A. CHECA
Domingo, 14 de febrero 2016, 23:50
Apenas unas horas antes de que la Policía Nacional irrumpiera de madrugada en la suntuosa vivienda unifamiliar de Nourdine C., este y Rachid cazaban por el Comtat de Cocentaina. «Nos hemos amanecido con la noticia», explicaba esta semana RachidZaitouni, portavoz de la Comunidad Islámica de Cocentaina, sentado en las oficinas de la mezquita del municipio alicantino. En sus estanterías, libros predicando 'La religión de la verdad' y el carácter pacífico del Islam.
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«Él es un hermano para mí. Ha sido mi mano derecha. No puede ser todo esto». Rachid defiende a su compatriota. «Él ama esta tierra. ¿Cómo se va a poner a mandar armas alguien que tiene aquí un trabajo, mujer e hijos. Venimos aquí para tener una vida mejor, no para hacer nada malo», argumenta. Niega que mandara contenedores a Siria, y mucho menos con armas: «Él sólo los mandaba a Senegal, a África».
«Respetamos la Justicia»
Aunque acto seguido Zaitouni introduce un mensaje de precaución. «Respetamos la Justicia, aunque de momento no han demostrado nada. Si le han hecho alguna jugada, eso no lo sabemos», reconoce Rachid. Eso sí, reitera una vez más que él se decanta por la inocencia del marroquí: «No me puedo creer que haya hecho nada. Si cada día nos separábamos sólo para comer y para ir a dormir a casa...».
En apenas un rato que Rachid pasa en el polígono, un par de ciudadanos árabes se acercan a saludarlo con los preceptivos tres besos. Alrededor de 3.000 musulmanes residen en la comarca, como explica el propio representante de la comunidad islámica. La práctica totalidad, como también el propio Rachid, trabajan en la fructífera industria textil de la comarca alicantina.
Sólo en Cocentaina hay concentrados siete polígonos industriales concentrados en apenas 50 kilómetros cuadrados. En todos hay plantas procesadoras de ropa usada, una de las actividades tras la que supuestamente se ocultaba el envío de contenedores sospechosos a Siria, como investiga la Policía Nacional.
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Sin respuesta de la mujer
Rachid muestra luego el interior de la extensa sala de oraciones de la mezquita, inaugurada en 2012 y en cuya financiación los vecinos de la zona aseguran que tuvo mucho que ver el ahora detenido. En lo alto, una cámara enfoca el punto en el que el imán dirige el rezo a Alá. «Es para que las mujeres puedan seguir la ceremonia», explica Rachid, mientras señala un muro tras el que se encuentra la sala en la que acuden a la mezquita las musulmanas. Rachid llama luego a la mujer de Nourdine. Le preguntamos si quiere hablar con nosotros. «Prefiere que no. Aún no se cree lo que está pasando».
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