Vicente Santos: «Antes del corazón mecánico estaba en el corredor de la muerte»

La vida de Vicente Sorribes pendía de un hilo. Su maltrecho corazón, dañado por una rara enfermedad congénita, le condujo a la más dura de las encrucijadas que puede ofrecer un problema de salud. Los médicos le habían comunicado que el trasplante no era alternativa para él. Y con ese diagnóstico el futuro se desdibujó en el horizonte vital de un hombre de 51 años. Para él sólo existía una opción: implantar un corazón mecánico.

Autorizaciones, pruebas y análisis se convirtieron en inseparables compañeros de días de profunda angustia a la espera de la fecha para entrar en un quirófano del Hospital la Fe y someterse a la intervención de cinco horas que le ha reenganchado a la vida, le ha abierto la esperanza. «Cuando llegué al hospital mi estado era muy malo, me encontraba en el corredor de la muerte sin posibilidad de indulto. El futuro era corto y malo», explicó emocionado Vicente tras recibir el alta, ayer.

Ahora, cuando ha pasado un mes desde que su cuerpo recibiera un corazón mecánico, la situación es bien distinta. La operación, que Vicente define como la «alegría más grande», ha puesto en sus manos «un presente y la oportunidad de un futuro bastante bueno».

La intervención, capitaneada por el doctor José Anastasio Montero, director del área clínica de enfermedades cardiovasculares de La Fe, se practicó el 5 de marzo. Supuso un estreno para el hospital, que a su vez se convierte en el primer centro sanitario público de España que implanta este modelo de dispositivo: «El más avanzado en la actualidad», aseguró el doctor Montero.

El trabajo quirúrgico comportó implantar el dispositivo en la parte inferior izquierda del corazón y conectarlo a la aorta. Es un pequeño aparato con un tubo que lleva una bomba centrífuga cuya función es bombear la sangre. La intervención se llevó a cabo sin extraer el corazón. El doctor Montero explicó que el hecho de que la bomba sea «centrífuga y sin válvulas permite el flujo continuo», condición que lleva a una llamativa circunstancia: «Ahora el paciente no tiene pulso».

El dispositivo se acompaña de un cable que alcanza el exterior a través del abdomen del paciente, quien se mantiene siempre conectado a un ordenador que funciona con baterías recargables. El centro sanitario vigila la información recogida por el ordenador y comprueba que todo va bien, como ha sucedido desde que Vicente salió del quirófano.

La compañía que da servicio eléctrico en casa del paciente, en la localidad castellonense de Artana, está avisada. En ese domicilio no puede fallar el suministro. Vicente necesita recargar las baterías del dispositivo que le ha salvado la vida. Lo dijo el doctor Montero: «Era impensable un trasplante de corazón. La única opción era el sistema mecánico o se moría». Vicente regresó ayer a casa tras un proceso que le ha permitido pasar de «no poder hacer nada -ni pasear, ni subir escaleras , ni comer, ni estar acostado- a tener presente y un futuro esperanzador».