Avalancha de datos, bulos, exceso de informaciones , saturación de estímulos negativos, desinformación de las redes sociales... La DANA sufrida por Valencia no ha sido sólo un duro impacto a nivel humano y social. También ha supuesto un reto para los medios de comunicación. Alfredo ... Casares (Pamplona, 1968), director del Instituto de Periodismo Constructivo, analiza el sector antes de la mesa redonda bajo el título 'La fatiga ciudadana ante el exceso de información' que moderará en Caixaforum este martes 26, a las 18.30 horas, con el director de LASPROVINCIAS, Jesús Trelis, y la politóloga Cristina Monge.
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–Dirige el Instituto de Periodismo Constructivo. ¿Cómo lograr que lo sea?
–El buen periodismo siempre es constructivo y vemos ejemplos estupendos todos los días en los medios, en especial en el ámbito local. En nuestros talleres invitamos a los periodistas a dar un paso más, a hacer el ejercicio consciente de desafiar nuestro piloto automático, nuestra mirada sobre el mundo, que se enfoca sobre todo en lo negativo, e incorporar ese periodismo de forma recurrente y visible. Necesitamos equilibrar el relato diario que hacemos de la realidad, explicando los problemas y sus consecuencias mientras detallamos cómo la sociedad pone en marcha iniciativas esperanzadoras para resolverlos. Hay una tendencia global de los medios para invertir en ese periodismo que nos invita a dialogar mirando al futuro y a las soluciones.
–La DANA ha demostrado la gran cercanía del periodismo local. ¿Es su gran fortaleza?
–Sin duda, ya lo vimos durante el Covid. Las personas nos refugiamos en las marcas de casa, en referentes de confianza. La cercanía permite a los medios locales estar siempre cerca de la realidad, responder con rapidez desde el terreno y ser testigos de lo que sucede en la calle. También supone una responsabilidad, ya que los periodistas locales tenéis un contacto muy estrecho con la ciudadanía, os conocen en los pueblos, en los barrios, sois un vecino más. Os paran por la calle y os hacen llegar tanto su agradecimiento como sus quejas.
–¿Cuáles son las grandes virtudes de los periódicos locales?
–El rigor, la confianza, el diálogo. Los medios locales sois parte de la comunidad y la acompañáis todos los días, en los buenos momentos y en los malos. Sabéis escuchar, favorecéis la conversación entre quienes piensan de forma diferente, mostráis la pluralidad, ayudáis a cohesionar a la sociedad, denunciáis a quienes abusan de su poder, subrayáis la labor de quienes trabajan por los demás y estáis junto a las personas en las celebraciones y en las tragedias.
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–¿Se ha informado bien en esta DANA?
–Los medios locales habéis hecho una labor extraordinaria. Tenemos que elogiar sobre todo a los periodistas que han vivido una catástrofe como esta, que les ha afectado personalmente, y además han tenido que contarla con enorme profesionalidad. Manejar ese peso emocional es muy difícil. Las empresas periodísticas tienen que cuidar mucho a sus periodistas. He seguido con mucha atención las fases de vuestro trabajo en la DANA: el periodismo de urgencia en los primeros momentos tan confusos, la información de servicio para los afectados y para los voluntarios, la investigación sobre las responsabilidades, las historias de resiliencia y fortaleza, de esperanza. Ahora toca además informar sobre la reconstrucción y analizar qué podemos aprender de lo que se ha hecho mal y de todo lo bueno que habéis vivido, de la fuerza de la comunidad. Seguro que se han cometido errores, porque es muy complicado informar en los primeros momentos de un suceso de tal magnitud, cuando además todo el mundo acude a vosotros para tener información de lo que ocurre. También hay quienes, sobre todo desde la distancia, han utilizado de forma deliberada la tragedia para desinformar, para seguir alimentando el discurso polarizador, de odio, lleno de falsedades.
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–Es agotador combatir con los bulos y las redes... ¿Cómo hacerlo de manera efectiva?
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–Los bulos obtienen una repercusión extraordinaria gracias a las redes sociales y a sus algoritmos, que premian los mensajes más polarizadores y los difunden. La hiperconexión nos hace muy vulnerables y muchas veces perdemos el control sobre los mensajes que nos llegan y que acabamos viendo y difundiendo, a veces sin leerlos con detenimiento y sin pararnos a pensar si son ciertos. La ciudadanía debe recuperar el control sobre la información que consume y comparte.
–¿Qué le parece la decisión de algunos periódicos como La Vanguardia de dejar Twitter?
–La decisión de La Vanguardia, que sigue a otros medios como el británico The Guardian, abre un debate interesante. Su decisión se basa en que Twitter se ha convertido en una caja de resonancia de las teorías de la conspiración y la desinformación. Yo me alineo con quienes sostienen que, precisamente por eso, las personas que consumen información en Twitter necesitan la presencia de medios rigurosos.
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–¿Desinforman más que informan las redes sociales?
–Las redes sociales son un canal en el que encontramos lo mejor y lo peor, amparado en la impunidad. Las plataformas globales compiten por nuestra atención, por nuestro tiempo, quieren que pasemos muchas horas viendo sus contenidos. Eso nos convierte en piezas fáciles para colarnos mensajes de todo tipo. Hay que estar muy atentos, hay que hacer un consumo muy consciente y cuidadoso de lo que vemos y leemos en las redes.
–¿Está la ciudadanía sobreinformada?
–Estamos sometidos a un bombardeo constante de todo tipo de contenidos, que provocan lo que se conoce como fatiga informativa. Paradójicamente, en este momento es complicado estar bien informado, ya que a la ciudadanía le cuesta trabajo diferenciar entre información y opinión, entre datos y especulaciones, entre hechos y mentiras.
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-¿Por qué abunda una mala opinión en la ciudadanía del periodismo?
–Aunque en España se hace un magnífico periodismo, la confianza en los medios está en los niveles más bajos de los últimos 15 años, según estudios como el del Instituto Reuters de la Universidad de Oxford. Esto se debe, sobre todo, a que se percibe falta de independencia de los poderes políticos o económicos. Además, un 37% de la población se aleja de los medios de comunicación porque la negatividad de las noticias afecta a su estado de ánimo. No se trata de dejar de contar las malas noticias, sino de cambiar la forma de contarlas. Necesitamos que el relato informativo también sea esperanzador. Estos datos, por supuesto, no reflejan una realidad homogénea. Los medios locales son un bastión de rigor y confianza para sus comunidades.
–¿Cuánto influyen en ello los 'pseudoperiodistas', 'pseudomedios' y show televisivo convertido en periodismo?
–Influyen muchísimo. Hay supuestos medios y supuestos periodistas que tratan la información y la actualidad como un espectáculo que aparenta entretener, pero que en realidad manipula a costa del rigor y la verdad, al servicio de posiciones ideológicas y políticas. Ya también hay quienes desde fuera del periodismo tienen una estrategia de fomentar entre la ciudadanía la desconfianza en las instituciones democráticas. En ese proceso tratan de desacreditar a todos los medios de comunicación.
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–¿Está el periodismo amenazado o mejorado con la IA?
–Los desarrollos tecnológicos han ayudado al periodismo durante toda su historia. La IA supone un salto importante en todos los ámbitos sociales, y eso nos mantiene alerta porque no sabemos muy bien cómo va a evolucionar. El desafío para el periodismo es aprovechar la IA y convivir con ella mientras los periodistas hacen lo que solo ellos saben hacer: emplear su humanidad y su ética profesional para observar la realidad, escuchar a las personas y generar un relato social que nos represente.
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