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J. A. MARRAHÍ
Lunes, 25 de julio 2016, 21:08
El muerto número 57 de este año en las carreteras de la Comunitat es un niño de 12 años. El menor de origen polaco perdió la vida en Alginet, atrapado en la cabina del camión de su padre. El hombre, paradojas del destino, salió ileso pero nunca ya podrá olvidar el instante en que embistió por alcance a otro vehículo.
Estas son las terribles historias que encierran los accidentes de circulación. Según fuentes de la Dirección General de Tráfico (DGT), la Comunitat es una de las nueve regiones de España donde los accidentes de circulación están creciendo. El fin de semana terminó con 62 fallecidos frente a los 52 que se registraban por estas fechas el año pasado, un repunte que se produce a las puertas del gran éxodo veraniego del mes de agosto. La última víctima fue un motorista de 52 años que falleció sobre las 20.15 horas del sábado en la autopista AP-7 en Sagunto.
El panorama a nivel nacional también empeora. Hasta el 21 de julio, Tráfico computaba 620 muertes, 37 más que el año pasado. El incremento, además, amenaza con poner fin a varios años seguidos de descenso de la mortalidad. ¿Cuáles son las causas del repunte en tierras valencianas? Según el comandante Jairo Torres, inspector de la Guardia Civil de Tráfico en la Comunitat, confluyen tres factores: «Más desplazamiento de vehículos que en los años de crisis económica, un envejecimiento del parque móvil que se agrava cada año y un aumento de la edad de los conductores».
Poco antes de que finalizara la campaña de seguridad en cuestiones de mantenimiento de los vehículos, el delegado del Gobierno en la Comunitat, Juan Carlos Moragues, destacó un dato alarmante: «la antigüedad media de los coches que circulan por nuestras vías ha aumentado casi cuatro años entre 2007 y 2014». Es decir, si bien la recuperación económica permite a los bolsillos estirarse en combustible no se está produciendo la deseada renovación de vehículos de nueva generación con el plus que eso conlleva en seguridad. Hoy en día, tres de cada diez turismos y casi un 40% de las motocicletas llevan más de 15 años rodando, de acuerdo con las cifras de Tráfico.
La insistencia de los expertos viales en el buen estado del vehículo no es gratuita. Un reciente estudio de la DGT analizó la edad de los implicados en accidentes graves. «El riesgo de morir en un accidente de circulación en un coche de más de 15 años es el doble que en un vehículo joven de menos de 5 años», establece el informe de seguridad vial.
Ante las preocupantes cifras en la época de más riesgo, Tráfico prevé incrementar los controles en carretera. Sólo en la Comunitat se esperan 16 millones de desplazamientos, un 4% más que en al año pasado. En esta tesitura, prácticamente todas las semanas veremos campañas de vigilancia, ya sea por operaciones de salida y retorno, control de alcohol y drogas al volante, velocidad o estado del vehículo. Los controles serán mucho más intensos en los fines de semana.
Los radares, en moto
Tráfico ha adquirido para esta campaña estival 60 nuevos cinemómetros ligeros que manejarán los motoristas de la Guardia Civil. Es una inversión de un millón de euros. Sumados a los habituales radares fijos y móviles, suponen más ojos que nunca contra el exceso de velocidad. Además, la DGT ha advertido de una «mayor actividad de los helicópteros Pegasus en autovías y autopistas» ante el incremento de fallecidos en estas vías. La siniestralidad ya no sólo afecta a las carreteras convencionales. En los cinco primeros meses del año han muerto 106 personas en autopistas y autovías españolas, teóricamente los espacios más seguros para circular. La cifra ya supera con creces a las 70 del mismo periodo de 2015.
El frente abierto para contrarrestar el aumento de fallecidos pasa por reducir las zonas de adelantamiento en carreteras secundarias y una señalización fija en los 300 tramos más peligrosos de este tipo de vías. La DGT reconoce que los excesos de velocidad son un verdadero problema en estos puntos, con casos que superan los 30 km/h respecto al límite marcado.
Pese a los esfuerzos de Tráfico, los empresarios siguen denunciando que la falta de inversión y mantenimiento en las carreteras de la Comunitat puede estar influyendo en la siniestralidad. Entre las asignaturas pendientes, citan el tercer carril de la V-21 entre Alboraya y Valencia, una zona que sufre colas kilométricas cada mañana. También urgen la ampliación del 'bypass', las variantes de la peligrosísima N-332, una de las vías más transitadas en esta época, o la ampliación de la circunvalación de la V-30, otro punto donde las retenciones son crónicas.
Pero ninguna medida servirá de mucho si lo más importante falla: el conductor. Si analizamos los últimos diez años de infracciones en la Comunitat hay buenas y malas noticias. Lo positivo es que ocho de cada diez conductores valencianos mantiene intacto su saldo de puntos. Por contra, hay un 'ejército' de 16.626 que los han perdido todos. A casi 700 se les ha tenido que retirar el carné en dos ocasiones. Y hay ocho que se pueden considerar enemigos declarados de la seguridad vial, pues lo han perdido tres veces a lo largo de la década.
¿Qué alternativas hay con estas bombas de relojería al volante? La doctora Ana Martí-Belda es profesora de psicología en la Universitat de València e investigadora del Instituto Universitario de Tráfico y Seguridad Vial (INTRAS). «Existe un grupo reducido de conductores reincidentes que son insensibles» a la retirada de puntos y los cursos de reeducación vial. A grandes rasgos, reclama «evaluaciones psicológicas exhaustivas», no sólo de dos horas, antes de ser derivados a los programas de rehabilitación, como ya sucede en Austria o Alemania.
Martí-Belda ha comprobado que hay infractores con verdaderos problemas de personalidad que van más allá de su aprendizaje o redescubrimiento de las normas que no respetó. «Experimentan más ira, son buscadores de sensaciones, más agresivos y más activos». Y en cuanto al alcohol advierte: «Ningún programa va a conseguir la prevención de la reincidencia de un conductor con problemas de alcohol mientras su adicción no se trate». Las intervenciones que se realizan en los cursos «no pueden ir más allá de separar la conducción y el consumo de alcohol», lamenta.
Con drogas al volante
TESTIMONIOS
Enrique Cezón, accidentado -
Losa del Obispo. 6 de diciembre de 1992. José Enrique Cezón llega con retraso a la presentación de su hija en la falla. Acelera demasiado y su moto se sale de la carretera. «Llegaba tarde. Fue la maldita velocidad», recuerda ahora, muchos años después, mientras aconseja a conductores en un control en El Saler. «Era un tramo limitado a 80 por hora. Yo iría a 100 y acabé con lesión medular y cerebral». Como miembro de la asociación ASPAYM de lesionados medulares, esta es su reflexión «La vida puede dar un vuelco».
Pepe Balaguer, accidentado
- El tiempo no ha hecho olvidar a Pepe Balaguer aquel 6 de agosto de 1972. «El casco no se estilaba por aquel entonces y lo pagué con creces». La Vespa con la que circulaba por Valencia fue embestida por un coche que se saltó un stop. «Se me llevó por delante y acabé con una lesión medular dorsal», recuerda el accidentado. «Toda la vida echaré de menos haber llevado ese casco. He salido adelante, pero siempre añoraré poder hacer surf o bailar arrimado», confiesa la víctima del siniestro.
Otro factor de riesgo propio del verano es el consumo de droga. Según el doctor Augusto Zafra, psiquiatra y director del centro de desintoxicación IVANE del Hospital Aguas Vivas, «con el consumo de cocaína, el conductor reduce drásticamente su percepción de peligro o la elimina, por lo que circula de forma temeraria». Además, baja su atención y eso «provoca que se pierdan detalles esenciales como semáforos, señales o maniobras de vehículos cercanos». Y todavía está el riesgo añadido de la somnolencia tras la desaparición de su euforia inicial.
Si además mezclamos cocaína y alcohol, «se forma dentro del organismo una nueva sustancia llamada coca-etileno que permanece más tiempo en el cuerpo y multiplica los efectos de cada una de las drogas por sí solas», alerta Zafra.
El cannabis hace que todo vaya a cámara lenta. Y eso al volante es tentar a la suerte. «Los conductores que lo consumen ven drásticamente reducida su capacidad de reacción». Un stop, un ceda el paso o un frenazo inesperado pueden ser trampas mortales para un conductor que elige el porro como compañero de viaje. Por no hablar de los síntomas de delirio o alucinación como paranoias o manías persecutorias. «El miedo por la convicción psicótica de que son perseguidos u observados provoca en los conductores errores, atención deficitaria y reacciones inadecuadas», detalla Zafra.
La heroína y los opiáceos son casi un suicidio «por sus elevados efectos sedantes». Y los alucinógenos, describe el psiquiatra, «causan una distorsión tan seria de las percepciones que conducir bajo su influencia supondría un riesgo gravísimo de accidente». Y ojo con los medicamentos. «El consumo de tranquilizantes, aunque pautados, pueden generar una excesiva somnolencia al volante o de estados de ánimo con muchos altibajos».
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