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Las familias que participarán en la admisión de alumnos para el curso 2025-2026 -sobre todo las que tienen hijos que entran en 1º ... del segundo ciclo de Infantil-, ya conocen las letras de los apellidos que se utilizarán para deshacer empates entre solicitudes, que se dan cuando suman los mismos puntos en caso de baremación, el proceso que se activa cuando hay más peticiones que plazas vacantes. Que las grafías coincidan con las del alumno en cuestión o sean progresivas, siguiendo el orden alfabético, es la diferencia entre acceder al centro deseado o quedarse en lista de espera.
Esta situación se da con más asiduidad entre familias que sólo consiguen los puntos por proximidad -diez en caso de residir en el mismo municipio y cinco si lo hacen en uno limítrofe-, algo que es más habitual en sistemas en los que rige el distrito único, como es el valenciano. También puede suceder que hayan alegado los mismos criterios y obtengan el mismo resultado (diez por vivir en la zona de influencia y el mínimo, cuatro, por la renta, opción bastante asequible) o que por sumar circunstancias distintas el resultado sea el mismo. Por ejemplo, dos aspirantes que viven en la misma localidad (10 puntos cada uno) y uno es de familia numerosa general (5) y otro proviene de una monoparental (otros 5). U otros tantos niños de localidad limítrofe (5 para cada uno), y uno tiene un familiar directo con una discapacidad del 65% (5) y el otro consigue otros 5 por la renta. Estos últimos son casos más enrevesados, en el sentido de que coincidan para entrar al mismo centro, pero posibles. De hecho, las casuísticas son múltiples.
El primer paso para deshacer el empate es aplicar el sistema de prioridades que recoge la normativa, basado en los criterios habituales de baremación. La plaza se adjudica al que sume más puntos en las circunstancias alegadas siguiendo este orden de prelación:
Hermanos en el centro.
Proximidad del domicilio familiar o laboral.
Renta de la unidad familiar.
Destinatarios de la Renta Valenciana de Inclusión.
Padres trabajadores en el centro.
Familia numerosa.
Alumnado nacido por parto múltiple.
Familia monoparental.
Situación de discapacidad del alumno o un familiar.
Simultaneidad de estudios.
Deportista de élite, alto nivel o alto rendimiento.
Circunstancia específica.
Expediente académico (sólo para entrar en Bachillerato).
Así, en el último ejemplo propuesto, la plaza se la quedaría el que consigue los cinco puntos de renta y en el anterior el de la familia numerosa, pero en los dos primeros la igualdad persistiría, pues obtienen la misma puntuación en todos los criterios, tanto en renta como en proximidad. En estos casos el programa informático pasa a ordenar las solicitudes (decide quién entra) en función de las dos primeras letras de los apellidos. Para la inminente admisión han salido las combinaciones MM (primero) y SA (segundo). Para su elección, este martes la Dirección General de Centros Docentes ha organizado un sorteo público en el salón de actos de la Conselleria de Educación. Todo ha sido cosa del azar, a través de dos manos inocentes (cuatro en verdad) elegidas entre el público asistente.
En caso de empate se quedaría la plaza el alumno cuyo primer apellido empezara por MM, que es bastante improbable. Puede ser Mmadi o Mmbaga, por citar dos resultados que arroja una búsqueda rápida por internet. Si no se da el caso, el procedimiento establece que el abecedario tiene que ir corriendo siguiendo su orden lógico, e incluso dar la vuelta en caso de agotar las letras. Primero lo hace la secundaria, por lo que el programa informático que ordena las solicitudes va avanzando en orden creciente, buscando apellidos que coincidan con las sucesivas grafías: MN, MÑ, MO, MP, MQ, MR, MS, MT, MU, MV, MW, MX, MY y MZ.
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Si entre las solicitudes en disputa no se encuentran primeros apellidos coincidentes, una vez agotado el abecedario en la letra secundaria empieza a correr la primera, siempre siguiendo el orden ascendente. Así, se empezaría por la grafía NA, seguida de la NB, la NC y hasta llegar a la NZ, pasando luego a la ÑA, la ÑB y así sucesivamente hasta que se pueda deshacer el desempate. Si se llega a la ZZ y todo sigue igual, se empieza por la AA y se continúa avanzando.
Dicho de otra manera, apellidos como Monzó o Molina están muy bien posicionados para quedarse una plaza en caso de empate, igual que los Muñoz o Muntaner, pues no es probable que se den combinaciones de consonantes que tendrían prioridad sobre estos (MN, MÑ o MP, por ejemplo). En cambio, los Mingueza o Martínez estarían en completa desventaja. Hay que tener en cuenta que los últimos pares de letras en valorarse serían los iniciados por MA, MB, MC, MD y así sucesivamente hasta llegar al ML, que sería el último.
En cuanto a la segunda pareja de grafías, sólo se aplica si hay empate entre los primeros apellidos. Por ejemplo, si dos niños se apellidan Monzó, o uno Monzó y otro Molina, la plaza será aquel cuyo segundo apellido coincida con las grafías SA o más se le acerque, aplicando el mismo procedimiento que con el primero. Si el alumno no tiene segundo apellido, se considera de oficio que este empieza por AA.
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