
JOAN MOLANO
Sábado, 11 de julio 2015, 02:09
Cambio de nombre, pero no de idea de negocio. El lavadero más controvertido de Vila-real, Spa Car Wash -antes bautizado como Sexy Car-, abrió sus puertas al público por primera vez a las ocho de la mañana de ayer. El negocio, situado en la avenida de Bélgica de la localidad castellonense, cuenta con dos trabajadoras ataviadas con uniformes provocativos como reclamo principal. Éste inició su andadura entre acusaciones de sexismo y clientes «encantados». Los números de ayer le dieron la razón a los segundos: 600 euros de recaudación.
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Andrés y Gloria, sus propietarios, de origen colombiano, han logrado finalmente sacar adelante un proyecto importado de Estados Unidos y que sigue generando opiniones enfrentadas entre los vecinos. «En tiempos de crisis a la gente le da por buscar alternativas para ganarse la vida. Lo veo bien», afirmaba Pablo. Sin embargo, el joven aseguró, por otra parte, que no llevaría su coche a lavar allí «por si se enterara mi mujer», ya que le parecería «violento». «Estoy encantada por cómo ha quedado y por la atención que he recibido», comentó Rosa María tras ver el trabajo realizado con su vehículo. Preguntando a más personas encontramos la opinión crítica de Merche: «Todo es respetable, pero no creo que para lavar un coche haya que enseñar las tetas». Ésta recibió la respuesta de Olga: «Me parece bien, es una iniciativa divertida, diferente». Manuel no se posicionó claramente por uno de los frentes: «Como jubilado, me alegro de ver esas cosas. Que la vista se enfoque ahí me parece correcto, aunque también creo que no es muy decente que una mujer exhiba los pechos para hacer una venta».
Las dos trabajadoras que llamaron mucho la atención ayer de algunos clientes son Sandra Milena Rodríguez y Vanesa Martínez, ambas naturales de Medellín. La primera lo tiene claro: «Tanto a mí como a mi compañera no nos supone ningún problema trabajar aquí». Además, quiso recalcar que hicieron un curso previo sobre la materia y que fueron escogidas por su curriculum. «Somos madres de familia y hemos visto una salida laboral en tiempos de crisis económica», manifestó.
Cambio de nombre
«La gente malinterpretó nuestras intenciones. No tuvimos ningún problema con las instituciones. Nos llegó un escrito desde la conselleria aconsejándonos un cambio de nombre y lo hicimos», comentó la propietaria del lavadero, ayer «feliz» por cómo fue el primer día.
Desde que se dio a conocer la fecha de apertura del local, el debate quedó servido. La plataforma Escamot X Vila-real fueron los más críticos. Pidieron la prohibición del establecimiento e intentaron movilizar a la población para manifestarse en contra del mismo. Finalmente, sólo 15 personas acudieron a la cita.
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