J. A. M.
Domingo, 4 de septiembre 2016, 22:13
La voz de Inmaculada Tuset, directora de Jesús-María y superiora de la comunidad en Valencia, se quiebra al recordar a 'Isa'. Admite que llegó a confesarle su preocupación: «¿No estás allí muy sola?». La respuesta de Isabel, resume su espítitu : «No estoy sola. Aquí me necesitan mucho y el Señor me acompaña».
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Tuset y otras hermanas como Rosa María Sifre recuerdan su belleza. «Era muy guapa, tanto por fuera como por dentro». Y su sonrisa contagiosa. Y su guitarra, con la que llegó a grabar canciones que inspiraban a los más jóvenes. «A veces ponía música a textos religiosos y otros los componía ella misma. Adoraba la música».
Pero su partitura más sobrecogedora aún resuena en Haití, donde llegó a «escarbar entre escombros» en busca de atrapados. Con ayuda de varias organizaciones, sus hermanos y amigos creó una clínica que elaboró prótesis para los amputados del seísmo.
Como enfermera, enseñó a los Haitíanos a cuidar de sus gentes. Como maestra, propició la construcción de escuelas en barrios marginales. «Valiente, generosa, amante de los jóvenes... Mujer de fe, perseverancia y perdón». Tuset se preguntaba ayer: «¿Por qué, Dios?». Agradecida por las condolencias y cariño de exalumnos y amigos, concluía: «Tenemos la certeza de que ha dado su vida por los pobres. Ha generado posibilidades y ha anunciado esperanza en el futuro».
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