Agentes de la Policía Autonómica denuncian actitudes discriminatorias en el cuerpo

La petición se cursó en diciembre de 2022, con el anterior gobierno del Botánico, y la situación no ha mejorado con el actual Consell. La comisaria Marisol Conde asumió la jefatura de la Unidad Adscrita, como se conoce a la Policía Autonómica, en marzo de 2020, con la entonces consellera de Justicia e Interior, Gabriela Bravo, y con el cambio de gobierno se ha mantenido en su puesto de trabajo. Los agentes afectados aseguran que los servicios extraordinarios se están repartiendo de manera arbitraria. También piden que se aclare el reparto de unos servicios denominados IDD y en función de qué se cobran, ya que apuntan que no se está realizando un reparto equitativo de un presupuesto donde las partidas son de dinero público. La situación económica es uno de los puntos más graves en la gestión actual de la Unidad Adscrita.

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Al margen de los servicios extraordinarios, algunos agentes se quejan de que no se les permite aparcar sus vehículos en las zonas de seguridad y deben ocupar las áreas de carga y descarga además de la de los taxis. Esa situación contrasta con que la comisaría sí que puede estacionar su vehículo particular en la zona vetada, según apuntan las fuentes consultadas. Además, aseguran que los inspectores e inspectores jefe sí que pueden usar vehículos oficiales para facilitar su estacionamiento.

Además, otra de las denuncias realizadas desde dentro de la Policía Autonómica se refiere a las medallas al mérito policial, que tiene que ser autorizada por la comisaria. En su denuncia, los agentes apuntan que en la última entrega se concedió el galardón a un inspector, a dos inspectores jefe y a la propia comisaria, y que se deja olvidados al resto de funcionarios, algunos de los cuales participaron en operaciones que salvaron situaciones graves como la de la chica que se lanzó desde un muro de 12 metros de altura en el Palau de Les Arts.

Otra de las reclamaciones eternas y sobre la que no hay noticias de actuaciones para resolverlas es la situación de las instalaciones de la comisaría del Pont de Fusta, una vieja estación de tren reconvertida y con numerosas deficiencias. Desde hace cuatro años los agentes denuncian la presencia de cucarachas, roedores y fuertes olores en los vestuarios. Además, denuncia que durante mucho tiempo los agentes estuvieron sin agua caliente en las duchas y apuntan que el techo ha cedido y se puede ver corretear a los insectos por allí. Los agentes exigen dejar de trabajar en unas instalaciones que consideran insalubres. Las quejas se completan, según las mismas fuentes, por «un control excesivo» sobre el horario que desarrollan los agentes denominados «turia», que son los que desarrollan el servicio 24 horas. Apuntan que ya se ha deslizado la posibilidad de abrir expedientes a los agentes, por lo que exigen soluciones inmediatas.