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HÉROES SIN CAPA

«Aquí estamos para que haya agua en Valencia»

Miguel Añó no deja el puesto de mando de la planta de Manises: «Es una infraestructura hidráulica esencial»

Arturo Checa

Valencia

Miércoles, 1 de abril 2020, 23:59

Lavarse las manos varias veces al día. Es una de las recomendaciones más repetidas en estos días de pandemia y una de las armas más efectivas con la que parar los pies al Covid-19. Cuando lo hacemos, abrimos el grifo. Sin más. Sin plantearnos la simpleza y a la vez la importancia de ese gesto. Como cuando limpiamos los platos. O nos duchamos. O fregamos con agua y lejía diluida, otro de los zarpazos al coronavirus. Gestos domésticos, mundanos, que pasan desapercibidos. Pero para que eso sea posible, alguien tiene que estar 24 horas al pie del cañón en el otro extremo del grifo, en el tramo inicial de decenas y decenas de kilómetros de conducciones y tuberías. Dándole al 'botón'. «De aquí no podemos movernos para que la ciudad de Valencia y toda su área metropolitana tengan asegurado el suministro de agua. Desde la planta de Manises (El Realón) y desde la de Picassent se suministra a toda esa zona. Son dos infraestructuras esenciales y siempre tenemos que estar».

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Lo cuenta Miguel Añó, uno de los técnicos del proceso del agua de Emivasa en la planta de Manises. Igual está ante esa gigantesca pantalla con depósitos, conducciones, luces, números y letras que ilustra la fotografía de esta información y que es el 'cerebro de la bestia' de El Realón, el puesto de mando desde el que se controlan presiones de agua y el perfecto funcionamiento del suministro. Pero igual que está con funciones 'electrónicas', agarra una herramienta para realizar labores de mantenimiento en la planta o teletrabaja desde casa.

Con el confinamiento, su labor se ha vuelto más esencial que nunca, aunque han tenido que adoptar un protocolo especial, como casi todas las profesiones. Para cubrir las 24 horas del día han organizado tres turnos de ocho horas, apoyado además por más personas, 'telecompañeros' en casa. «Este trabajo tiene un enorme componente vocacional, somos la gente del agua, y sabemos que siempre tenemos que estar ahí, el agua es un servicio básico y esencial para todos», explica Miguel, con once años de experiencia en la planta de suministro de agua potable. Las instalaciones no son 'novatas' en lo que a gestión de crisis se refiere. Construida cuando el siglo XX daba sus primeros pasos, gestiona el agua que llega desde el Júcar y el Turia. Y desde allí se han vivido situaciones extremas como la gran riada de 1957 o la pantanada de Tous. El Covid-19 es un reto más para los integrantes de la planta. Todo se puede controlar telemáticamente, pero siempre tiene que haber alguien presencialmente ante cualquier contingencia. «Trabajamos de manera individual y con 'epis' (equipos de protección), por nosotros y por el compañero que vendrá más tarde a ocupar nuestro puesto».

Sin miedo

El escaso contacto hace difícil el contagio en las instalaciones en las que trabaja Miguel Añó. «Aunque es inevitable no pensar en ello, desarrollo mi labor tranquilo». La mente del técnico viaja entonces al trabajo que desempeñan en el exterior algunos de sus colegas. «Me acuerdo de mis compañeros que están a pie de calle resolviendo temas de mantenimiento, atendiendo llamadas o haciendo los controles de calidad en depuradoras… En todos los que, como yo, estamos en el mundo del agua y sabemos que nuestro trabajo es importante para las personas y que tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos. Lo tengo claro».

Soledad. Posiblemente es la sensación que más ataca al empleado de Emivasa en esta época de trabajo mientras millones de personas están confinadas. Un lógico aislamiento laboral para mantener la distancia de seguridad y evitar contagios. «Es lo más difícil de gestionar, porque estamos acostumbrados a trabajar en equipo. Aunque sepas que es una situación extraordinaria y que pasará, pues a veces resulta más duro. Eso sí, cada día vamos puliendo una técnica en la que nos hemos vuelto especialistas: las llamadas en grupo y las videoconferencias«, explica Miguel con una sonrisa, acostumbrado a manejar tabletas y móviles para recibir avisos de averías e incidencias. En su mente, como en la de muchos, que el 'bicho' acabe teniendo al menos algo positivo: «Quiero pensar que saldremos de esta siendo una sociedad un poco mejor y más comprometida».

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Miguel Añó

  • Profesión: Técnico de proceso

  • Edad: 42 años

  • Nacimiento:Valencia

  • Reflexión: «Saldremos de esta siendo una sociedad mejor»

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