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Jorge Ignacio en la sala de vistas. LP
Juicio caso Marta Calvo | «Arliene murió en mis brazos»

«Arliene murió en mis brazos»

Recuerdan en el juicio que el acusado llegó al piso de Valencia en busca de «chicas para una 'fiesta blanca'» y se fue fríamente mientras la joven agonizaba

BELÉN HERNÁNDEZ

Jueves, 16 de junio 2022, 20:26

A la compañera de piso de Arliene, la primera víctima mortal de Jorge Ignacio P.J. no se le olvidan los hechos que ocurrieron la noche del 24 al 25 de marzo. «Siempre lo recordaré. Permaneció en el piso una hora, y fue la peor hora de mi vida. Arliene murió en mis brazos».

Sacudida por el trauma, la testigo entra en la sala de vistas Tirant lo Blanch II acompañada por la asistenta de protección de víctimas. Un biombo se interpone entre ella y el acusado.

«Este señor vino a nuestra casa y nos dijo que quería contratar servicios sexuales. Buscaba a una chica a la que le gustara la 'fiesta blanca'», rememora la testigo. Resopla de manera agitada. Está muy nerviosa. Tiene que acercarse el micrófono a petición de la jueza. «Nunca me miró a los ojos», destaca. El propio acusado lo confirma con su actitud durante la vista. En ningún momento sostiene la mirada a los testigos. Parece impasible.

La compañera de Arliene detalla que el acusado entró a una habitación junto a la víctima. Un poco antes de que terminara la hora de servicios contratada «se fue de manera apresurada y fría. Ni siquiera cerró la puerta».

En el juicio, se muestran las grabaciones de las cámaras de seguridad donde se ve cómo Jorge entra y sale de la casa. «Cuando iba caminando por el pasillo hacia la habitación de Arliene sentí una presión en el pecho. Sabía que algo no era normal».

No se equivocaba. «Cuando llegué vi a Arliene tirada sobre la cama. Al principio pensé que le había cortado el cuello. Su cabeza colgaba por el borde de la cama y convulsionaba».

La testigo tiene que hacer pausas en su declaración. «Estaba desnuda. Tiraba espuma y sangre por la boca. Su amiga y yo la cargamos a brazos y la llevamos al patio. Entonces apareció la ambulancia y o volví a subir con la policía para enseñarles la habitación de Arliene».

Mientras se marcha, gira un momento la cara para ver al acusado por detrás del biombo. Pone expresión de disgusto y se va.

Nueve días en coma

Los testigos coinciden en que la asistencia médica llegó enseguida. La doctora que atendió a la víctima en urgencias del Hospital Clínico Universitario de Valencia, detalla: «Había tenido que ser intubada por el SAMU porque no respondía y había estado también en parada cardiorrespiratoria. Tuvieron que realizarle una reanimación».

Los análisis que le realizaron a la víctima confirmaron que había consumido cocaína. Los agentes de la policía nacional que estuvieron en la escena del crimen, detallan: «sobre la mesa había una copa con cocaína. También había restos esparcidos sobre la mesa».

Los sanitarios pusieron todo su empeño en que el corazón de Arliene resistiera. «Llegó a tener 17 pulsaciones por minuto», cuenta la doctora. Pero tras «casi nueve días en coma en la Unidad de Cuidados Intesivos», el 3 de abril dejó de latir.

El informe en el que se concretaba que la paciente había sufrido una crisis epilética despertó las dudas sobre si padecía esta enfermedad. «Llamamos crisis epiléptica a las convulsiones. Si hubiera sido epiléptica hubiera salido en su historial, pero no era así», aclaran los médicos que le atendieron.

7.000 en un control

Una agente de la Policía Local de Valencia que estuvo en la casa de Arliene la noche del suceso fue la misma que dio el parte de aviso cuando reconoció a Jorge Ignacio en un control rutinario de vehículos.

«Tenía 7.000 euros en metálico y no dio explicación. También llevaba tres teléfonos móviles. En el servicio anterior nos había dicho la testigo que esta persona era colombiana y su ropa y características coincidían con la descripción».

En aquel momento, el acusado estaba en libertad provisional. «No teníamos nada para detenerlo ni para retenerlo», confirman los agentes, que dieron parte a la Policía Nacional. Su comportamiento les pareció «poco habitual».

La tensa relación entre la abogada defensora y la jueza

«No las llame 'señoritas'. Son señoras». La juez del caso de Marta Calvo para un momento el juicio para llamar la atención a la abogada de la defensa cuando esta se refiere a las víctimas como 'señoritas' en tono despectivo.

No es la primera vez que la jueza le reprende por su actitud. La tensión en sala es evidente. Pero la actitud del acusado es aséptica. Se pasa las sesiones garabateando en su libreta de notas. Aunque no se las enseña a su abogada. Le susurra mientras agita las manos y hace gestos afirmativos o negativos con la cabeza. No se pueden descifrar sus palabras.

Antecedentes

La abogada defensora y la jueza tienen un encontronazo tras otro. En la sesión del martes, la presidenta del tribunal le dijo a la letrada en el marco de su amonestación: «O nos portamos bien o vamos a acabar muy mal». Ocurrió cuando la abogada le preguntó por el parte médico y pareció coaccionarla.

Hubo muchas llamadas de atención por la impertinencia de muchas de las preguntas de la defensa.

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