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Vecinos ante una paella en la calle José Manuel Izquierdo de Catarroja. LP

Almuerzos, paella, fideuà y arroz meloso: el menú vecinal entre el barro en Catarroja

DANA en Valencia ·

Los vecinos de la calle José Manuel Izquierdo sacan los ruedos de gas a la calle en plena tragedia

Jaume Lita

Valencia

Domingo, 17 de noviembre 2024, 01:28

Dicen que es imposible sacar algo positivo de una tragedia, pero la realidad es que hasta en lo momentos más críticos el ser humano es capaz de arrojar algo de luz, un momento de esperanza o reforzar un hilo social que aúna sentimientos entre los damnificados. La DANA de Valencia nos deja varios ejemplos: ante la devastación, la desbordante solidaridad llegada de todo el mundo; entre todo el barro, una buena paella. Durante los últimos días se han viralizado imágenes de los pueblos arrasados por el agua del barranco del Poyo que pueden llamar la atención. Vecinos que lo han perdido todo, pero que sonríen ante una paella. El poder social de la paella.

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En tierras valencianas el hecho de hacer una paella no se concentra únicamente en comérsela, que también, sino en las casi dos horas que un maestro paellero, o aprendiz, puede estar ante el fuego para cocinar el plato valenciano más universal. La carne, la verdura, el sofrito, hervir el agua, echar el arroz y esperar a que, cual truco de magia, se obre el milagro gastronómico valenciano. La paella está asociada a una fiesta, una celebración, pero hasta en los días posteriores a la DANA hay hueco para hacer una paella.

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La escena se ha podido ver en varios puntos, pero una de las primeras que se pudo ver fue en Catarroja. Calle José Manuel Izquierdo, antic carrer del Port. Comenzaron a sacar enseres y retirar todo el lodo a las pocas horas de que el barranco dejara una marca de 1,60 metros en las viviendas. Por suerte no tienen que lamentar fallecidos entre los vecinos. Así que sin luz y con las neveras repletas de ingredientes, Miriam Urbano y sus vecinos optaron por plantar, cual falla, el ruedo del gas, la bombona de butano y la paella en el medio de la calle.

«No había luz, las neveras no funcionaban y todo se estaba descongelando. Así que decidimos aprovechar todo lo que teníamos. Cada uno ofrecía lo que podía y todos a comer en al calle», relata Miriam Urbano a LAS PROVINCIAS. Miriam y su familia se salvaron de la riada, pero han perdido tanto los coches como los enseres de Josep, un bebé de año y medio.

«Los ingredientes los ponemos entre todos. Cada uno pone una cosa y lo cocinamos en la calle. Así comemos todos juntos y, obviamente, también se suman los voluntarios que nos han ayudado. Los primeros días comimos un día paella, otro fideuà y también hicimos un arroz meloso», detalla Miriam Urbano.

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Este menú vecinal entre barro se completa con el típico esmorzar valenciano, que no puede faltar entre horas y horas de trabajo. «Mi marido compra barras de pan y otros vecinos ponen la mezcla. Con eso almuerzan todos los que están en la calle. Y para merendar también buscamos solución», zanja una de las miles y miles de personas que conforme bajó el nivel del agua, y sin lamentar daños personales, se tuvo que poner manos a la obra para intentar que su vivienda vuelva a ser lo que fue.

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