BURGUERA
Martes, 25 de octubre 2016, 01:44
Más delgado que en sus días de libertad, Blasco continúa imperturbable en el 'chabolo' (así denominó él mismo a la celda de Picassent que habita desde hace 16 meses) y exhibió ayer su agilidad verbal innata a la hora de lanzar balones fuera para negar favores, presiones o prebendas. Compareció por videoconferencia ante la comisión de investigación de Les Corts de la adjudicación de las plazas de residencias para dependientes en los centros del grupo Savia.
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El siete veces conseller (dos con el PSPV de Lerma y el resto en los gobiernos del PP de Zaplana y Camps) y exportavoz del PP en Les Corts dejó perplejos a los diputados desde el arranque de su intervención hasta el final. Blasco empezó intentando fijar las reglas, para así recibir preguntas solo concernientes a sus dos años como responsable de Bienestar Social (premisa que los parlamentarios no siguieron), desmintió haber utilizado un móvil dentro del centro penitenciario pues, de haberlo hecho, según él, «no estaría hoy hablando con ustedes sino en una celda de aislamiento».
El exconseller aportó de memoria su versión sobre las adjudicaciones, pues no dispone de la documentación de la comisión (de paso, invitó a que se la enviaran «si son ustedes tan amables»), mostró páginas de periódicos aunque lamentó encontrarse apartado de la actualidad, sin que tal aislamiento fuese óbice para, además, bromear con la decisión del PSOE de abstenerse en la investidura de Rajoy («han pasado del no es no, al no pero sí») y hasta intentó quebrar la línea argumental de la socialista Concha Andrés aludiendo a reuniones con «gente de su partido muy cercana a usted».
Al acabar, invitó a los diputados a que le vuelvan a citar si tienen alguna otra duda y se despidió con «un abrazo para todos» que generó algún escalofrío. Y todo eso, cumpliendo condena de seis años y medio como autor de los delitos de malversación de caudales públicos, prevaricación y falsedad documental al desviar más de millón y medio de euros que, en vez de ir a Nicaragua, se transformaron en inmuebles en Valencia.
Blasco afirmó no conocer a Ramón Cerdá, un creador de sociedades vinculadas a las adjudicaciones, y admitió que sí sabe quién es Joan Ramón Ferrís, relacionado también con estas presuntas empresas pantalla. Confirmó el exconseller, como días antes que él ya hizo Tina Sanjuán, que antes de las adjudicaciones se reunió con sindicatos y «actores del sector», un dato que otros comparecientes niegan.
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Blasco rechazó cualquier tipo de actuación irregular, a pesar de la insistencia con la que Concha Andrés o la nacionalista Mònica Àlvaro le preguntaron. En el caso de la diputada de Compromís, el exconseller se mostró indignado y hasta ofendido, respondiendo como si en vez de hablar desde una sala de la cárcel de Picassent, compareciese por videoconferencia debido a que asiste a un congreso en Washington.
En todo caso, Blasco consideró «ideal» el proceso para adjudicar las nueve mil plazas residenciales en la Comunitat. El exconseller subrayó que toda la tramitación se desarrolló con «absoluta transparencia» y que el procedimiento se llevó a cabo con «pulcritud», sin favoritismos ni presiones. «Ni en esta ocasión ni en ninguna, nunca, ninguna persona me ha ofrecido contraprestación de carácter económico o material», recalcó.
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