Isabel Domingo
Martes, 13 de mayo 2014, 22:10
Una llamada imprevista de teléfono es la tarjeta que abre la puerta a uno de esos lugares inaccesibles para el gran público (y también para los medios de comunicación), envuelto en un halo de misterio y curiosidad, alentado sobre todo por las películas. LAS PROVINCIAS pisa por primera vez la torre de control del aeropuerto de Valencia para ver cómo trabajan aquellos que gobiernan el cielo de Valencia. Porque aunque sea en un terreno más pequeño de lo que a priori se piensa, lo cierto es que los 16 controladores que transitan por el fanal que corona esta infraestructura mandan, y mucho.
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La torre de control, que recuerda a una antorcha, mide 40 metros y está situada en un lateral del aeropuerto de Manises, próximo a la zona de la terminal ampliada hace dos años. Varios códigos de seguridad y otros tantos documentos que cumplimentar permiten acceder al territorio desde el que se vigila que, por ejemplo, los 4,59 millones de pasajeros que transitaron en 2013 por el aeródromo valenciano no sumen ningún sobresalto a su maleta. El director de la torre, Juan Prat, y el director general de Ferronats, Gonzalo Cañete, son los encargados de desgranar en un lenguaje breve y preciso qué papel desempeñan cada uno de los monitores y demás aparatos que salpican la sala de operaciones.
"Son procedimientos muy sencillos pero muy técnicos y estrictos, todo está protocolorizado", detalla Prat. Las consolas sobre las que trabajan están dispuestas en la torre frente al lugar que deben dominar, que se extiende en un espacio determinado de 5 millas (8 kilómetros) sobre el que se crea un diámetro. Ese "cilindro" es la llamada área de responsabilidad de estos técnicos. A partir de ahí, todo queda bajo su jurisdicción: pistas, rodaduras, plataformas Cualquier maniobra de aterrizaje o despegue o cualquier otro movimiento aéreo debe contar con su autorización, que es rápida y precisa. Físicamente, el aeropuerto valenciano cuenta con una pista que, en la práctica, se divide en dos según su orientación: la 3.0 y la 12.
Las consolas están repletas de pantallas. Las dos básicas son un radar de aproximación donde los puntos que se alinean son aviones sobrevolando Valencia rumbo a las cabeceras de pistas, y otro radar de superficie. También es básico el monitor con los datos de Meteorología, donde el viento es el factor clave. "Si es de cola, dará problemas al piloto", explican. Otro aparato permite gestionar las comunicaciones mediante frecuencias y llamadas de teléfono (sí, también existe la línea "caliente" para las posibles emergencias). Hay hasta tres posiciones para operar aunque las dimensiones del aeródromo valenciano hacen que actualmente sólo sea necesaria una, salvo en días de mucha actividad donde hay dos controladores trabajando al mismo tiempo. Hasta 230 operaciones se han gestionado en una jornada. No hay una hora determinada de mayor actividad; los picos pueden llegar a las 06.30 horas o a las 16.00 horas.
De todos los aparatos, la atención de los visitantes se centra en el conocido como 'bahía', unos carriles "que operan como el cerebro de la torre". Es decir, que con un solo golpe de vista se sabe en qué situación se encuentra el aeropuerto, lo que permite que la transición entre turnos sea rápida y efectiva. En estos carriles se colocan unas fichas de colores (amarillas, por ejemplo, para las salidas) que lanzan unas impresoras conectadas con Bruselas, que es donde se gestionan todas las unidades. Porque el dominio de los controladores acaba cuando un avión sobrepasa el cilindro de Valencia. A partir de ahí entran en escena los servicios de control de aproximación (un edificio situado en la intersección del cilindro) y el de ruta, ya bajo paraguas de Aena.
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La visita a la torre de control persigue "desmitificar" el trabajo de los controladores y eliminar esa imagen de inaccesibilidad y cierta superioridad que persigue a estos trabajadores, en su mayoría ingenieros con una formación específica en esta materia. "El controlador debe tener una buena orientación espacial, dominar el estrés y poder trabajar en equipo", detallan. La apertura llega tras la liberalización de las torres de control que efectuó Aena Aeropuertos en 2011 y que alcanzó a Valencia en julio del año pasado, lo que generó polémica por la reducción de personal. Tanto Prat como Cañete aseguran que los 16 trabajadores que operan en Manises son los necesarios para cubrir las necesidades del aeródromo durante 24 horas al día. En la actualidad, la empresa gestiona diez torres de control en España (entre ellas, Alicante).
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