J. A. MARRAHÍ
Sábado, 9 de mayo 2015, 00:15
Las lluvias que a finales de marzo regaron buena parte de la Comunitat no fueron más que una tirita para una herida demasiado profunda. Lo advirtió LAS PROVINCIAS y se confirma ahora con los dos decretos aprobados ayer por el Consejo de Ministros. Declaran oficialmente en situación de sequía las cuencas del Júcar y el Segura, que abastecen las acequias y grifos de toda a la Comunitat.
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Las resoluciones del Gobierno contemplan un crédito extraordinario de 50 millones de euros para financiar obras urgentes que ayuden a paliar esa acuciante falta de agua. Y es que las cifras no engañan: los embalses de la Confederación Hidrográfica del Júcar, por ejemplo, están al 50% de su capacidad pero algunos como el de Forata o los situados en Alicante agonizan.
El último informe de sequía de la CHJ dibuja un panorama desolador: sólo uno de sus nueve sistemas fluviales presenta una situación de normalidad. En cinco de ellos la catalogación de los técnicos es de «alerta» o «emergencia» pese al respiro para embalses y acuíferos que llegó con los últimos episodios lluviosos.
Así lo resumió la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en rueda de prensa: «la falta de precipitaciones en ambas demarcaciones ponen en riesgo el cumplimiento de las demandas de agua de estos territorios». Por ello, el Gobierno ha acordado medidas excepcionales para ambas cuencas y «movilizar todos los recursos disponibles, incluidos pozos subterráneos y desaladoras». Al mismo tiempo, y para concretar las inversiones, el Consejo de Estado elaborará un informe «con carácter urgente».
La decisión del Ejecutivo conlleva, por un lado, «incrementar el agua disponible con obras de captación». Además, cambian excepcionalmente las reglas para disponer de recursos hidrícos y se prevé «modificar dotaciones de suministro, fijar criterios de asignación e instalar contadores de control de consumo», entre otros.
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En la batería de medidas aprobadas por el Gobierno aparecen las temidas restricciones. No hay agua para todos y habrá que dosificarla y repartirla como una cantimplora en el desierto. La expresión exacta es «reducir las dotaciones en el suministro de agua que sean precisas para racionalizar la distribución de recursos hídricos». O bien «modificar criterios de prioridad para asignar recursos a los distintos usos del agua». Y los agricultores valencianos ya temén otro latigazo para sus economías si los niveles de las acequias bajan aún más para garantizar el agua potable de las poblaciones.
En cuanto al empleo de agua bajo tierra para emergencias se acuerda poner en funcionamiento entre cinco y diez pozos más de sequía en la CHJ. En la cuenca del Segura, que abastece a los pueblos del extremo sur de Alicante, se ha autorizado el uso de casi noventa. Para los pueblos de esta demarcación fluvial el decreto se compromete, además, a «mejorar los aprovechamientos vinculados al trasvase Tajo-Segura y también la cabecera del Tajo».
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Autorizaciones de vertidos
El agua se convierte, con ambas resoluciones, en un bien extremadamente preciado. El objetivo es que no se pierda ni una gota y, mucho menos, que se contamine. Por eso se modifican «las condiciones fijadas en las autorizaciones de vertidos para proteger la salud pública, el estado de los recursos y el medio ambiente hidríco y el de los sistemas terrestres asociados».
El decreto faculta a las juntas de gobierno y presidentes de organismos de cuenca afectados a «modificar temporalmente las condiciones de utilización del dominio público hidráulico». Ante la situación de sequía, la Delegación del Gobierno de la Comunitat deberá estar informada en todo momento de las medidas que se adopten en materia de agua «para conseguir un mejor cumplimiento», como explican desde el Ministerio de Agricultura. Las medidas excepcionales estarán vigentes hasta que acabe el año.
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La sequía está dibujando un panorama cada vez más preocupante para los cultivos valencianos. José Campos, responsable de aguas de AVA, pone ejemplos: «Los campos de Macastre, Turís, Catadau, Alfarp, Llombai o Monserrat están sufriendo especialmente la sequía. Y también la zona de Cheste y Godelleta, o las vides de Requena y Utiel».
En los casos más extremos, los agricultores están pagando «tres veces más de lo normal» por agua elevada de pozos. «Lo que no es de recibo es que muchos embalses como Loriguilla o Contreras estén perdiendo agua por filtraciones y llevemos ya tres décadas sin ver el que se prometió para Vilamarxant», lamentó Campos, quien también reclama otro para la zona de Turís.
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