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BERNABÉ MOYA. BOTÁNICO
Martes, 24 de enero 2017, 10:49
El libro parroquial de defunciones en el que va camino de convertirse el catálogo de Árboles Monumentales de la Comunidad Valenciana tiene una nueva y más que lamentable inscripción: El Pi de la Bassa de Porta Coeli, en Serra. El ahora caído, y a punto de ser descuartizado, es un viejo conocido que apareció fotografiado en la obra publicada en 1914 por Rafael Janini Algunos árboles y arbustos viejos de la provincia de Valencia.
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La muerte del Pi de la Bassa no ha sido ni por causa natural ni por vejez. Aunque traten de hacérnoslo creer, a la desesperada, el Secretario Autonómico de Medio Ambiente, Julià Álvaro, y el Director General del Medio Natural, Antoni Marzo. No hace mucho que el periodista, hoy Secretario Autonómico, afirmaba en su blog que las «versiones oficiales acostumbran ser mentiras inmensas». Cuando el cadáver no puede ocultarse fácilmente, apelar a la fatalidad y lo irremediable es una cantinela con la que tratar de pasar página rápido. Sequías y plagas han sido las razones que han exhibido públicamente. Dos posibles causas de resonancias bíblicas, tras las que difuminar la oscura realidad que afecta a la gestión del arbolado monumental, y de paso de salir absueltos de implicaciones y otras responsabilidades. Lo que ha matado al Pi de la Bassa ha sido la desidia, el abandono y la falta a la verdad de los hechos.
Para lidiar con este muerto, los actuales responsables políticos han salido a la palestra con eslóganes del tipo «Si la montaña es un tesoro, los árboles monumentales son las joyas de ese tesoro». Para a reglón seguido atribuir el papel de verdugos a la sequía, a la desecación de los acuíferos y al ataque de una plaga de coleópteros perforadores, conocida como barrenillo de los pinos, que afecta sobre todo a individuos previamente debilitados. Afortunadamente los que estudian y visitan asiduamente el Parc Natural de la Serra Calderona conocen otra realidad. Desde el año 2013 hemos asistido estupefactos y desesperados a la inacción por parte de los responsables de la gestión de los árboles monumentales, frente al avance de los minúsculos escarabajos, que poco a poco iban devorando la masa de pinos circundantes. Cuando por fin se llevó a cabo la tala de los pinos muertos, el Pi de la Bassa ya había sido atacado.
Ante la falta de asignación presupuestaria durante más de una década para gestionar y cuidar los árboles monumentales por parte de la Consellería, lo siguiente es aparentar. Una vez llegada la hora final no se repara en gastos, ni representaciones. Se contrata a personal externo ¿el equipo de la Consellería no está dotado, ni capacitado? La técnica aplicada, presentada como lo último, consistió sencillamente en perforar múltiples veces con una taladradora el tronco del Pi de la Bassa y rellenar los agujeros con una solución milagrosa. Los expertos saben de la ineficacia del tratamiento en casos como este.
El Pi de la Bassa era un gigante de porte único que captó la atención del insigne Ingeniero Agrónomo Honorario de la Diputación de Valencia, Rafael Janini. La obra vio la luz hace un siglo, y fue una de las primeras del mundo dedicada a defender los árboles viejos. En ella podemos disfrutar de una imagen que muestra la monumentalidad del ejemplar y su tenue reflejo en la balsa de riego que recogía y acumulaba el agua de lluvia del entorno. Una balsa de la que tomó el nombre y también el agua con la que satisfacer sus necesidades hídricas Hasta que hace unas décadas fue desecada mediante la plantación de dos eucaliptos, una más que cuestionable costumbre forestal. Me surge ahora una duda al respecto de su estatus de protección ¿Cómo es posible que el Pi de la Bassa no haya llegado a estar incluido en el Catálogo de árboles monumentales, mientras sí lo está uno de estos eucaliptos?
Otro aspecto importante para entender lo que ha sucedido, es que el Pi de la Bassa se encontraba situado en las proximidades de una zona recreativa con gran afluencia de visitantes. Por lo que la presión ejercida sobre el ejemplar ha sido muy alta. Únicamente existía un tramo de valla al objeto de limitar el acceso a los automóviles, pero no a los todoterrenos, motocicletas, quads, bicis, ni a las visitas a pie masivas.
Durante años, y desde diferentes ámbitos, se ha trasladado a los responsables con competencia en Árboles Monumentales de la Consellería la necesidad de restaurar la balsa para mejorar la disponibilidad de agua tanto para el ejemplar monumental como para la flora y fauna, facilitando con ello la recuperación del hábitat. El Secretario Autonómico y el Director General, han preferido mandar regar el Pi de la Bassa con una cuba de agua. Una improvisación, para nada creíble, y tal vez trufada de remordimientos.
Al contemplar por ultima una vez los despojos de lo que fue un Monumento Natural y Cultural vivo, me asalta la cuestión sobre qué pensaría Rafael Janini si escuchara al actual Diputado Provincial de Medio Ambiente, Josep Bort, clamar voz en alto y tono jocoso en el pleno en el que se votó la clausura unilateral del Departamento de Árboles Monumentales de la Diputación de Valencia ¿Quién es ese Janini, al que solo conocen en su pueblo? Descansen en paz.
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