José Manuel Ortuño
Miércoles, 11 de junio 2014, 22:06
Cada vez son más los abuelos que se ven en la obligación de cuidar de sus nietos debido a que los dos padres trabajan. Incluso porque hay más familias que deben de volver a casa de sus padres al no poder pagar una propia. Esta circunstancia ha provocado que el número de mayores con enfermedades como el estrés, la ansiedad o la depresión haya aumentado en los últimos años al tener que estar demasiado pendientes de sus nietos. «Hay casos en los que la responsabilidad que les dan es excesiva teniendo en cuenta sus condiciones», ha indicado el pediatra y puericultor del Estado Joaquín Ybarra.
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El médico ha dado una charla que llevaba por título Los abuelos canguros: ¿servicio o esclavitud?, dentro del ciclo formativo de conferencias Ser Mayor en el siglo XXI en el Campus de la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir (UCV). Durante su ponencia ha analizado la situación que viven las personas mayores que cuidan de sus nietos y ha ofrecido su visión de cómo mejorar las relaciones familiares partiendo de esa base.
Uno de los puntos clave para Ybarra a la hora de encarar el cuidado y educación de los más pequeños de la casa es la importancia de saber cuál es el rol de cada miembro de la familia. «Los padres son quienes deben de ejercer como tal. Está claro que los mayores de hoy en día son personas activas, pero también tienen que tener tiempo para sí mismos. Para viajar con el Imserso, salir a pasear y disfrutar de la vida. Por tanto, pueden estar con sus nietos y auxiliar a sus hijos durante su crecimiento, pero sin excesos».
Por tanto, la familia debe sentarse a hablar y ver hasta qué punto y durante cuánto tiempo los abuelos son capaces de estar pendientes de los niños. «Para los mayores es algo que les reconforta y que les hace más felices, porque al fin y al cabo son sus nietos, pero hay límites que no deben sobrepasarse y que hay que negociar de antemano, ya que no es lo mismo cuidar a un bebé hoy que hace 30 ó 40 años».
En las últimas décadas, las mujeres se han incorporado al mundo laboral. Por una parte, esto ha provocado que las familias se vean en la obligación de contratar a alguien que cuide de los hijos o que lo hagan los abuelos. Además, paren varios años más tarde que hace una década, lo que también conlleva que los a mayores tengan más edad cuando se hacen cargo de los nietos.
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Por ello, Ybarra advierte de que es necesario imponer una serie de normas básicas con las que toda la familia esté de acuerdo. El pediatra considera que no se debe imponer nada. «En muchas ocasiones, sobre todo para las abuelas, es muy difícil decir que no. No saben negarse a hacerse cargo de sus nietos, lo que ofrece dos problemas diferentes. Por un lado, dejan de disfrutar con lo que les gusta y, por otro, han aumentado los casos de mayores enfermos porque la responsabilidad que tienen es excesiva y eso les provoca estrés y, en ocasiones, incluso depresión, al no verse capaces de hacerlo».
«Decir que no en un momento dado no significa que los abuelos no quieran a sus nietos. Tampoco que no estén encantados de verlos, porque lo están. ¿Qué abuelo no quiere estar con su nieto? Sin embargo, es imprescindible llegar a acuerdos de dedicación. Que los mayores tengan tiempo para ellos y que los hijos se den cuenta y les agradezcan el esfuerzo que realizan, que no siempre ocurre», lamenta el médico.
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Por tanto, la situación de las personas mayores en la sociedad se hace cada vez más importante. Las encuestas muestran que muchos no se sienten útiles. Pero Ybarra está convencido de que si «la figura del abuelo desapareciera, el país también lo haría». En estos momentos, los «abuelos ya crían a los niños. Han pasado de decir que los deben de educar sus padres que yo los malcriaré a pasar prácticamente todo el tiempo con ellos».
Como todo, tiene inconvenientes, pero también ventajas. «Los mayores de hoy son personas activas, que miran hacia el futuro y que representan unos valores» para los más pequeños. El pediatra nombra la figura «del abuelo solidario. Los niños, desde que son bebés, tienen la necesidad de sentirse protegidos, si nadie lo hiciera, no tendrían conceptos como el de solidaridad o empatía, que son importantes a la hora de crecer como personas». Además, hay otro aspecto como es el de la muerte, también vital para madurar. «Normalmente, por cuestiones naturales, a las primeras personas que los niños pierden son sus abuelos, lo que les hace ver la finitud de la vida».
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