Juan Antonio Marrahí
Martes, 3 de noviembre 2015, 20:36
La existencia del parisino Michel Thierry Atangana está partida por la mitad. La primera parte puede llamarse vida. Pero duró sólo hasta los 33 años. Ahí se interrumpió por una "detención arbitraria" que le privó de libertad durante 17 años. Tras esté concepto jurídico que le reconoce las Naciones Unidas se esconde un infierno en un angosto calabozo de Camerún. Sin comunicación ni ventana. Sin derechos. Sin juicio justo. Sin ver crecer a sus cuatro hijos. Su testimonio fue escuchado en el congreso de juristas.
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Atangana no olvida la fecha de su liberación: el lunes 24 de febrero de 2014. "Me robaron 17 años de mi vida". Su injusta reclusión comenzó en mayo de 1997, durante una estancia por negocios Camerún. Allí, en Yaundé, se vio envuelto por las tensiones políticas del país y acabó acusado sin motivo de apoyar a un opositor del líder que en ese momento ostentaba el poder.
"Me separaron de mi mujer y de mis hijos. Perdí toda su infancia y el reencuentro con ellos fue muy difícil. Me olvidó Francia, me olvidó Europa" Cristiano y formado en filosofía y teología, recuerda su fuerza entre las cuatro paredes del calabozo. "No quería morir sin dar testimonio de la injusticia". Finalmente, las Naciones Unidas forzaron al país para que lo liberaran. Es el ciudadano occidental que más tiempo ha estado preso por detención arbitraria.
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