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J. A. MARRAHÍ
Jueves, 19 de mayo 2016, 21:03
La historia vuelve a repetirse. Suele ocurrir tras fines de semana o puentes como el de Semana Santa. Los paelleros y merenderos del Parque Natural de la Sierra Calderona se llenan de visitantes, los contenedores no abarcan la cantidad de basura que se genera y los desperdicios quedan peligrosamente repartidos por los alrededores, junto a árboles y matorrales del espacio protegido.
Pero esta semana la situación se ha agravado. Según vecinos y deportistas que frecuentan este pulmón verde de Valencia, lo acumulado en la zona «solía recogerse al día siguiente, normalmente los lunes o martes». Sin embargo, LAS PROVINCIAS pudo constatar que a las cinco de la tarde del miércoles nada había variado. Hasta una veintena de contenedores no se podían ni cerrar de la basura acumulada. Bolsas, plásticos, latas, papeles, envases y hasta una tienda de campaña se abrían paso por el monte varios metros más allá de los depósitos instalados. En muchos puntos, llegaban a invadir la vegetación próxima.
Sin papeleras y contenedores no hay limpieza posible. Y ese era el dilema de Juan Luis Zamora, un taxista valenciano que el miércoles acudió con unos familiares a asar unas chuletas en un área recreativa afectada por la acumulación de basura. «No cabe nada. ¿Tiro desechos al monte o me los llevo a casa?», se preguntaba contrariado.
«He venido otras veces entre semana y nunca había visto esto en semejantes condiciones. Es un riesgo ante incendios, para la salud, para los animales...», denunció el usuario. «Quizá sea un problema de falta de personal, pero esto hay que solucionarlo», remarcó.
Fernando, un senderista, también miraba asombrado los montículos de desperdicios en pleno parque natural «O los de la recogida han pillado fiesta o están de huelga o se ha acabado su contrato. No me lo explico...». El aficionado al monte reflexionaba
El problema de la basura ha acampado en las áreas recreativas de competencia autonómica que existen en el parque natural, junto a la carretera CV-331. Esta vía enlaza Bétera con la zona de Porta Coeli, en Serra. Avanza rodeada de monte hasta la famosa cartuja y es espacio habitual de senderistas, ciclistas, vecinos de la zona, familias y amantes del monte en general.
La acumulación de desperdicios no es un hecho aislado. Los depósitos están repartidos por tres zonas diferentes entre el kilómetro 4 y el 6 de la citada carretera, en grupos de tres a siete contenedores. En cada uno de ellos la basura excede su capacidad y se extiende por el terreno forestal.
Según reza en carteles pegados en la parte frontal de los contenedores, están bajo la competencia de la Generalitat, a través del Servicio de Mantenimiento de Instalaciones Recreativas. Los ciclistas que pasaban por la zona y los pocos usuarios que había ayer en los paelleros no podían explicarse una acumulación «que debe de llevar varios días, a juzgar por la cantidad de basura, las moscas y los malos olores».
El cambio de gobierno autonómico no parece haber solucionado un problema que es crónico con la llegada del buen tiempo y amenaza el tesoro ecológico de Camp de Turia. Y es que los plásticos y vidrios disparan el riesgo de incendio en una de las zonas más secas de la provincia, según los mapas de precipitación de este año.
Ya en abril de 2013 los vecinos pusieron el grito en el cielo y llegaron a calificar de «vertedero» esta parte del parque natural. «El problema es que la basura no se recoge y permanece así durante días, lo que da una imagen horrorosa del entorno por la falta de higiene y seguridad», aseguró entonces un visitante en declaraciones a este diario.
Dos años después, en 2015, fue el alcalde de Serra, el socialista Javier Arnal, el que denunció el abandono de Porta Coeli por parte de la Conselleria de Medio Ambiente. Se refirió, exactamente, a «falta de atención y cuidado» del parque natural. Aludió al mismo asunto: basura desbordada en las áreas recreativas. Los socialistas de Serra cargaron contra Isabel Bonig «por la falta de una respuesta rápida y eficiente». Ahora, un año después de esas críticas y con un gobierno autonómico de su mismo signo político, el problema persiste en la Sierra Calderona.
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