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Juan Antonio Marrahí
Lunes, 11 de julio 2016, 20:58
«Lo sucedido con el festival Marenostrum no es positivo. Empresarios interesados en llevar a la Comunitat este tipo de eventos pueden ver en los desacuerdos surgidos que la región es complicada o pone baches a los espectáculos». Es la advertencia que lanzan desde la Federación de Hostelería de la Comunitat, un sector convencido de que este tipo de eventos tiene considerables beneficios económicos y es mucho más lo que se gana que lo que se puede llegar a perder.
La suspensión al límite del evento previsto en Alboraya ha dejado a 17.500 jóvenes a la espera de que se les reembolse el dinero que habían pagado por sus entradas. Mientras la Generalitat apuesta por convertirse en tierra de festivales con la marca turística 'Musix', la presión política y un informe desfavorable de la Conselleria de Obras Públicas acabó la semana pasada la cancelación in extremis.
Cabe preguntarse cuál es la realidad de los festivales en nuestra región. Según fuentes de la Agencia Valenciana de Turismo, entre el 10 de junio y el 10 de septiembre la región se convierte en sede de 16 espectáculos de «amplia repercusión nacional e internacional». La Generalitat estima que sólo tres de ellos celebrados en Castellón, el FIB, el Arenal Sound y el Rototom Sunsplash, suponen un impacto económico superior a los 61 millones de euros.
Además, se calcula que de los más de nueve millones de turistas que anualmente realizan visitas culturales en la Comunitat, aproximadamente tres están interesados en espectáculos musicales como los festivales. «Un 77% de ellos son españoles, viajan en pareja o con grupos de amigos, llegan en coche y se alojan en hoteles», destacan desde la AVT. El impacto económico es evidente: «Durante su estancia conocen la oferta cultural y natural y degustan gastronomía local», añaden.
Actualmente, los festivales con sede en la Comunitat se encuentran entre los más visitados de España. Sobre ellos destaca el Arenal Sound de Burriana, que el año pasado atrajo a 240.000 asistentes. Le sigue el Rototom Sunsplash. La agencia no reconoce que el apoyo a los festivales de música «ha pasado a ser una importante herramienta para la promoción de la Comunitat como destino turístico mediterráneo internacional».
Pese a ser el más exitoso, el Arenal Sound también se ha visto este año amenazado por las dudas de los responsables municipales de Burriana. Hasta el punto de que la Generalitat ha tomado las riendas y ha acabado autorizando el evento después de una semana de absoluta incertidumbre a menos de un mes de su puesta en escena.
Cómo es lógico, muchos de los festivales estivales en la Comunitat buscan aunar música y playa. En el caso del Marenostrum, la oposición ecologista ha sido rotunda y la Conselleria de Obras Públicas mostró su informe en contra del evento amparándose en dos artículos de la Ley de Costas. Unos se culparon a otros y la consellera Salvador cargó a su vez contra el ministerio.
Queda patente que los lentísimos ritmos de la Administración en pronunciarse no operan a favor de los organizadores de estos eventos, que necesitan cierto margen y seguridad para promocionarlos, contratar a artistas y operarios, montar y vender las entradas. En el aire queda si la Comunitat se convertirá en tierra de saltos y aplausos o podrán más quienes temen por ruido o dunas.
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