

Secciones
Servicios
Destacamos
J. A. MARRAHÍ
Domingo, 12 de febrero 2017, 21:00
Trabajaremos de forma intensa para que en Semana Santa puedan estar preparadas las playas afectadas por el temporal». El compromiso del Gobierno está sobre la mesa y la cuenta atrás ha comenzado. Faltan exactamente 60 días para la primera gran oleada de turistas del año y el litoral valenciano todavía sangra por las heridas de tormentas, viento y oleaje. No nos lo cuentan. Lo comprobamos en primera persona: fachadas de chalés agujereadas por la furia del mar, montañas de cañas acumuladas en la desembocadura de un río, un muro de arena impidiendo el paso a una playa, dunas quebradas, paseos aniquilados o arenales extinguidos por la ferocidad de las olas.
Es la ruta de la destrucción, en la que se aprecia la debilidad y riesgo de las casas junto al mar, la preocupación de quienes han sufrido daños o la acuciante necesidad de espigones: brazos de roca más robustos y abundantes que mitiguen los arrebatos del clima más extremo.
Iniciamos el recorrido de sur a norte y lo hacemos por Dénia, referente para el turismo que en Semana Santa alcanza altas cotas de ocupación en chalés, apartamentos y hoteles. Sorprende, en primer lugar, los montículos de cañas acumuladas en playas de piedra junto a la desembocadura del río Girona, en l'Almadrava, que se desbordó por el elevado caudal durante los diluvios de mediados de diciembre.
Guillermo Lluch, un windsurfista y monitor dienense, lanza esta advertencia: «Yo y mucha gente de aquí vivimos del turismo y comemos de los visitantes. Es vital que estas playas vuelvan a estar en buenas condiciones antes de Pascua para que se alquilen casas y se reserven apartamentos».
Todavía más preocupante es el panorama con el que nos topamos en la playa de Les Deveses. Un hervidero de excavadoras, andamios y obreros se han desplegado junto a los chalés pegados al mar. Allí, una decena de viviendas sufrieron cuantiosos destrozos en columnas, terrazas y fachadas. El agua conquistó el arenal y ahora aún golpea con fuerza a escasos metros de un derruido muro de contención.
Sí. Han comenzado obras de reparación. Pero de momento las costean damnificados que aseguran no haber recibido «ninguna ayuda hasta el momento». Además, en la zona es urgente reponer arena. Allí, un propietario atribulado, supervisa el trabajo de los albañiles en su vivienda. Es Emilio Ramírez, de 65 años, víctima directa del temporal. «Dos pilares de la terraza rotos, el muro de contención hecho polvo... No sé ni cuánto me va a costar. Ya he anticipado dinero para reparar el chalé y, de momento, ayudas cero. Lo estoy pagando de mi bolsillo», asegura. Junto a él, se lamenta Pedro González, otro propietario dienense de 81 años. «El mar ha arrancado media terraza de mi casa y todo el vecindario nos hemos quedado sin playa». «El Gobierno debe actuar», urge, «pero del dicho al hecho...»
También se palpa la preocupación en los negocios. Sebastián Alcaraz, dueño del restaurante Al Mar, describe así la situación: « el agua llega a las paredes descarnadas de las casas». Teme los estragos que podrían producirse si otro temporal azota este punto del litoral. «Pedimos desesperadamente que repongan la arena». Carmen Frases regenta un bar y es la presidenta de la Asociación de Vecinos de Les Deveses. «El proyecto inicial de regenerar la arena en esta zona es de 2004», recuerda, «y ahora nuestra costa se ha quedado para el arrastre». Recalca que son «muchos los vecinos que subsisten gracias al alquiler de los apartamentos en vacaciones Semana Santa y verano». «Hay familias con sus economías en juego», apostilla.
Montículos de cañas
Queda claro. Hora de continuar hacia el norte. Siguiente parada: Gandia, ya en La Safor. Allí, junto a Daimús, un río Serpis enfurecido entre diluvios abocó al mar toneladas de cañas arrastradas. El oleaje, a su vez, esparció estos restos en el arenal a lo largo de dos kilómetros.
Las tareas de limpieza comenzaron esta misma semana, pero un simple paseo por la zona basta para detectar dos problemas. La invasión de cañas ha sido retirada del arenal, como estaba previsto por Costas, pero la vegetación ha quedado acumulada en varios montículos de unos dos metros junto a chalés. Y ahí seguía el miércoles. Además, un sinfín de restos astillados más pequeños permanecen en la arena con riesgo de clavarse al pisar descalzo. El alcalde de Daimús, Javier Planes, confía en que la playa del municipio «esté lista para Fallas». Asegura que en esta época ya se llena con los primeros turistas de la temporada.
Recorremos varios kilómetros más sin abandonar La Safor. Y alcanzamos Tavernes de la Valldigna. Allí el plan de emergencia de Medio Ambiente contempla una aportación de arena después de que el temporal borrara del mapa algunos tramos de la playa de La Goleta. Nos damos de bruces con muros de arena que se acumulan en los accesos. Hay que escalar para superarlos. Además, encontramos cañas complicando el avance por pasarelas de madera y hasta una escalinata arrancada.
La Goleta está impracticable. Vecinos y fuentes municipales explican ese anormal paisaje: «El mar engulló la arena de esta costa y llegó a penetrar en el casco urbano». Operarios municipales limpiaron las calles, pero el arenal todavía urge una solución antes de Semana Santa para recuperar su aspecto previo a los estragos del temporal.
Barreras de arena
Y es que la playa prácticamente ha desaparecido. El ayuntamiento ha construido un dique de arena a lo largo de todo el cordón dunar que se esfumó con el temporal. Es la explicación al extraño muro arenoso en los accesos. «Esta barrera, de más de un metro de altura, evita que el mar entre en las calles de la playa», nos aclaran. Pero el problema es obvio: al mismo tiempo que protege, impide llegar a la orilla en condiciones razonables. Los vecinos y residentes de la zona, vacía en esta época pero a rebosar en vacaciones, esperan que Costas reponga los arenales desaparecidos, puesto que hay zonas donde las olas rompen junto a viviendas. En La Goleta se prevé una inversión de 300.000 euros, pero ya hay quien teme que la reposición «sea insuficiente y no sirva para cubrir la temporada turística».
El viaje hacia La Ribera está lleno de promesas por parte de Costas que deberían materializarse en cuestión de semanas. En Cullera se anuncian reposiciones de arena en El Brosquil y El Marenyet. También reparación de accesos en la playa de Los Olivos y protección del camino dunar en la playa del Dossel.
Ya en Sueca, la huella del embate del mar está marcada en el cordón dunar que se extiende entre Mareny Blau y El Perelló. A lo largo de varios kilómetros, se aprecia la pérdida de arena de las dunas con un brusco desnivel de hasta dos metros. El ayuntamiento cuantifica los daños en 300.000 euros y el Gobierno también se ha comprometido a responder con las dunas. El miércoles aún no había ni rastro de los trabajos de recuperación.
6.000 camiones con arena
Pero la lista de daños del Ayuntamiento de Sueca va más allá del cordón dunar: «Hay lavapiés desplazados, enterrados o doblados. Hemos sufrido destrozos en cañerías y hay pasarelas medio enterradas, escaleras de cemento al descubierto y escalones rotos en las de madera».
Y llegamos a Valencia. En El Saler, la destroza del mar en la urbanización de La Casbah fue otra de las imágenes del temporal. Allí, en la playa de La Garrofera, ya pululan operarios junto a vallas y maquinaria. Se trata de la primera intervención, municipal, para construir una defensa ante el oleaje y reparar de la calle dañada. Al mismo tiempo, el ministerio se ha comprometido a aportar 6.000 camiones de arena procedente de las tres golas de l'Albufera.
David Zamora es un habitual de estos arenales. El deportista de Paterna corre varios kilómetros por esta parte del litoral. «Pero hoy no puedo ya avanzar más», se queja. «Donde había arena, ahora hay rocas o agua. No puedo seguir corriendo. El mar se ha tragado la playa. Esto es un desastre. El litoral es lo más valioso que tenemos y tienen que arreglarlo con urgencia», apremia.
Consuelo Pi, vecina de El Saler, coincide. «Si no arreglan pronto esta playa y viene otro temporal se van a derrumbar las casas. Es la segunda vez que ha sucedido y urge encontrar una solución», clama. «Lo que hace falta», estima, «es un espigón, porque el fuerte oleaje se lleva la arena hacia otras zonas y las casas están en serio riesgo». Ante la proximidad de la Semana Santa, Pi recuerda que en esta época la población de La Garrofera «se puede llegar a multiplicar por cuatro respecto a un fin de semana».
Nuestro avance en busca de la destrucción costera prosigue con rumbo a Castellón. Pero mucho antes, pueblos de l'Horta Nord como Alboraya o El Puig también han sufrido la factura del temporal. La primera localidad solicitó el auxilio estatal ante la pérdida de arena de las playas. La zona de Port Saplaya también sufrió desperfectos. En El Puig, la primera consecuencia llega este fin de semana, al haberse cancelado las tradicionales carreras de caballos en su arenal con motivo de las fiestas de Sant Antoni. En ambos municipios, Costas tiene previsto aportar arena.
Almenara es el punto final del recorrido. Allí la fuerza del mar alcanzó tal magnitud que el paseo marítimo acabó con un aspecto más propio de un terremoto. Las máquinas ya han empezado a trabajar en reponer la vía y en la construcción de espigones. Es una reclamación histórica del vecindario: «Hubo daños el año pasado, este... Estamos hartos de parches y exigimos soluciones», remarca Amparo Peiró. «Las viviendas corren peligro y exigimos escolleras», clama la plataforma cívica de la costa en una campaña con más de mil firmas.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.