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Los vigilantes alados del aeropuerto de Valencia

Los vigilantes alados del aeropuerto de Valencia

16 halcones y águilas controlan desde el aire que ningún animal se interponga en el camino de las aeronaves

Rafa Muñoz

Martes, 17 de mayo 2016, 21:39

En la era de la tecnología y en un mundo como el de la aviación, donde gran parte de los procesos están controlados por las máquinas, el método más efectivo para que ningún animal interfiera en los despegues y aterrizajes de los aviones es el uso de halcones y águilas. En el aeropuerto de Valencia son dieciséis las aves que trabajan cada día para evitar que otros pájaros o cualquier tipo de animal pueda campar a sus anchas por el terreno del aeropuerto. Es su territorio, y lo protegen con celo.

Es el método más efectivo que hay; se han intentado probar métodos nuevos, pero no funcionan; tú mantienes un halcón trabajando en un aeropuerto durante un mes, y te aseguro que con cuatro halcones que tengas no tendrás problemas con las aves, te quitarán cualquier animal que haya en el recinto, porque ellos lo cogen como territorio, explicó Óscar Castilla, uno de los halconeros del aeropuerto valenciano.

La labor de los pájaros, mayormente, consiste en el marcaje, tanto terrestre como aéreo; hay aves que se dedican a expulsar e incluso a capturar, sobre todo mamíferos como conejos o liebres que estén ocultos en el terreno, añadió.

En las instalaciones que este cetrero gaditano dirige dentro del Aeropuerto de Valencia viven los dieciséis halcones y águilas, a los que cuida con mimo y dedicación, desde que sale el Sol hasta que se pone. Ése es el horario de trabajo de las aves, que suelen salir en dos turnos.

Estos animales han de volar a diario; tenerlo parado en una casa es condenarlo de por vida, matarle en poco tiempo; ellos tienen un metabolismo muy rápido, suben y bajan de peso todos los días, por lo que si les dejas dos o tres días sin comer entran en lo que en argot llamamos hambre torcida, y en menos de dos semanas están muertos, aseguró Óscar Castilla.

Además de las rutinas diarias, acuden a la llamada de cualquier trabajador del aeropuerto que divisa un animal terrestre o algún pájaro dentro del perímetro de Manises. Cada uno tiene su función. El adiestramiento que reciben y sus cualidades innatas les permite realizar su labor a la perfección.

A los halcones peregrinos se les ha llegado a contabilizar velocidades de unos 400 kilómetros por hora en caída; y la vista que tienen es increíble, funciona como unos prismáticos, pueden acercar y alejar como quieran; si supieran leer, podrían leer un periódico desde un kilómetro y medio de distancia, apuntó el responsable de los halcones del aeropuerto.

Con todos ellos mantiene una relación especial. Les habla, les alimenta, les alecciona. Cuando está dentro del recinto en el que viven, se le nota a gusto. Habla de ellos con admiración y respeto.

Cuando te ponen un pájaro en un guante, si lo sientes como cetrero y sales a diario con él, tú sabes lo que va a hacer el pájaro; se crea un vínculo muy estrecho, sabes si ese día el animal va a trabajar bien o si le pasa algo, es un vínculo total con el animal, concluye Óscar Castilla.

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