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La falta de protocolos impide detectar a nueve de cada diez superdotados valencianos

La falta de protocolos impide detectar a nueve de cada diez superdotados valencianos

El sistema educativo de la Comunitat carece de un modelo de atención para 14.000 alumnos con altas capacidades

Burguera

Valencia

Sábado, 25 de agosto 2018, 01:25

Colegio de la comarca del Camp de Túria. Público. Unos 600 alumnos. Dos de ellos diagnosticados como de altas capacidades (AACC), un CI (Cociente Intelectual) superior a 130. La mayoría de la población cuenta con un CI entre 85 y 115, pero superdotados hay en todas partes.

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), un 2% de la población. Por eso, en este colegio valenciano debería de rondarse la docena de escolares con AA CC. ¿Por qué hay sólo un par? «Porque no los sabemos detectar», admite la psicóloga del colegio, que señala la carencia de formación de los docentes, de protocolos de detección y, finalmente, de modelos para el tratamiento, más allá de la buena voluntad del profesorado. En la Comunitat hay más de 860.000 alumnos matriculados en niveles no universitarios. Lo lógico es que se contase con cerca de 16.000 superdotados, niños valencianos con un potencial brutal. Sin embargo, hay detectados algo más de 1.700, un 0,2% del alumnado. En Murcia son el doble, 3.700, un 1,3% de sus escolares ¿Por qué esa diferencia? ¿Es que los niños murcianos son más listos? «Porque aquí estamos en la prehistoria», lamenta Elena García, presidenta de Alasac, asociación de altas capacidades y talentos de Alicante. No se trata de un problema únicamente valenciano. Cataluña registra el menor porcentaje de superdotados de España. Sin embargo, Andalucía concentra el 42% de la población escolar española con AA CC. La clave es la detección.

¿Dónde están los 14.000 superdotados valencianos que no aparecen? A partir de la ESO, entre la mitad y un tercio de ellos comenzarán a aburrirse demasiado. El porcentaje de fracaso escolar entre escolares con altas capacidades oscila del 30% hasta el 50% por falta de adaptación a un sistema rígido que, primero, los ha invisibilizado y, después, los desmotivará.

«Se aburren, empiezan a portarse mal, les riñen y no quieren ir a clase», explican los padres

El porcentaje de detección de superdotados respecto al alumnado total en la Comunitat (0,19%) es el octavo del país, 14 décimas porcentuales por debajo de la media nacional. Si se alcanzase el promedio del país, habría localizados ya un millar más de valencianos con altas capacidades que los 1.679 detectados al finalizar el curso 2016/2017. El pasado mes de diciembre la cantidad se había elevado hasta los 1.756, según datos de la Conselleria de Educación. Si se adoptasen los métodos de Murcia, en vez de 1.700 los escolares con altas capacidades en la Comunitat, serían 10.000. Si se llegase a los niveles que señala la OMS, más de 16.000. Sólo se detecta uno de cada diez. A principios del pasado curso, Educación elaboró un informe donde reconoce que la identificación y evaluación «no se encuentra protocolizada».

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«No hay medios, no hay protocolos y no hay recompensa para los profesores que se forman. Dependemos de la buena voluntad de los docentes, que durante la carrera de Magisterio apenas reciben referencias», señala Elena, madre de un chaval de 17 años y con un CI de 143, un perfil muy habitual entre los que acuden a estas asociaciones. En Valencia está Avast, cuya presidenta es Carmen García, que inició una ronda de reuniones con representantes de la conselleria el pasado 28 de diciembre:

«Faltan muchas cosas pero empezamos a ver algo de luz. Hay predisposición pero partíamos de cero. En el curso 2014/2015 sólo había detectados en la Comunitat 94 alumnos con AA CC. En todos los colegios hay niños con altas capacidades. Sin embargo, algo falla, porque hay profesores que dicen no haber tenido nunca ninguno en su aula. El problema se destapa en la ESO. Pierden la motivación por puro aburrimiento y sus porcentajes de fracaso escolar son paradójicamente, más altos que entre los escolares de inteligencias medias. Como ahora la Primaria son seis años y saltan a otro centro, y la ESO son cuatro, pues hay centros que intentan contemporizar y que sea el siguiente el que se haga cargo», indica Carmen García.

6 síntomas para detectar a un superdotado

  • 1. Curiosidad. Amplia curiosidad y reflexiones más elaboradas que la media, en ocasiones sobre temas metafísicos.

  • 2. Observación. Gran capacidad de observación de lo que les interesa.

  • 3. Creatividad. Creatividad en materias muy concretas y diversas.

  • 5. Lectura. Comienzan a leer cuando sus compañeros aún están aprendiendo a distinguir las letras.

  • 6. Vocabulario. Precocidad para hablar y uso de mucho vocabulario.

La presidenta de Avast reclama «más colaboración entre la conselleria y las asociaciones de padres de estos niños; que se distribuya la guía de actuaciones que Educación ha editado y presentado; que el profesorado cuente con criterios homogéneos; que los procesos de evaluación se aceleren porque ahora mismo pueden pasar tres cursos desde que se pasan las pruebas hasta que se le ajusta el currículum; que se pierda el miedo a las aceleraciones de curso, igual que ocurre con los repetidores; que se haga un 'screening' a todo el alumnado, no sólo a los 'sospechosos'».

«En Murcia hay más casos que en el resto de España porque han implantado un sistema de detección a lo largo de todo el itinerario educativo. No obstante, no se ha sistematizado un incremento curricular para esos chavales. No hay una varita mágica. Necesitamos, con urgencia, protocolizarlo en la Comunitat», señala la presidenta de Avast.

Sin formación ni métodos de detección, los alumnos valencianos con altas capacidades representan el 0,2% del total, mientras que en Murcia son el 1,2%

«Allí (en Murcia) se realizan pruebas de detección al principio de la Primaria, y a partir de ahí intentan trabajar con ellos. Lo importante es que se institucionaliza la situación. Todo el mundo es consciente de que no se trata de situaciones extraordinarias, de que igual que los hay que no llegan, y necesitan ayuda, los hay que se pasan, y también hay que ayudarles», indica la presidenta de Alasac, desde Alicante.

Sin derechos reconocidos

«Son niños englobados en el apartado de alumnos con Necesidades de Apoyo Educativo (NEAE). Sin embargo, sus compañeros que necesitan refuerzo porque sus capacidades son inferiores a la media, también englobados como NEAE, reciben más atención en los colegios, lo que se entiende como normal, pero es que además tienen puntos para la reserva de plaza en los centros, algo que a los superdotados no se les reconoce. No se les reconoce el derecho a la reserva de plaza, y lo tienen. Hay que recordar que muchos son objeto de bullying, de ahí su tendencia a mimetizarse, a bajar el rendimiento», explica la presidenta de Avast. Desde la conselleria se recuerda que se ha elaborado una guía, si bien dos directores de colegios públicos contactados con este periódico a finales de julio aseguraron no haberla recibido y en las asociaciones tampoco la conocen. Igualmente, Educación prevé un proyecto de orden para regular la identificación y valoración de los NEAE, incluidos los de altas capacidades.

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«No se les aprovecha. Si no se detectan, no hay personal de apoyo. Ni siquiera se pide. Dicen que cuentan con una guía para los profesores. En mi colegio no la han visto. No circula. Los cursos de formación a los docentes son opcionales», explica Elena García, quien relata lo que ocurre con un superdotado si las cosas no se hacen bien: «Con 4 años ya saben sumar y restar, por intuición, mientras sus compañeros están coloreando los números para aprender a identificarlos, y claro, se aburren y empiezan a alborotar. Les riñen en clase y acaban por no querer ir al colegio. Eso luego se manifiesta en síntomas muy variados y difíciles de asociar a las altas capacidades: afecciones cutáneas, pesadillas, excesiva carga emocional... si la cosa va mal los niños se cierran, la autoestima es muy baja y de adultos sienten frustración porque saben que pudieron haber alcanzado mejor nivel de vida en todos los sentidos».

Carmen Perales es miembro de Avast, madre de un chaval al que se le detectó las AA CC a los 6 años. Ahora tiene 14. «Es muy extrovertido, y eso supone que cuando se aburre lo dice, así que se convierte en un problema si los docentes no están preparados. El trato a mi hijo era tan poco específico que me puse a estudiar Magisterio simplemente para poder discutir con el profesorado de igual a igual, y consciente de que en la carrera el asunto de las Altas Capacidad apenas se toca y se hace a través de mitos. Les forman poco y mal. Se prioriza la atención a los que están por debajo de la media: TDHA, Asperger... es lógico, pero no es justo... En mi caso, y es algo habitual, no lo querían evaluar. Lo hicimos a través de psicólogos privados, y cuando presenté el informe en el colegio ni lo quisieron asumir ni le quisieron hacer las pruebas».

«No se les aprovecha. Estamos en la prehistoria», dicen desde la asociación Alasac

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«Aprendió a leer solo»

Patricia es psicóloga, madre de un superdotado y, sin ella saberlo hasta hace poco, superdotada. «Siempre fui precoz en lo que a lenguaje, lectura y escritura se refiere. Cuando llegué al instituto, como no tenía hábito de estudio, empecé a suspender. No estaba bien integrada, y empecé a pensar que era tonta. Cuando nació mi hijo mayor, noté que el niño destacaba. Aprendió a leer sólo. Desde que entró en el colegio pedí que lo evaluaran. Lo hicieron en Primaria, dos años y medio después, y por privado. No valió de nada, no hacen caso de esa variable», explica Patricia. Este periódico tiene constancia de casos de superdotados diagnosticados por el propio colegio pero que, con el paso de curso y el cambio a otro profesor, la información no se transmite.

«Al empezar a moverme para intentar mejorar la situación de mi hijo mayor, supe que hay un componente genético. Me hice la prueba y salió que mi CI es superior a 130», señala la psicóloga alicantina, quien matiza que no todos los superdotados tienen por qué sentirse inadaptados: «Depende más de variables de personalidad. Sí es cierto que, cuando se detectan, es más fácil saber cuál es el origen de su comportamiento, con lo que se le puede ayudar explicando qué les pasa y dándoles herramientas para aprendan a controlar todo el flujo de actividad cerebral que generan».

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