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Miles de familias han recibido en las últimas horas un mensaje común en sus correos electrónicos indicando que sus hijos han faltado a clase y ... que hay que justificar la ausencia. Se recurrirá a argumentos genéricos, como una indisposición, aunque también los habrá que tiren de sinceridad: descanso tras la semana grande de Fallas. Y es que el absentismo se dispara cuando llega el 20 de marzo, afectando especialmente a las etapas más altas -los alumnos más mayores se pueden quedar en casa mientras los padres trabajan- y a los pueblos, algo que se puede explicar en la variabilidad de los horarios de la cremà. En el caso de las universidades públicas de Valencia todo es más sencillo: desde hace años se declara como día de fiesta para los estudiantes y también para buena parte de los trabajadores.
«En la clase de tres años han venido cuatro alumnos de veinte», explica el director de un colegio de Torrent situado en una zona no muy fallera que año tras año nota el efecto que provocan las fiestas en términos de asistencia. Reconoce que se trata de un caso extremo -«en el resto de aulas tenemos aproximadamente a la mitad de niños»- y vincula la situación con lo complicado que resulta para muchas familias falleras acabar la fiesta a una hora aceptable, en el sentido de que la cremà se suele retrasar más en los municipios -los bomberos van de un monumento a otro-, contando además con que es necesario llegar a casa, descargar, ducharse y dejarlo todo preparado para volver a la normalidad. «Por ello muchas optan por dejarles descansar, que se recuperen, aunque no pocas no tienen más remedio que volver a la rutina por necesidades laborales», remata.
Hay más ejemplos en el área metropolitana, en la que las fiestas josefinas se viven con intensidad. En el instituto de Albal se ha notado sobre todo entre el estudiantado de Bachillerato, con grupos en los que ha faltado casi la mitad del alumnado. «Y a la otra mitad se les ve especialmente adormecidos», explican de manera gráfica fuentes del centro. Algo parecido ha sucedido en el de Benetússer, en el que lo extraordinario de la jornada se notaba en la hora de patio, con menos gente en las zonas comunes. Síntoma de que los más jóvenes han exprimido la fiesta al máximo.
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En Valencia ciudad la casuística ha sido diversa. En el distrito de Camins al Grao se pueden encontrar ejemplos de las dos cara de la moneda, con normalidad en un centro del barrio de Penya-roja y «bastante ausencias» en otro de La Creu del Grao, mientras que en un colegio de Arrancapins (Extramurs) la jornada no ha sido muy diferente a una habitual. Fuentes de la escuela explican que ha habido ausencias, pero no ha sido una situación generalizada, unos 40 alumnos de más de 400. También destacan que la situación ya no es comparable a la de otros años, cuando la cremà se retrasaba más, y además consideran que vale la pena mantener el día 20 como lectivo para no bloquear otras opciones del calendario escolar. En cualquier caso, para facilitar el aterrizaje del alumnado tras cinco días sin clase este jueves se han programado actividades de aprendizaje más lúdicas, con ritmos más pausados.
Donde sí hay más unanimidad es en los centros de Secundaria. Desde la zona de Extramurs fuentes docentes de un IES hablan de «un porcentaje alto» de inasistencia en la ESO, mientras que muchos de Bachillerato se han incorporado progresivamente tras el recreo. Casi en el otro extremo de la ciudad, en Rascanya, un profesor explica que en su centro se ha funcionado «a medio gas», con especial incidencia en Bachillerato y ciclos formativos, donde ha habido grupos, sobre todo en esta última etapa, en los que no ha habido actividad. Y también se han dado casos de incorporaciones progresivas a lo largo de la mañana. Por último, desde un centro integrado de FP explican que, a grandes rasgos, se puede hablar de menos de la mitad del alumnado asistiendo a clase.
Como ya informó este periódico, para estas Fallas han sido pocas las localidades, apenas cinco, que han optado por gastar un día no lectivo para el día 20, una manera de facilitar el descanso tras cinco jornadas de intensa actividad. Tampoco resulta sencillo, pues las fiestas josefinas se tienen que compatibilizar con festividades locales o con la posibilidad de armar puentes durante el curso.
Una de las que ha optado por esta vía ha sido Burriana. Exactamente ha gastado sus tres días lectivos en el lunes 17, el martes 18 y el jueves 20. Para este año han tenido el calendario a favor, pues el municipio siempre intenta asignarlos de cara a las fiestas falleras, Sant Blai y la Misericordia. Y esta última cayó en domingo, lo que permitió liberar una de las jornadas para hacer más llevadera la 'resaca fallera'.
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