Carla, de 22 años, que gestiona el bar-local, junto al alcalde de Arroyo Cerezo, Daniel RodillaH.E.
Una aldea con bar en el cielo de la Comunitat
Valencianos en la frontera ·
A más de 1.500 metros de altitud, en Arroyo Cerezo, los reyes de Castilla y Aragón dirimían sus diferencias a los pies de la Cruz de los Tres Reinos. Ahora sólo 11 habitantes protegen la historia de esta aldea de Castielfabib, en el Rincón de Ademuz
En 'El nombre del viento', el libro de Patrick Rothfuss, aparece Roca de Guía, una modesta posada que regenta Kvothe, en un lugar apartado del mundo llamado Newarre. Un punto de paso y descanso para habitantes y viajeros. En Arroyo Cerezo, que linda con Cuenca ... y Teruel, Carla ha abierto también su Roca de Guía, a más de 1.300 metros de altitud sobre el nivel del mar, el lugar habitado más próximo a las nubes en la Comunitat Valenciana. Carla tiene 22 años y llegó a casa de sus tíos en Veguillas de la Sierra el pasado verano desde Sabadell para ubicarse en el mundo. Por ahora ha encontrado su sitio. «A la semana de llegar ya estaba empadronada y el 1 de abril reabrí el local de Arroyo Cerezo. Estoy encantada aquí, hasta que la vida me lleve a otro lado», apunta.
El Rincón de Ademuz es una isla sin mar en la Comunitat Valenciana, una galia cercada por Aragón y Castilla-La Mancha. En la orilla del Ebrón está Castielfabib y en una de sus aldeas, en Arroyo Cerezo –El Royo para sus habitantes–, se levanta la Cruz de los Tres Reinos, a 1.558 metros de altura en los Montes Universales. De ese lugar se cuenta que se reunían los reyes de Castilla y Aragón –que incluía al Reino de Valencia– para dirimir sus diferencias. Un punto en el que se podía parlamentar sin abandonar el territorio.
El ruido del silencio da la bienvenida al llegar a la pedanía. Antes, tres cervatillos pastaban sin miedo en un campo de cereales a la orilla de la N-420, en el puerto de Hontanar. En Arroyo Cerezo los problemas se resuelven por pura lógica. Hay tres barrios: el de arriba, el de en medio y el de abajo. No hace falta más. Hay censados 11 habitantes y durante todo el año viven tan sólo cinco.
Una de las caras sobre una fachada de piedra de Diane Gorvin, de su obra Paredes con eco en Arroyo Cerezo. H. E.
El silencio te lleva a la fachada de las Paredes con eco (Echoing walls) de Diane Gorvin, que forma parte del Parque Escultórico Arte y Naturaleza del Rincón de Ademuz. Y la primera pista de que hay vida aparece detrás del timbre de una puerta. Amparo sale con delantal junto a Snoopy, un perro ladrador. «Estamos mi marido y yo. Vivimos en Barcelona pero pasamos muchos meses aquí», señala, mientras apunta la pista clave: «Un poco más arriba está el bar».
El Roca de Guía en realidad es un local multiusos. En un rincón hay un par de ordenadores públicos con zona wi-fi, una pequeña estantería con libros, el Scrabble y otros juegos de mesa. Por la carretera bajan Ricardo y Mari Carmen, de vuelta del bar. Viven en Madrid. Él es de Arroyo Cerezo de pura cepa; ella, de Valladolid. «Ahí arriba está el alcalde», apunta Ricardo, que cuenta muchas cosas y todas muy seguidas. Su mujer ríe. «Aquí estamos bien. No hay mucho que hacer pero damos un paseo de una hora y cuarto y cruzamos las tres provincias», cuenta Ricardo antes de reemprender el camino de vuelta a casa con su gorro de paja en la mano.
Mari Carmen y Ricardo pasan largas temporadas en Arroyo Cerezo, y están encantados y felices. H. E.
En la puerta del Roca de Guía hay aparcado un Ford Mustang negro de 1967. El alcalde pedáneo, Daniel Rodilla, toma el aperitivo con unos amigos. Dentro, Carla y su tía preparan el turno de comidas: macarrones gratinados, patatas mallorquinas, secreto, pechuga... En dos mesas, las cartas están dispuestas sobre el tapete por si alguien quiere echar la partida. En el local suena Get it Up de Sensity World, un himno discotequero de los 90, mientras los platos se empiezan a marchar.
El día del reportaje, Catalá, Mazón y Feijóo revientan la plaza de toros. El alcalde pedáneo de Arroyo, del PP, ha optado por quedarse en su pueblo. Ir y volver a la capital son más de 300 kilómetros. A más de 1.300 metros de altura, con Valencia a vista de pájaro, la política tiene otras reglas. Menos siglas y más piel. «Nosotros vamos al hospital a Teruel. Quizá podría haber más empeño entre las administraciones para tratar de llegar a acuerdos y no estar tan olvidados», señala Rodilla. El servicio de autobús, que se lo cargaron de un plumazo, es un asunto por resolver. «Compartir», apunta Rodilla, con la idea de que algún día Mazón, Azcón y García Page cierren sus acuerdos a los pies de la Cruz de los Tres Reinos.
El Roca de Guía se llena poco a poco. Un matrimonio, una pareja que llega en su autocaravana y cuatro mujeres del terreno de punta en blanco que apuntan que ese domingo los maridos no irán a comer. La tía de Carla sirve los platos y ella encuentra en los fogones ese refugio que un día le llevó de en un viaje de ida a las montañas sin billete de vuelta.
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