Guerra en el paritorio

Declaración de guerra, en toda regla, la lanzada por el Consejo General de Enfermería contra el colectivo conocido como doulas. Estas son mujeres que, de forma no reglada, desarrollan tareas de acompañamiento y asesoramiento a embarazadas, y que han sido acusadas, por parte de los enfermeros, de atender partos sin titulación oficial, poner en riesgo la salud de la madre y del bebé e incluso de usar prácticas canibalistas, en algunos casos, en los que obligan a comerse la placenta o encapsularla para poder consumirla incluso hasta la menopausia. «Somos madres que tenemos una empatía especial con las mujeres. Hacemos un trabajo de apoyo emocional. No recibimos niños, no damos órdenes, solo damos seguridad a la madre. Lo del canibalismo es un titular sensacionalista. A lo mejor alguna doula o cualquiera le ha dicho a una madre que se la comiera, pero no está en nuestra formación, es absurdo», explica Natalia Jiménez, una de las personas más conocidas dentro del colectivo doulas en Valencia.

El caso es que el Consejo de Enfermería de la Comunitat Valenciana (Cecova), ha animado a denunciar aquellas prácticas en este ámbito que puedan ser constitutivas de usurpación de funciones y competencias de las matronas y, por tanto, de un posible delito de intrusismo profesional. «Creo que la ignorancia y el miedo es la causa. Por la desinformación y al ser tan popular la doula, las matronas tienen miedo a que ocupemos ese espacio, pero no se lo queremos quitar, somos complementarios a su trabajo. En Holanda y en Inglaterra están reguladas y van muy adelantados en este sentido», sostiene Jiménez.

El Ministerio de Sanidad hizo caso omiso al informe Doulas presentado por el organismo rector de los enfermeros, según denuncian estos, pero la batalla que se libra no ha hecho más que comenzar. No obstante, según Jimñenez, la solución podría pasar por la regularización de su colectivo.