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Una de las primeras oleadas de atentados del terrorismo islamista se vivió en junio de 2015. Una serie de ataques de los fanáticos del Daesh dejaba casi un centenar de muertos en Francia, Túnez, Kuwait y Somalia y el miedo en el cuerpo de los occidentales. Desde esa fecha, el Ministerio del Interior elevó a cuatro (de cinco posibles) el nivel de alerta de atentado terrorista, bajo la denominación de 'muy alto'. Las posteriores masacres en el Charlie Hebdo, Bruselas, Londres o Barcelona no han elevado la escala en España a la máxima alerta antiyihadista, pero sí han mantenido la más estricta directriz de vigilancia desde las cúpulas de las Fuerzas de Seguridad a todos los agentes.
Sin embargo, tres años después de declararse el 'zafarrancho' de seguridad contra el terrorismo islamista, los medios puestos a disposición de policías y guardias civiles en la Comunitat Valenciana dejan mucho que desear.
Agentes que tienen que comprarse ellos mismos métodos de protección individual como chalecos antibalas. Falta de formación sobre cómo actuar al detectar a un posible sospechoso en un lugar muy concurrido o prácticas para utilizar correctamente los subfusiles con que se ha dotado a muchas patrullas.
Escasez de agentes y unidades obligadas por ello a realizar su trabajo en solitario, con el consiguiente riesgo para ello. Son sólo algunas de las carencias denunciadas por la Asociación Unificada de Guardia Civil (AUGC). «Los recursos que se cuentan en cuestión de seguridad para los agentes son escasos», advierte el sindicato.
El aspecto más sangrante para los miembros de la Benemérita en la región valenciana es la escasez de chalecos antibalas, una medida vital para salvaguardar la integridad de los funcionarios. «Llevamos años demandando esa protección, y a día de hoy siguen sin llegar», lamenta la asociación.
Hasta tal extremo llega la acuciante necesidad de estas prendas de seguridad que hay guardias «que se han pagado un chaleco de protección de su bolsillo por que la Guardia Civil no les dota de ellos». El coste de esta prenda de seguridad puede llegar a superar los 600 euros, según profesionales del sector.
La carencia es especialmente grave para el personal femenino. Y es que, los escasos chalecos antibalas con que está dotada la Benemérita, sí son prácticamente inexistentes en el caso de las mujeres, que necesitan un patrón de la prenda de seguridad totalmente distinta a la de los agentes masculinos, por una simple cuestión de morfología.
Tras los atentados del Daesh en Europa, desde Interior se lanzó la directriz de que las patrullas de Seguridad Ciudadana y que habitualmente realizan controles en las grandes ciudades y principales vías de comunicación, llevaran a cabo sus labores de vigilancia utilizando subfusiles y armas de guerra.
Pero también aquí, de la teoría a la práctica ha habido un trecho repleto de agujeros negros. En este caso sí se ha dotado de armamento a las patrullas, pero el problema es otro. «No hemos recibido la formación necesaria» para utilizar estas armas», como lamentan desde AUGC. No sólo eso, pues hay un elemento incluso más absurdo y que también denuncia la asociación: «Los vehículos oficiales no están adaptados para el transporte de dichas armas largas».La carencia de chalecos es un mal extendido también entre policías nacionales y locales. 'Un agente, un chaleco' ha sido un lema muy difundido desde hace meses por los sindicatos del Cuerpo Nacional de Policía. En el caso de las plantillas municipales, por ejemplo en Valencia, sí se aprobó a finales del año pasado la compra de 500 chalecos para cubrir a toda la plantilla, y desde la Diputación se ha impulsado también su compra.
Pero en el caso de la Guardia Civil se topan con otro muro: la escasez de agentes hace que muchos guardias patrullen en solitario, con el consiguiente riesgo para su seguridad. Atrás quedó la tradicional imagen de la 'pareja' de la Benemérita en estos casos. «Los agentes tienen muchas carencias en material para desempeñar su labor para con el ciudadano», es el lamento final de la Asociación de Guardias Civiles.
La Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) no se olvida de algunas de las reivindicaciones clásicas en ese cuerpo, que no sólo no se han solventado con el paso del tiempo, sino que se han agravado. Los servicios de vigilancia antiterrorista que llevan a cabo muchas patrullas no son una excepción a la hora de convivir con un obstáculo para su trabajo: coches patrulla en un estado lamentable. «Estamos viendo todos los días a los agentes patrullar en vehículos de más de 400.000 kilómetros», como lamenta el sindicato.
Los servicios de vigilancia unipersonal no son un mal reseñable sólo en el 'trabajo de calle'. «Son varias las unidades en las que es habitual ver a un sólo agente realizando diversos cometidos en el interior del acuartelamiento», advierten desde la AUGC.
Además, el mal estado de las casas-cuartel de la Comunitat, en muchos casos edificios con decenas de años de existencia, es otra de las eternas piedras en los zapatos de los investigadores de la Benemérita. «Trabajamos en acuartelamientos antiguos con instalaciones obsoletas», lamentan los agentes de la Guardia Civil. La política de la Asociación Unificada es sacar a la luz «carencias que si no se dan a conocer, difícilmente se les acabará poniendo solución».
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