Xàbia, ayer y hoy

De 6.000 habitantes en 1960 ha pasado a más de 27.000, con 22.457 viviendas residenciales en el año 2006

F. P. puche

Domingo, 11 de septiembre 2016, 23:58

Desde Gandía, al norte, una gran conurbación se extiende a caballo de las provincias de Valencia y Alicante, hasta enlazar con Benidorm, Alicante y Torrevieja. Tan extensa como Los Ángeles, la gran ciudad alberga en verano a más de un millón de personas: tiene tantas plazas hoteleras como Bélgica o Suecia enteras --solo Benidorm ha superado hace tiempo las 41.000 camas-- y genera más basuras que los Países Bajos. Xàbia, una de las ciudades de esa aglomeración turística, acaba de sufrir un grave incendio forestal; y con sus 423 habitantes por kilómetro cuadrado es un ejemplo perfecto del gran cambio que ha experimentado en apenas cincuenta años.

Publicidad

La Comunidad Valenciana no está sabiendo hacer valer, desde los años ochenta del pasado siglo, el peso de las cargas de servicios asistenciales que supone, para los municipios, el maná del turismo. Xàbia, y su extraordinario cambio en seis décadas, nos puede servir de ejemplo para mostrar un esfuerzo descomunal, consecuencia de una transformación que en muchas ocasiones ha sido descontrolada.

El incendio de Xàbia obligó a desalojar 16 urbanizaciones de chalés. Pero la ciudad tiene muchas más de treinta núcleos en su término municipal, además de la ciudad ntigua. Con 27.681 habitantes censados en 2014 (en 2010 se llegó a un máximo de 31.909) la densidad de población, de 423 vecinos por kilómetro cuadrado) se sitúa muy arriba en un ranking nacional que encabezan los disparates de Mislata (19.032) y Benetúser (18.386) tan colmados de gente como Hong-Kong.

Población

Xàbia no tenía más que 7.150 habitantes en 1970, cuando se construyó Toscamar. La casa que en los sesenta se había hecho Mariano Navarro Rubio, un ministro de Hacienda del momento, sobre un terreno regalado, fue el prólogo de la llegada del puerto, el club náutico (1965), el Parador de Turismo (64 millones de pesetas de 1965) y del asentamiento de un primer núcleo de familias madrileñas y valencianas en el Rodat y el Tossalet, las primeras urbanizaciones. En el censo de 1991 la ciudad ya tenía 16.473 vecinos y las casas se habían expandido como una mancha de aceite por todos los montes del término, ocupando los bancales de piedra seca donde, hasta los cincuenta se cultivaban almendros, algarrobos o uva moscatel para pasas. La población antigua, junto al mar, cambió con la nueva iglesia de Nuestra Señora de Loreto (1967) de GODB. En las playas apenas había dos núcleos de pescadores humildes, uno de ellos en la llorada Granadella de hoy, declarada en 2012 como la mejor playa de España.

El crecimiento de Xàbia, siendo desmesurado, ha sido mucho más ordenado que el de otras poblaciones de la macrociudad que va desde Gandía a Benidorm. La enorme aglomeración humana está falta de buenos ferrocarriles y anda justita de hospitales; pero ha seguido creciendo al hilo del «boom inmobiliario»; la demanda extranjera nunca ha cesado: la maravilla del clima y de la acogida de la población vence todos los recelos. En Xàbia, el 53% de la población es extranjera. Hay más de 6.000 británicos pese al «Brexit» y más de 2.000 alemanes. Gentes de 85 países de todo el mundo tienen casa en esas colinas, y la gran mayoría son jubilados europeos y rusos. A los pies del Montgó, la revisión catastral hecha en 2006 indica que 26.623 titulares cotizan por un total de 22.457 residencias y 13.072 locales de otros usos.

Publicidad

Aunque en ocasiones falta agua. Este verano mismo. En Dènia no pocos pozos privados se han secado hace unas semanas. Los blogs con quejas por cortes de agua en Xàbia y otros pueblos de la Marina rebosan de entradas indignadas. Se echa en falta el servicio de la planta potabilizadora para que los casi 27.000 abonados puedan tener los 2.000 millones de litros que necesitan para beber, ducharse y atender las demandas del jardín, la piscina y la limpieza del coche. En los demás pueblos de la enorme ciudad de vacaciones, el cliché se repite: falta agua, falta un mejor servicio de retirada de despojos de jardinería y poda.

Y falta que los hidrantes contra incendios sean revisados por Protección Civil. En 2014, en Xàbia, se comprobó que, de unos 400, la cuarta parte no funcionaban bien. Se repararon y fueron localizados por GPS, una labor que se ha hecho también Benitatxell y en numerosos municipios de la aglomeración turística. Mientras tanto, crece y crece el volumen de las basuras: solo en Xàbia, unas 14.000 toneladas al año. La gran ciudad del turismo valenciana, desde Xeraco a Santa Pola, quizá produzca cada día 3.000 toneladas de residuos. Entre ellos, humildemente, se podrían encontrar las cáscaras de las míticas «gambas rojas» sacrificadas a diario. «Con las que se pescan en Dènia --dice los conocedores del asunto-- no hay ni para uno de los doscientos restaurantes».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€

Publicidad