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e. rodríguez/j. batista
Sábado, 25 de abril 2020, 00:24
Cien kilómetros separan a Hanna de sus apuntes, que acumulan polvo en la residencia del campus de la Jaume I de Castellón desde mediados de marzo. El día 13 por la tarde, pocas horas antes de oficializarse el confinamiento, decidió trasladarse a Albentosa (Teruel), donde vive con su familia. Llenó la maleta, pero no cabía todo. Confiaba en volver pasado un tiempo prudencial, pero la evolución de la pandemia, las prórrogas y la decisión de acabar el curso a distancia, unida a la prohibición de realizar desplazamientos puntuales para recoger materiales en residencias y pisos de estudiantes, dieron al traste con su previsión.
Como ella miles de estudiantes valencianos se han visto perjudicados por esta situación. Afrontan la recta final del curso, con los exámenes a la vuelta de la esquina, con más incertidumbre si cabe al no tener todo el material para prepararse. «En la residencia me dejé los libros y apuntes para la segunda convocatoria de dos asignaturas del primer semestre; los de este sí los cogí pensando en las clases a distancia», dice esta alumna de Ingeniería en Diseño Industrial.
Cuando se le informó de que la universidad, siguiendo la directriz de la Delegación del Gobierno, estaba autorizando desplazamientos escalonados, lo pidió. Le dijeron que tendría que esperar a la semana siguiente, cuando volvería a abrirse la posibilidad. Entretanto llegó la instrucción del Ministerio del Interior –matizando que no se permiten estos desplazamientos durante la alarma– lo que obligó a todas las universidades a anular la medida, así como los justificantes expedidos.
«Me parece un poco injusto que unos alumnos sí hayan podido ir y otros no. Yo cogí todo el material de este semestre, pero no el de los exámenes a recuperar (de los que no tenía clases en este periodo). He pensado en escribirle al profesor, porque sin apuntes no sé cómo voy a hacer un examen online, pero creo que él tampoco puede hacer nada», señala.
Julia Molina estudia el máster de Enología de la Politècnica, pero tiene su domicilio familiar en Murcia. El estado de alarma le cogió cuando se encontraba en casa de sus padres, pues había acudido previamente «por motivos personales». «Me vine con lo puesto porque sólo iba a pasar el fin de semana», explica la joven, que no puede preparar un trabajo importante con fecha de entrega el 27 de julio porque su ordenador y material académico están en Valencia. Se enteró de que se autorizaban desplazamientos, que se estudiaban caso a caso, a través de la Delegación de Alumnos. «Recibí la autorización, pero al día siguiente me encontré con que el Ministerio del Interior había suspendido dichos viajes. La universidad no me avisó», dice.
De Tomelloso, Ciudad Real, es Alejandra Lara. Estudia el doble grado de Derecho y Criminología en la Universidad de Alicante. «Me dejé apuntes impresos y materiales como el Código Penal. Todo está digitalizado y los puedo consultar en el ordenador e internet, pero no es lo mismo que trabajar tus propios materiales en papel. Me paso el día delante de la pantalla, y cansa», explica.
Este mes tiene previsto finalizar el contrato de alquiler del piso que comparte. «No vamos a volver tras anularse las clases, pero no nos dejan desplazarnos para recoger todo. La consecuencia será que paguemos otro mes», explica, antes de pedir «una postura clara» del Gobierno. «He llamado (por ayer) a la Policía y la Guardia Civil y me dicen que no puedo, pero a una compañera de Zaragoza le dicen que sí. Te quedas a expensas de la flexibilidad del agente si te paran», lamenta.
El 12 de marzo Lídia Santacreu, que cursa Información y Documentación en la Universitat de València, se fue a Benissa, donde reside. En el piso se dejó los apuntes de una materia y un libro que necesitaba para el Trabajo de Fin de Grado (TFG). «Cuando terminé las tareas previstas para la semana fallera me di cuenta de que necesitaba el material para adelantar el TFG. También me agobié al tener que seguir la asignatura de la que no tenía apuntes, aunque funcioné con los de mis compañeros», explica. Ella tuvo suerte pues consiguió la certificación de la Universitat y se desplazó a recoger el material el día 16, horas antes de que se anulara su vigencia.
La solución al problema depende del Ministerio de Sanidad. Según fuentes de Interior la prórroga del estado de alarma (que se publicará en próximas horas) faculta al departamento que dirige Salvador Illa a dictar las disposiciones que considere para la nueva fase, si bien Sanidad no dio pistas ayer sobre si está en la agenda permitir los desplazamientos. «Se trabaja en distintos ámbitos y escenarios», dijeron. Así, la única estimación, subjetiva, es la que trasladó el ministro Castells: tras el 9 de mayo. A dos semanas de los exámenes.
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