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Ángela extrae las prendas de ropa de su maleta en un piso turístico de Valencia. LP
De alquiler vacacional a refugio contra la riada

De alquiler vacacional a refugio contra la riada

La patronal de pisos turísticos habilita apartamentos para alojar afectados, voluntarios y personal de emergencias

Pablo Alcaraz

Valencia

Sábado, 23 de noviembre 2024, 00:10

La historia de Ángela es de las que todavía hacen creer que la sociedad actual aún vale la pena. Esta venezolana, madre de un hijo y una hija, es una de las miles de personas que perdieron todas sus pertenencias materiales como consecuencia de la riada del ya histórico 29 de octubre pasado. Su casa, un bajo situado en Algemesí, quedó anegada bajo el tsunami de lodo: «Lo perdí todo. No me quedó nada, ni una aguja. Fue terrible», relata con la mirada perdida al recordar todo lo que sucedió aquella fatídica tarde donde el río Magro corría desbocado a su paso por Algemesí. Pero la solidaridad de los socios de Asociación de Viviendas Turísticas de la Comunidad Valenciana (Aptur CV) se cruzó en su camino para ofrecerle una alternativa habitacional frente a la catástrofe. Un rayo de luz y esperanza entre la oscuridad de la tragedia.

Al igual que Ángela, unas 2.800 personas han recibido cobijo de manera temporal gracias a las 540 viviendas turísticas asociadas a Aptur CV que fueron habilitadas desde la jornada posterior a las inundaciones de la DANA. Los inquilinos que han hecho uso de esta alternativa habitacional en los últimos quince días han sido desde unidades familiares cuyos hogares habían sido golpeados por la riada pasando por el personal considerado 'esencial' en la emergencia como los servicios bomberos, policías o conductores de maquinaria pesada hasta los voluntarios llegados desde otras partes de España y del mundo.

Cabe destacar el hecho de que los apartamentos turísticos puestos al abasto de esta iniciativa solidaria por la patronal de inmuebles de uso vacacional han alojado a 20 familias afectadas directamente por la riada, dado que sus hogares, mobiliario y enseres, quedaron inundados. Por suerte, la mayoría de estos inquilinos han podido regresar a sus hogares gracias a que se ha podido retirar el barro acumulado en el interior de los inmuebles.

El caso de Ángela es especial. Ella lo ha perdido absolutamente todo y no tiene donde dormir. Descansar en casa de un vecino o en casa de alguien ajeno le resulta incómodo: «Hoy puedo dormir aquí o allá, ¿pero y mañana?». Es por ello por lo que permanecerá en el piso turístico que le consiguieron gracias a la ayuda de sus jefes de la empresa para la que trabaja todo el tiempo que necesite para reacondicionar su vivienda en Algemesí.

La cocina de la casa de Ángela en Algemesí anegada por el lodo. LP

Ángela se siente muy agradecida con los responsables de Aptur CV por el apoyo recibido aunque su deseo es volver cuanto antes junto a sus hijos. No tiene coche y todavía queda tiempo para que se restablezcan las conexiones ferroviarias, modo de transporte con el que se desplazaba hasta Valencia, su lugar de trabajo, y su lugar de residencia. «Mamá, por lo menos nosotros estamos bien», dice que le dijeron ellos mientras salían a la carrera hacia el piso arriba para resguardarse del torrente de agua marrón.

Hoy en día todavía sigue en estado de shock. Su rutina diaria se basa en ir a trabajar y volver al piso a descansar. De hecho, reconoce que fue eso mismo lo que hizo nada más pisar su nueva casa: «Llevaba cuatro días sin dormir. Cerraba los ojos y me venían a la mente recuerdos de la riada».

«Dicen que las inundaciones así pasan cada 50 años... Espero que las autoridades tomen más cartas en el asunto para que no vuelva a suceder esta desgracia», lamenta esta venezolana antes de lanzar una reflexión al viento sobre el hecho de que las pérdidas materiales «no tienen validez alguna comparadas con las vidas humanas».

Ángela habla con conocimiento de causa y es que en su Venezuela natal ya hubo catástrofes de esta magnitud. Lo sucedido la noche del fatídico 29 de octubre le recordó al deslave de Vargas, una tragedia que tuvo lugar en 1999 en la que los muertos por miles ya que no existe ninguna cifra oficial de fallecidos. Según las fuentes que se tomen, la cantidad de fallecidos oscila entre los menos de 700 a los 30.000.

La presidenta de Aptur CV, Silvia Blasco, recuerda que desde el primer momento de la tragedia «la asociación puso a disposición de la Generalitat Valenciana todas las viviendas turísticas disponibles para alojar a los afectados, en primer lugar, y al personal esencial que se ha desplazado hasta Valencia». Agradece a los pequeños propietarios «que se han volcado con esta iniciativa solidaria» así como a la Sociedad Valenciana de Gestión Integral de los Servicios de Emergencias (SGISE) con los que han trabajado «día y noche» así como «la incansable ayuda en la coordinación de la Conselleria de Turismo».

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