Un monitor de Cruz Roja explica a los niños cómo reaccionar ante una dana. José Luis Bort

Aprender desde niños a resistir a una dana

Cruz Roja inicia charlas de concienciación en colegios para enfrentarse a los riesgos climáticos: «¿Y si me cae un 'rempálago'?»

Sábado, 8 de febrero 2025, 01:28

«¿Y si me cae un 'rempálago'?» Una pequeña niña de ojos saltones pregunta al monitor de Cruz Roja que le está enseñando cómo reaccionar en caso de que haya otra riada. Uno de los primeros cursos que se imparten a los más pequeños ... después de la tragedia. Todos los alumnos de quinto de primaria del CEIP Doctor Olóriz prestan atención a las explicaciones de los voluntarios. Temerosos de que se repita una dana tan descomunal como la que azotó la Comunitat. Y, si eso pasa, quieren saber «cómo salvar gente», confiesan.

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Cuando los monitores de Cruz Roja les explican de qué va el taller, los pequeños abren los ojos como platos. En la última fila, una niña que hacía barquitos de papel en cartulina amarilla deja sus manualidades de lado para poder prestar atención. Todos guardan silencio cuando sus compañeros de sexto les presentan el vídeo de cómo actuar ante una inundación.

Cerrar la puerta de casa y colocar toallas debajo para impedir que entre el agua, asegurar las ventanas con cinta adhesiva o preparar con sus familias un plan de evacuación en caso de que tengan que ir a otro lugar para resguardarse...Consejos que pueden salvar vidas en una situación tan dramática donde cada segundo cuenta.

El proyecto «Mi funda de almohada» les enseña qué deben llevarse en su mochila en caso de una emergencia. Sus DNI, una botella de agua, comida, cargador de móvil... «¿Un cargador? ¿Y si nos electrocutamos?», preguntan los alumnos preocupados. Una de las monitoras les comenta que durante la dana, cuando la gente tuvo que ir a alojarse en albergues, «íbamos como locos buscando cargadores porque casi nadie lo había cogido y necesitaban ponerse en contacto con sus familias».

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Pero los niños siguen temerosos: «¿Seguro que no nos electrocutaremos?» Después de que los monitores se lo reafirmen hasta en cuatro ocasiones ya se quedan más tranquilos. Cuando piden voluntarios para seguir con la presentación del curso, todos los niños levantan la mano. Alguno incluso se incorpora y da botes. «¡Por favor elígeme a mí!», imploran. Deseosos por formar parte de un curso que puede ser decisivo para impedir que haya tantas víctimas en caso de una dana. Una catástrofe que pilló a los valencianos por sorpresa. En la que nadie sabía cómo actuar. El aviso llegó tarde: a las 20.12 horas. Muchos afectados ya tenían el agua hasta el cuello cuando su móvil sonó.

En el taller ya lo dejan claro: «Un coche no es un lugar seguro cuando hay una inundación». Muchas víctimas se vieron atrapadas en sus vehículos. Los garajes también se convirtieron en trampas mortales aquel fatídico 29 de octubre. Pero los voluntarios de Cruz Roja ya se lo detallan a los niños: «Hay que resguardarse en sitios altos. Subir a la planta alta si tenéis o si no pedir a algún vecino de pisos superiores que os deje quedaros en su casa».

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Los alumnos se ríen. Una niña de largas coletas rubias pregunta: «¿Cómo les digo a mis vecinos que me abran la puerta porque es lo que me han dicho que hay que hacer para salvarse?» Sus compañeros le responden que en el caso de que llegue otra dana hay que hacer lo que sea necesario. A la chica le sigue pareciendo divertido tener que presentarse a sus vecinos. Le da vergüenza tener que llegar a esa situación, Pero piensa cumplir los consejos que le dan.

Pedir ayuda es fundamental si te encuentras en peligro. Los monitores les dan a los niños cartulinas que colgarse del cuello con unos números. Ellos se ordenan rápidamente formando el 112. Incluso algunos conocen la regla nemotécnica de una boca, una nariz y dos ojos para saber a qué número llamar en caso de emergencia. Orgullosa, una chiquilla morena les enseña el truco a sus compañeros para que no se les olvide el teléfono.

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Entre las cosas que deben llevarse en sus mochilas también hay fósforos o linternas, por si se va la luz. Además de un objeto que para ellos sea muy importante. Como ejemplo, los voluntarios de Cruz Roja han traído un peluche de un león. «Yo ya no juego con peluches», dice uno de los alumnos. Tienen 11 años y están en esa edad en la que quieren hacerse los mayores, sin saber que están en la etapa más bonita de sus vidas.

En una cartulina blanca colgada en la pared, los niños apuntan las reglas que hay que seguir si vuelve a ocurrir una inundación. «Deberían habernos dicho cómo actuar antes. Además actuaron muy mal porque ya se sabía lo que iba a venir y no nos avisaron. Yo creo que puede venir una dana a un peor», opina una niña morena. Sus ojos están llenos de tristeza. Tres meses después de la tragedia, sigue traumatizada al haber visto cuántas vidas se perdieron. Ella afirma: «Actuaron muy mal». Sólo tiene 11 años pero ya buscó respuestas para saber por qué fue tan catastrófica la riada.

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En el taller también les enseñan cómo reaccionar ante una ola de calor: bebiendo mucha agua para hidratarse, poniéndose protección solar o llevando un sombrero para impedir que les dé una lipotimia. También que hay que ayudar a los más vulnerables como las personas mayores, discapacitados o gente sin hogar. Pero sin duda, los niños están más centrados en saber qué hacer cuando ocurra una dana. Porque todos piensan que volverá a pasar. Ya tienen el miedo en el cuerpo. El curso hace que se sientan más seguros, más valientes. Saber las pautas que deben tener en cuenta para salvar vidas les ayuda a pensar que podrán ser pequeños superhéroes ante una catástrofe similar.

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