban de entrar. Esta rutina se repetirá hasta el 15 de junio, entonces se pondrá fin a la temporada de venta en la tienda de la Cooperativa Cerezas de la Montaña de Alicante.
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