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LUCÍA MARTÍNEZ
Sábado, 1 de agosto 2015, 23:46
Ataviados con vestiduras blancas, un fajín negro en la cintura, un pañuelo naranja en el cuello y alpargatas, decenas de gancheros, o 'maeros' como se les conoce en la zona, revivieron ayer una de las actividades económicas más importantes y con más tradición en el río Júcar: el transporte fluvial de madera.
Una práctica que proviene de la época musulmana y que consistía en transportar desde la cuenca alta del Júcar y el Cabriel los troncos de los pinos de los montes de Cuenca, de gran calidad, hasta los centros de consumo para utilizarlos en la construcción.
Esta actividad, que se inició en el siglo XII, se prolongó hasta la década de los sesenta del pasado siglo cuando fue desbancada por sistemas más modernos de transporte y ahora asociaciones como los Maeros del Júcar luchan por recuperar esta tradición que durante tantos siglos empleó a vecinos de las comarcas bañadas por el Júcar.
De hecho, ayer, el municipio de Antella volvió a hacer memoria de esta actividad en la IV edición de la 'Maerà', que se recuperó en abril del año 2012 con motivo del Encuentro de Centros de Enseñanza en Valenciano de la Ribera por parte del Ayuntamiento y ante la buena acogida que tuvo prosiguió con la conformación de la Asociación Cultural de Maeros del Júcar que es la entidad encargada de su organización actualmente.
Si en las ediciones anteriores esta celebración ha causado expectación entre los vecinos del municipio y la comarca, ayer fue más especial ya que para conmemorar el reciente ingreso de la asociación el pasado 11 de julio en la Timber Raftsman Association (la entidad internacional que reúne a raiers y gancheros) se condujeron un total de 50 toneladas de troncos río abajo, la mayor cantidad desde que se recuperó esta actividad hace ahora cuatro años.
Desde las siete de la mañana y con pericia y precisión para sortear los diferentes obstáculos, los gancheros antellanos guiaron los troncos con la única ayuda de sus ganchos -formados por una vara larga de madera de tres metros con un hierro curvo en su extremo- a través de un recorrido de tres kilómetros de serpenteante curso del río mediante el sistema de flotación de piezas.
Alrededor de la una y media los troncos llegaron al azud de Antella, donde nace la Acequia Real del Júcar, y una vez allí la madera fue extraída del agua con la ayuda de caballos y sus caballistas, tal y como se hacía en épocas anteriores cuando se llegaron a transportar por el río más de 100.000 troncos.
Esta actividad que cada año se va consolidando congregó ayer a cerca de un centenar de personas que disfrutaron del trabajo y el esfuerzo de estos 'maeros' que cuidan al detalle la recreación de esta práctica para que sea lo más semejante posible a como se hacía antaño.
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