Lola Sánchez (izquierda) fue reclusa en Bolivia y Rosa Montesinos (derecha) en Perú.

117 valencianos cumplen condena en cárceles extranjeras como hizo Maria José Carrascosa

Ocho de cada diez reclusos procedentes de la Comunitat pagan por delitos de narcotráfico en prisiones insalubres y con mafias internas

Juan Antonio Marrahí

Jueves, 7 de mayo 2015, 21:52

"Lola, confía. No va a pasarte nada. Está bajo control. Ya lo han hecho otros y sale bien. Sólo tienes que ir a Bolivia, te ponen la mercancía en la maleta, te vuelves, la entregas en Valencia y te ganas 5.000 euros". Las promesas de un colombiano tentaron a la vecina de Dénia. No tenía antecedentes, pero sí dos hijos jóvenes que mantener, una hipoteca que no podía cubrir con su sueldo y tres meses de retraso en el pago de las letras. "Estaba desesperada, me creí que iba a ser sencillo y acepté. El mayor error de mi vida", lamenta ahora.

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Su historia es calcada a muchos de los valencianos que actualmente cumplen condena en el extranjero. Según los últimos datos de Exteriores sobre población reclusa fuera de nuestras fronteras, hay 1.662 presos españoles repartidos por el mundo. De ellos, 117 son originarios de la Comunitat, como confirma la Fundación+34, una de las más activas de España en el apoyo a este colectivo y a sus familiares.

El caso de María José Carrascosa, la valenciana que ha estado nueve años presa en Estados Unidos, es sólo la punta de un iceberg marcado por el sufrimiento, la ruptura familiar o la desesperación.

La abogada valenciana fue condenada por traerse a su hija de Estados Unidos desobedeciendo la decisión de la justicia norteamericana. Pero su caso es casi excepcional si analizamos los delitos que reparten a los valencianos por las cárceles del mundo. "Un 80% cumple condena por tráfico de drogas y la mayoría de ellos están en Sudamérica en cárceles con graves problemas de higiene, hacinamiento, mafias internas, extorsión, corrupción policial, asistencia médica...", expone Javier Casado, director de la Fundación+34. El resto fueron apresados por robo, estafa u homicidio.

Tal y como avanzó ayer LAS PROVINCIAS, buena parte de esos reclusos que hoy malviven en Perú, Bolivia, Colombia o Brasil fueron captados por una cruel organización que actuó durante tres años. Los reclutadores del narcotráfico buscaron correos de la coca en Valencia, Alicante y Murcia pendientes de los embargos judiciales que les guiaban hasta aquellos que iban a perder sus casas. A la caza de parados, endeudados o madres solteras sin trabajo y con hijos a su cargo...

La relación entre crisis y presos en el extranjero por convertirse en muleros es clara. Se aprecia en el significativo incremento de la población reclusa española desde 2007. El techo se alcanzó cuatro años después, en 2011, con más de 2.400 españoles presos fuera de nuestras fronteras. Hoy la tendencia es a la baja y la Comunitat se sitúa en cuarto lugar de España en número de presos en otros países.

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Entre Puçol y Lima

Son historias como la de Alejandra, una valenciana que fue detenida en 2012 en Brasil por tratar de sacar droga del país. O Virginia, que cuida de sus dos hijos en Puçol mientras su esposo cumple condena en la cárcel limeña de Sarita Colonia. Él se la jugó como mulero en plena crisis y ahora paga su error entre rejas mientras su casa se subasta.

Uno de las experiencias más duras es la de Lola Sánchez, alicantina de 49 años residente en Dénia. "Acepté el viaje porque me vi enferma, sin trabajo, sin poder pagar el piso y con dos hijos a mi cargo. La peor decisión de mi vida", reconoce. "Hoy he aprendido que cualquier miseria es preferible a exponerse a algo así".

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Así recuerda sus días en la prisión boliviana de Palmasola. Ingresó en 2008 y, ocho meses después, le sobrevino un cáncer de mama. "En cárceles como esta la droga entra a punta pala y te acaba destruyendo. Entras en un bucle muy peligroso. No recibía tratamiento por mi enfermedad y, al menos, me calmaba el dolor".

Y no sólo está el riesgo de la adicción o la penosa alimentación. La seguridad brilla por su ausencia. En agosto de 2013 una reyerta con armas de fuego entre reos se saldó con 28 fallecidos y 50 heridos. "Recibía 50 euros cada tres meses de ayuda consular, pero daba para muy poco. Si te medicas, no comes. Y se paga por todo: derecho a piso, limpieza... Un panorama agónico".

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Familias engañadas

Fundación+34 saca a la luz una realidad poco conocida. Son los denominados no consta. Entre los presos españoles condenados en el extranjero hay alrededor de 400 cuyas familias no tienen conocimiento de su situación. Si el recluso decide que su encarcelamiento quede en la intimidad y los datos personales no trasciendan, el Estado debe respetarlo. "Hay un alicantino preso en Sao Paolo que, para no preocupar a su familia, sigue llamando por teléfono o mandando cartas a los suyos en las que asegura que está bien, trabajando y sin problemas", explica el director de la fundación.

La distancia y la vergüenza crea, con frecuencia, puentes insalvables. Loida es la hermana de un joven de Torrevieja que empezó tonteando con los porros y acabó capturado como correo de la droga en Lima. "Supimos de su detención el mismo día que murió nuestro padre", recuerda. "Él no nos quería decir nada para no preocuparnos. Las pocas veces que hablamos con él nos pintaba bien las cosas.". A finales del año pasado, Jonathan Solano falleció en prisión. "Los obstáculos burocráticos para poder trasladar sus restos son inmensos. Creemos que ha sido enterrado allí, pero aún hoy no lo sabemos a ciencia cierta".

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